Las mejores historias siempre están llenas de personajes que entrelazan sus vidas de forma mágica, destino, en una palabra. Las líneas de la vida se entrelazan hasta formar una telaraña interconectada, con la fuerza para resistir huracanes. Es así como Mangel observaba su vida, como muchas líneas conectadas donde él era el eje que permitía todas esas conexiones. Desde que Rubén se había marchado con Samuel, su mundo había quedado en pausa, todo el movimiento sobre esas líneas se había detenido, y él se preguntaba si su destino era solo enlazar a las almas en el camino correcto para encontrar a su verdadero amor. Mangel observaba a todos llegar a ese lugar al que llamarían hogar eternamente, había logrado formar parejas que habían entablado una confianza plena, había sido el escalón que les alzaba lo suficiente para ver lo que verdaderamente deseaban, mientras que él... él vagaba por las calles oscuras sintiendo en su rostro la nieve, la lluvia, el sol y las hojas de otoño, sin tener ningún refugio al que marchar cuando la noche se cernía sobre la ciudad.
Cuando Mangel encontró a Rubén pensó que finalmente había encontrado aquel con el que sanarían juntos, ambos estaban tan destrozados que lo único lógico era que ambos utilizaran esas partes y las colisionaran para formar una única estructura, un refugio, algo que ni la gasolina, ni el cigarro ni tan siquiera el fuego con su fuerza, podrían destrozar. En Rubén había reconocido su historia, el hecho de enamorarse tanto de alguien, que parece mejor la muerte antes que la realidad. Se había reflejado como en un espejo en aquellos ojos brillantes por las lágrimas y el humo, le había acogido contra su pecho, susurrando que le cuidaría aún entre fiestas y ruido, porque ellos serían el lugar seguro para el otro.
Cuando iba a morderle... un dejavú abofeteó su rostro; el omega huyendo de un futuro juntos, su alma gemela escapando entre una multitud de personas, prefiriendo perderse entre ellas que mirar al destino de su mano. En ese momento tuvo la ilusión de que no era Rubén alejándose hacia otros brazos, por un segundo volvió a ver a Lolito, con sus ojos verdes aterrados, empujándole para evitar que sus colmillos se hundiesen en su cuello, pudo volver a sentir el aroma picante de aquel omega al que ahora solo visitaba en sus pensamientos más tristes. Recordó que olía a menta con canela, un aroma que podía ser suave y delicado, similar a los bastones de caramelo de navidad o que podía ser un aroma que haría a toda una habitación marearse y temblar por las especies jugando juntas, creando una combinación casi insufrible. Lolito siempre había sabido jugar con su propio aroma a la perfección, manipulando alfas para acercarse, para tomarlos a su gusto y destrozarles hasta el núcleo, sabía jugar con los sentimientos, haciendo a Mangel creer que le amaba, que estaban listos para dar el siguiente paso, pero rechazándole al ultimo momento. Y en esa situación, rechazado por segunda vez, el regreso del aroma a canela y menta hicieron sus ojos llenarse de lágrimas.
Mangel estaba convencido que él era el problema, que los omegas huían porque él no era lo suficientemente firme para hacer que se quedaran, y por un microsegundo, pensó en correr, detener a Rubén, gritarle "¿Qué haces? ¡Somos almas gemelas! ¡Eres mío!" Y morderle, joder, morderle tan fuerte que todos en la habitación quedaran hipnotizados por la sangre brotando de la mordida que sería la más bonita del mundo. Pero cuando se acercó, pudo verlo, a él, al alfa más fuerte, perfecto y elegante del universo, su aroma complementaba la imagen, con un aura a perfección, estaba el vino elegante. Aquel alfa no estaba roto como él, y notó a Rubén con una mirada que ningún omega jamás le había dirigido a él, no hubo dolor, sólo comprendió. Ese no era su lugar, ese, no era su refugio.
Una persona que ha vivido en las calles de la soledad encontrará un refugio temporal, pero tarde o temprano volverá a las calles. Así estaba Mangel, paseando en silencio entre los lugares que solía recorrer cuando se sentía completo. Su mente utilizaba los recuerdos para jugar con su roto corazón, algunas veces imaginando que la personalidad vibrante de Rubén paseaba de su lado, otras veces escuchando la voz risueña de Lolito susurrándole promesas vacías al oído. En uno de esos paseos interminables pudo ver a Rubén, se preguntó si nuevamente estaba alucinando producto del alcohol y del dolor, pero cuando vio la mano de aquel fuerte alfa alrededor de la cadera de Rubén notó que esta vez, era la realidad que le recordaba lo abandonado que se encontraba. Mangel miró profundamente a la escena, a Samuel despidiéndose de unos amigos y Rubén con una sonrisa tímida aferrándose al pecho del alfa, pero sus ojos no tenían brillo alguno. Sin pensar mucho en ello, sonrió con suavidad, murmurándole al silencio y a las farolas de la noche, "Rubén, ¿Tú también te sientes solo?"
La próxima vez que se encontró a Rubén el chico tenía una inmensa marca en el cuello, llena de colores, distintas tonalidades de violeta y rojos. Al estar más cerca el aroma de gasolina le sorprendió, Rubén olía a tristeza, a soledad, a miedo. Quiso reconfortarle, pero el dueño de aquel omega apareció con una mirada igual de vacía, parecía que ya nadie en el mundo amaba, que todos se habían resignado a existir, existir en un vacío oscuro donde todos quieren encontrar la luz sin saber como esta luce. Ante esa revelación, Mangel decidió que era su deber, su obligación, el tomar su destino por las riendas.
Mangel consiguió acercarse al alfa de Rubén, descubrió que se llamaba Samuel y tragándose sus propios sentimientos, con amabilidad, sigilo y mucha inteligencia de la que muchos no le creían capaz, había embaucado al hombre para llevarle a confiar ciegamente en sus palabras. Se convirtió en esa serpiente que susurra veneno al oído de los humanos para que cometan pecados, sus manos alrededor de los hombros de Samuel eran como cuerdas en un títere, el otro alfa no dudo ni un segundo en caer en su juego, ¿Por qué dudaría? Estaba tan destrozado y desolado que tener un amigo era lo único que le interesaba, sin pararse a pensar en las verdaderas intenciones de este. Mangel había maquinado el plan ideal para conseguir que Samuel se atara la cuerda al cuello él mismo, sin ayuda de nadie. Le impulsó perseguir a su amor perdido, remarcó los defectos de Rubén una y otra vez, con su lengua viperina le dijo en múltiples ocasiones "Él no es tu omega ideal, míralo, no es lo que deseas." Se lo repitió tantas veces que en la cabeza de Samuel ya no quedaban dudas, debía recuperar a Guillermo, él merecía más que conformarse con Rubén.
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Wenas💜 Está historia tomó un giro que no esperaba, pero me está gustando mucho el resultado y espero a ustedes también💜
Imagen del capítulo: All of Saku
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Omegaverse||Rubegetta- Clown's Story
Fanfic💜 Alfa- Vegetta 💙 Omega- Rubius ~I use humor to mask my insecurities...~ ¿A que huele el amor? ¿Que olor tienen los corazones rotos? Sin importar el cambio y toda su historia, Rubén siempre recordará la primera vez que sintió el aroma dulce de...