BESO 1

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JUAN PABLO ISAZA

Aún recuerdo cómo estabas vestida. Llevabas unos jeans azules, a juego con tu linda blusa de flores. Tus pies estaban cubiertos por unos zapatos diminutos de charol negro. Y cómo olvidar aquel moño enorme que abrazaba tu coleta.

Jugábamos en el patio de tu casa, junto con tu hermano, Susana, Martín y Simón. Mientras que nuestros padres seguían hablando de sus negocios

-Amelia, eso es trampa- gritó Villamil

-Claro que no- renegaste, pues tú estabas en lo correcto

Juan Pablo y tú solían pelear demasiado, como cualquier par de hermanos

-Mejor vayan a jugar a otra cosa- ordenó Villamil

Antes de que cualquiera pudiera hacer un movimiento, la pelota con la que jugábamos impactó contra la cara de Villa, haciendo que todos nos sorprendiéramos y Villamil estallara

-Eres un bobo- gritaste

Todos estallamos en risas, lo cual provocó aún más coraje en Juan Pablo.

Sin poder detenerlo, Juan Pablo salió corriendo tras de ti, para darte un fuerte empujón, el mismo que hizo que cayeras de rodillas en el piso

-Tú eres más boba- gritó de regreso

Susana y Martín te ayudaron a incorporarte, mientras tú sacudías tus jeans ahora rotos. De tus Rodillas escurría sangre, al igual que de tus palmas. Pero había algo que me sorprendía de ti. Tú no llorabas como, cualquier otra niña lo hubiese hecho.

Martín, Susana y tú eran inseparables. Justo como Villa, Simón y yo.

Los tres entraron a la casa, no sin antes ver como les advertías que no dijeran nada. No te gustaba que la gente te viera débil, eso me tomó años averiguar.

-Se le pasó la mano, Villa- regañó Simón

-Ella empezó- se defendió el castaño

-Usted la dejó sangrando

Me quedé sin decir nada cuando ellos dos comenzaron a discutir.

No estaba de acuerdo con lo que había hecho Juan Pablo, pero no quería meterme en problemas con él.

Pasaron unos minutos, cuando Martín y Susana volvieron a nosotros, pero sin ti. Le pregunté a mi hermana por tu localización, pero ella se negó a decirmelo.

-Necesita estar sola un momento- dijo antes de retirarse con Martín

Fingí que tenía que ir al baño, para de esta manera buscarte. Sabía muy bien en dónde te encontrabas.

Subí las escaleras y llegué a tu habitación. Toqué ligeramente la puerta, pero no obtuve respuesta alguna, así que decidí entrar.

Te vi de pie en la ventana, veías hacia algún punto indescifrable, tus lágrimas escurrían por tu rostro y masajeabas tus rodillas con mucho cuidado, pues tus palmas también estaban lastimadas.

Me llenó de rabia verte así. Tú estabas llorando sola, mientras que tu hermano seguía divirtiéndose con los demás.

-¿Estás bien?- pregunté acercándome un poco más

-Sí, no pasa nada- respondiste mientras secabas velozmente tus lágrimas

-¿Quieres que traiga algo para curarte?

-Sí, por favor. El botiquín está en el baño- pediste de manera tranquila

Corrí al baño y de vuelta a tu habitación, pues no quería verte sufrir por mucho más tiempo, y tampoco quería que tus heridas siguieran expuestas.

Intenté hacer la mejor curación de la historia, tal y como mamá me había enseñado después de tantas lesiones provocadas en mis entrenamientos de fútbol.

-Gracias- dijiste por lo bajo y sonreiste

-No es nada. Quería asegurarme de que estabas bien- respondí

Había algo inexplicable que provocabas en mi. Nunca me importó averiguar que era eso, o si era normal y a todas las personas les ocurriría. Hacías que mi mundo se llenara de colores y que estuviera feliz la mayor parte del tiempo.

Suena ridículo para un niño de 9 años. Pero tenía miedo de que esto no fuera normal y que me estuviera volviendo loco, pues Villamil y Simón siempre decían que las niñas eran horribles y prometimos nunca estar con una de ellas. ¿Será que esa promesa te incluía a ti? Después de todo, eras la hermana menor de Villa y dudo mucho que él creyera que eres horrible.

Te miré nuevamente y seguías llorando, lo cual me preocupó bastante ¿qué pasaba ahora? Si tus rodillas ya no estaban sangrando y tus palmas ya estaban limpias.

-¿Qué tienes, Lia?

-Sigue doliendo- dijiste entre sollozos

No tenía idea de qué otra cosa podría hacer, ya había aplicado todo lo que mamá hacía cuando yo me lastimaba, incluso tus rodillas estaban vendadas.

Un recuerdo perforó mi mente, parecía algo ridículo, pero en aquella película que hizo llorar a mi mamá funcionó.

-Un día mamá estaba viendo una película, y el chico hizo algo para que la chica dejara de llorar ¿Quieres intentarlo?- dije nervioso

-¿Qué era?

-Un beso- mis mejillas ardían

-¿Funcionó?

-Ammm... eso parecía

-Está bien- aceptaste y el pánico invadió mi cuerpo

Me puse de pie frente a ti, mientras tú seguías sentada en el borde de la cama, me miraste y soltaste una pequeña risa llena de nervios. Tomé una gran bocanada de aire y cerré los ojos

Mis labios apenas y alcanzaron a rosar los tuyos, cuando me separé de golpe. Sentía la cara arder, y el corazón estallar ¿Por qué provocabas eso en mi? Era muy extraño

-¿Funcionó?- pregunté

-Al parecer sí- dijiste con una amplia sonrisa

-Me alegra

-Gracias, Juan Pablo

-No fue nada- dije ruborizándome una vez más

Nos miramos por unos escasos segundos, hasta que me di cuenta de lo que acababa de hacer

-Por favor no le cuentes nada de esto a tu hermano- supliqué

-No te preocupes, es nuestro secreto- dijiste simulando cerrar un cierre en tus labios

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HOLAAAA
No saben la felicidad que tengo al traerles esta historia que lleva mucho tiempo rondando mi mente
Sé que la anterior se salió un poco de contexto, pero aquí está esta historia para compensar ❤❤

Espero la disfruten y la llenen de amor como sólo ustedes saben hacerlo

Los amo
Alex ♡

11 BESOS [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora