Capítulo 3

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Narrador omnisciente

Lorenzo es el tipo de hombre que cae mal en segundos. Su arrogancia le quita elegancia y belleza, pero a él le da igual. La mayoría de las mujeres solo ven un hombre guapo, millonario y que da un aire de bien portado en la cama.

Tiene montones de mujeres detrás de él, se hacen de la vista gorda e ignoran su actitud tan poco amable y agradecido.

No tiene respeto por las nujeres, su único objetivo es usarlas y dejarlas sin estabilidad emocional.

No cree en el amor, ni en el compromiso. Bianca es simplemente al momentáneo, la ayuda para que pueda conseguir una herencia.

Lucía Navarro

Cojo mi bolso que hice a mano con unos vaqueros que ya no me quedaban. A veces me pongo a reciclar por entretenimiento o por necesidad. Pero me gusta hacerlo. Quizás en un futuro me dedique a eso, nadie sabe. Transformar cosas me gusta.

Luego de tomar mi bolso voy hasta la salida del restaurant para llegar a tiempo a mi destino.

Hoy debo limpiar una mansión y en la noche un estúpido bar. A eso me dedico, a limpiar casas, bares y restaurantes, para poder sobrevivir y ayudar a mi padre. No tengo otro trabajo.

Terminé la secundaria a los 15 años de edad, siempre fui la más destacada todos los años y esa era una de las razones por la que me molestaban y me llamaban Luznerd. Que combinación.

Pero nunca me molestó, porque algo me enseñó mi madre, y es que a los comentarios malos, oídos sordos, y además ser inteligente no es un pecado.

Pero les confieso que cuando el popular y el chico más sexy se burlaba, algo dentro de mi se rompía un poco. Se sentía como cuando la persona que más quería, te fallaba.

Siempre fue mi amor imposible.

Mi madre falleció cuando cumplí los 16 años de edad. Tardé en recuperarme, pensé que jamás saldría adelante, que todo se iría a la mierda. Las cosas fueron empeorando, mi hermana se fue con su novio quien sabe a donde, hasta la fecha no sabemos mucho de ella. Mi padre se metió en los vicios de la calle y tuve que irme a trabajar para mantenerlo y mantenerme, ya que fue echado de su trabajo. Tengo 30 años de edad y aún no tengo una carrera universitaria, me siento tan defraudada por mi misma. Pero nunca es tarde. Todo a ido mejorando poco a poco. He tenido que hacerme cargo de mi padre, los estudios se quedaron en segundo plano, pero ahora ando capacitándome. Mi padre está poniendo de su parte y cada día está más animado, hablar de mamá le saca sonrisas y no lo aflige. Porque mi mamá fue buena madre, amiga y esposa. Siempre estuvo ahí para nosotros.

Toco el timbre por segunda vez y una voz proveniente de una bocina pegada a la puerta, me sobresalta

─¿Quién es? ─pregunta una voz femenina

─Lucía, la chica de la limpieza ─digo nerviosa

─Ok ─dice y la puerta se abre.

No me ha ido mal las personas pagan muy bien por mi servicio. Bastante diría yo.
Entro y la casa es súper grande, tiene un jardín hermoso, dos fuentes con un ángel en su centro, flores de todo tipo, unas orquídeas que brillan más que mi cabello castaño. Camino por el caminito de piedras bien ceñidas al suelo.

La puerta de la casa se abre dejando ver una señora de algunos 60 años, quien me sonríe y me hace pasar.

─Enseguida la señora la recibe ─informa la doña con un delantal blanco sucio de comida.

─Gracias ─digo con mis manos entrelazadas delante de mi.

Observo la mansión, la cual es un paraíso por dentro. Todo es magnífico y de lujo. Me encanta. De todas las que he limpiado, esta es una casona bien arreglada y costosa.

─Perdón por hacerte esperar, ven conmigo ─dice una señora de unos cincuenta y tantos de años.

La sigo a pasos lentos observando las escaleras y todo a mi alrededor.

La señora se ve elegante, pero no exagerada, tiene buena aura y una sonrisa que da seguridad.

─He pensado en contratarte para que vengas tres veces por semana. Lunes, miércoles y viernes, así divides los oficios y no te cansas, el sueldo sería de 300 dólares cada día. Depende el trabajo, obviamente, porque podría ser más. Comerás y desayunarás aquí ─me informa mirándome con sus ojos azules.

─Perfecto señora -digo sonriendo.

─¿Solo te dedicas a esto? -pregunta.

-Si.

-Bien. Pues estas contratada, cualquier cosa, me puedes decir y aquí estaré a la orden. Confiaré en ti.

─No la voy a defraudar ─digo sonriendo.

Después de toda la charla, empiezo a limpiar el área del comedor. Por suerte no está tan sucio, así adelanto hoy el estudio y las escaleras. El trabajo no es complicado, no hay mugre, las señoras son agradables y no me gritan. Como en otros lugares que he tenido que ir a trabajar.

Dejo todo rechinando de limpio.

Después de limpiar las escaleras voy hasta la cocina para ayudar a la señora con la comida, ella se niega pero insisto hasta que acepta.

Tomo los platos para ponerlos en la mesa y los demás utensilios, solo faltan las copas, así que vuelvo al comedor para colocarlas y que todo esté en orden.

─¿Cuándo vas a dejar de recibir este pedazo de mierda aquí en casa? ─escucho una voz masculina preguntar.

─¡Ay hijo, de por Dios! Es tu hermano. ─escucho a mi nueva jefa decir.

─No deja de ser un bueno para nada ─responde el hijo.

El otro sólo se ríe a carcajadas.

Después de ordenar la mesa, la doña de la cocina los llama a comer. Yo me quedo en la cocina comiendo para luego irme a otra mansión. Como, friego algunos sartenes y mi plato mientras la señora de la cocina come.

Ya todo en orden, decido ya decirle a la señora que me voy, para no llegar tarde al otro trabajo. Camino mientras observo que no haya dejado algo mal puesto o sin hacer.

─Perdón, sólo quería decirle que ya me voy, nos vemos el lunes, señora ─digo sosteniendo mis manos, en la puerta del estudio

─Muchas gracias, Lucía ─dice sonriendo.

─¿Luznerd? ─dice una voz detrás de mi.

Me giro rápidamente viendo a mi peor pesadilla frente a mi. Ha cambiado, está más fuerte, grande y guapo. Tiene la misma cara, solo que un poco adulta. Es el.

Lorenzo Lombardi...

El italiano despiadado (Completa)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora