Capítulo 2

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   Estaba que ardía el muy capullo y bien que se lo merecía. Tenía los ojos oscurecidos, la mandíbula tensa y los músculos de sus brazos a cada lado de mi cabeza contenían las ganas de darle un puñetazo a algo.

   —Será muy difícil olvidarme de esto —dijo antes de apartarse, llevarse la mano a su pelo mojado, removerlo y salpicarme todo el rostro.

   Me sequé las gotas de agua con mala cara.

   —¿Sí? —seguí peleando—. Por el contrario, yo suelo olvidarme de todo lo que no me importa y me cae mal.

   Mis palabras salían por sí solas.

   El chico me escuchó y al instante volvió a acercárseme como la bestia que era. ¡Ay, joder! Que de veras me asusté.

   —Tú... —gruñó entre dientes, inclinándose tanto hacia mí que juro que sus labios rozaron ligeramente los míos y pude sentir su aliento caliente en mi boca.

   Me tensé al instante, pero gracias a Dios una mujer rubia apareció para salvarme.

   —¡Matt! —chilló ella bajando las escaleras a toda prisa—. Matt, ya veo que has conocido a Hanna Joseph.

   Yo no podía dejar de mirar al tal Matt, pero no necesité de la vista para notar el énfasis en mi nombre completo. ¿Me conocían?

   Él frunció el ceño sin dejar de verme con cara de pocos amigos.

   —Hanna, él es Matthew, mi sobrino —continuó diciendo la mujer a modo de presentación. Aunque no hacía falta, la verdad. Ya nos habíamos conocido lo suficiente para saber que íbamos a odiarnos con toda el alma.

   Matthew, como quien no quiere la cosa, se alejó para barrerme con la mirada de pies a cabeza, levantando su ceja cortada de manera burlona. Qué desperdicio de delicia para los ojos si no era nada más que un idiota.

   Ignorándome totalmente, se volvió hacia la mujer rubia. Seguía muy calentito y me anoté el tanto.

   —Tengo que irme, Fairyll —masculló decidido.

   —Claro —le dijo ella—, a buscar los modales que te has dejado en casa.

   —Descuida, Fairyll —interferí amablemente—, de todos modos yo tengo cosas que hacer.

   —Oh, no, no, no —se opuso mirándonos a su sobrino y a mí con sus impresionantes ojos azules y una enorme sonrisa—. Presentaos, venga. Tenéis que llevaros bien. Matt congenia estupendamente con las niñas ya que siempre pasa por aquí al menos por un momento.

   —Maldita sea —murmuré tan bajo para que Fairyll no me escuchase, pero no lo suficiente para que Matthew sí.

   Me miró volviendo a arquear una ceja como si fuese un bicho raro y feo al que se le iba a hacer muy difícil no aplastar.

   Al acercarse a mí, no pude evitar impresionarme. Era muy alto, y mira que yo medía casi un metro setenta, además era musculoso y muy viril. También noté otra cosa que cautivó toda mi atención por un segundo fugaz: el brillo de saliva que empapaba sus labios algo carnosos y rojos, sobre todo el labio inferior.

   ¿Por qué demonios miré su boca?

   —Hanna —dijo a modo de saludo, tendiéndome su mano.

   La estreché, ignorando el extraño hormigueo acompañado de calidez que me hizo vibrar levemente el cuerpo.

   —Matthew —imité fríamente.

   Entonces él apretó mi mano más de lo debido, ocultando una sonrisa maliciosa. Qué cabrón, madre mía. Tuve que morderme el labio para no chillar de dolor.

Calla Pequeña✔ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora