Muchos extras y algunos amigos

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It's just another war
Just another family torn
(Falling from my faith today)
Just a step from the edge
Just another day in the world we live

Hero, Skillet

El día que cumplió veintinueve, Eijiro y él cenan —todavía cubiertos por la mugre de la última pelea y él con una venda en el brazo— en su restaurante favorito. Está de buen humor, así que cuando se acercan un par de fans a pedirle una firma, accede sin gruñir.

El buen humor de su cumpleaños se le pasa el fin de semana siguiente, cuando descubre que Ashido le organizó una fiesta sorpresa.

(E invitó a la mayor cantidad de extras que pudo).

A pesar de todo, lo soporta porque Eijiro está de buen humor y porque, a pesar de la cantidad de extras, sus amigos están allí. (Aunque no planea decirles nunca que los considera sus amigos, supone que ya lo saben y lo que menos falta le hace en el mundo es reafirmárselos).

No hay demasiado alcohol, al menos —odia profundamente que vomiten en su baño o, peor, fuera de él—, porque la mayoría son héroes en servicio y no pueden permitirse el lujo de no estar alerta. Especialmente cuando son tantos en un solo departamento. Kaminari acaba ideando juegos estúpidos, Uraraka los junta a todos para partir el pastel. Lo obligan a soplarle a las velas y a partirse un pedazo para él que le pone a Eijiro en la mano tan pronto como puede. Se aleja de la multitud cuando ya no quiere saber nada de ellos. Ve a Todoroki y a Deku medio fajando —pretendiendo que no están haciendo lo que están haciendo cuando se dan cuenta de que los descubrió— en un rincón. Ni siquiera les grita. Bien por ellos. (Igual y es hora de que se den cuenta de que son la pareja perfecta). Se queda viendo a la ventana.

Siente una mano en su hombro.

Voltea y es Eijiro.

—Feliz cumpleaños.

—Me lo has dicho mil veces —se queja. Pero no le importa. Que Eijiro le diga lo que quiera las veces que quiera. Nunca quiere dejar de escuchar su voz.

—Una vez más, entonces. —Se acerca para darle un beso.

Eijiro sabe a pastel de chocolate. No está mal. Katsuki va a pasarle una mano por la cintura cuando la voz de Uraraka los interrumpe.

—¡Así que aquí están! —exclama—. Estoy reuniendo a todos en el comedor. Jirou quiere que brindemos porque se cumplen diez años de que nos graduamos.

—Que cursi —comenta Katsuki.

—Creo que no tenemos nada para brindar —comenta Eijiro. Nunca tienen alcohol en cada. Eijiro no toma prácticamente y Katsuki ni siquiera lo prueba—. Pero...

—¡Con agua o con lo que sea, da igual! —espeta Uraraka. Katsuki le reconoce que puede ser temible cuando quiere. (Y por eso es la segunda al mando).

—Ya vamos.

Están casi todos presentes, con algunas excepciones (Mineta, que les mandó una postal desde Las Vegas que Katsuki quemó sin muchos remordimientos; Hakagure, que está trabajando en Europa y Tokoyami, que está en medio de una misión de la que nadie sabe nada). Quizá a Katsuki se le olvida a alguien, pero nunca tuvo la paciencia necesaria para aprenderse los nombres de todos.

Tsuyu es la que habla cuando todo el mundo tiene un vaso con alguna bebida. Dice algo sentimentaloide que Katsuki ignora en su mayor parte. Eijiro le da un codazo cuando tiene que decir «¡salud!» y apenas oye lo último que dice la chica rana.

—... y al menos me enorgullece que nos hayamos conocido.

—Salud.

Diez años, eh. Y unas semanas más, porque se graduaron en febrero o marzo, recuerda Katsuki. Tiene la fecha grabada porque fue la primera vez que besó a Eijiro. ¿Ha pasado tanto tiempo? Todos se ven mayores. La mayoría se peinan diferente, pero casi nadie ha cambiado demasiado.

(Siguen siendo un montón de extras).

(Y, entre la paja, unos cuantos amigos).

Entonces suena un celular. El de Iida, que dice «perdón» y se apresura a contestarlo. Se aleja de la multitud, por si la conversación es privada. Vuelve con la cara pálida y eso alarma a Katsuki.

—¿Qué pasó...? —pregunta.

Luego suena otro. Y otro. Y otro. Y otro más. Iida ni siquiera alcanza a responder la pregunta cuando Bakugo siente que el suyo vibra en el bolsillo del pantalón.

Es Hawks.

Increíble.

(Odia recibir llamadas de ese tipo, en genera nunca lleva buenas noticias y siempre los mete en problemas. Remarcando el «siempre»).

—Diga.

Se aleja unos pasos. La mayoría está contestando llamadas y él tiene un pésimo presentimiento acerca de lo que está pasando.

—Tenemos un problema —dice Hawks—. Prende las noticias.

—Sé menos críptico, estoy en medio de algo —espeta Katsuki—. ¿Qué clase de problemas?

—Una purga.

—... ¿Qué?

Necesita una mejor explicación.

—Será mejor que los veas en las noticias.

—¡Hawks!

—¡Hay un video!

—¡Sólo...!

—Es un grupo de villanos... Dicen ser héroes renegados. Endeavor está verificando eso. El caso es que quieren hacer una purga. De héroes. Bakugo, prende las noticias.

Katsuki gruñe.

Y Hawks le cuelga.

Eijiro también deja su celular.

—Era Fatgum, dice...

—Prende la tele —le dice.

De repente todo lo que queda presente de la clase A de la UA está más en guardia. Eijiro prende la televisión y busca las noticias. Y entonces, después de unos minutos, lo entienden. Es obvio que es una purga. El grupo de villanos que distribuyó un video donde la imagen y las voces están distorsionadas se refiere a sí mismo como un grupo de limpieza. Dicen que la sociedad no merece a los héroes, que es hora de «limpiar».

Y que eso es un aviso.

Después el video se vuelve a cortar y la presentadora de las noticias sigue hablando. Menciona a un par de héroes que fueron atacados en las últimas horas —y están muertos—, dan una lista de al menos cinco desaparecidos. Reconoce los nombres, pero no es nadie demasiado cercano como para que pierda los estribos.

Sin embargo, por un momento, nadie puede decir nada.

Hasta que Katsuki oye la voz de Eijiro.

—Joder...

No hay mejor descripción para la situación.

Vida de Héroe [Kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora