Capitulo 4: Días dificiles

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—¡Mira cuanto te hablo!

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—¡Mira cuanto te hablo!

Con temor no me queda de otra que alzar la mirada y contener un poco el miedo que desea ser expresado, las silenciosas lágrimas amenazaban con salir aun así con la mayor fuerza de voluntad logré contenerlas.

—Lo siento—Suelto sin saber aún por qué estoy en esta situación, pero mejor confío en mi instinto que me ha salvado de muchas.

Gruñe—Vamos a visitar a la familia y más te vale cambiar esa cara.

La veo notando su molestia por mi manera de evitar a todos en especial a la familia.

—De acuerdo—Suelto esas dos palabras que desde siempre han sido mi condena.

—Alistate nos vamos en media hora.

Esa media hora fue la peor tortura, detesto ir a ese lugar y más temo que me dejen sola, suspiró teniendo una idea, pero ya es tarde cuando nos estamos montando en el auto.

Miro los alrededores a medida que el auto avanza este viaje siempre me es eterno, aunque son 35 minutos de carretera. La música de la radio relaja el ambiente juego con mis manos mientras estoy sentada en el asiento de atrás con el cinturón colocado, nunca está de más ser precavida y eso es lo que me han enseñado.

—Llegamos.

Un escalofrío recorrió mi espalda, por más que me rehusé a quedarme en el auto no me lo permitieron, tuve que bajarme y "saludar" a toda la familia.

—Y ¿Toñito?—Mi madre miro por todos lados buscando al mencionado yo opté por ocultar disimuladamente detrás de mi hermana.

—Descansando—Oí responder mi tía Biliar

Suspiré relajándome un poco ante lo dicho y espero no tener que verlo hoy.

—La pequeña ya está grande.

—No soy pequeña—Bufo ante el comentario de mi primo, como lo odio siempre me molesta.

—Ya deja a tu prima después de todo tienen los mismos 11 años.

Así es, ya tengo 11 años, mi mente ha cambiado en este tiempo, comienzo a comprender como actúa el mundo más que antes, este cruel mundo.

—¡Apartate!—Grito molesta cuando él me empuja al suelo.

—Estás indefensa como siempre.

Tiene razón, cuando llegamos a la casa de algún familiar siempre me dejan por mi cuenta, como detesto eso y aún más los moretones que me crea estar sola...

—¿Qué pasa?, aún estás débil de tus piernas

—Burlarte todo lo que quieras a cualquier niño puede sucederle eso—Agacho la cabeza con tristeza, algo que he ocultado es el hecho de haber perdido la operación que le hicieron a mi rodilla izquierda a causa del accidente que tuve mis piernas quedaron débiles, a pesar de que mis padres no me digan todo tengo ese conocimiento, pero prefiero tener esta mente oculta por siempre.

Mi Vida Desde Otro Ángulo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora