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—Sólo necesito hacer una llamada rápido.

—Espero que no sea a tu padre.

—¿Pero cómo crees que lo llamaría?— dije elevando mi tono de voz.

—Solo son suposiciones, mejor disminuye el tono de voz en el que me hablas— respondió girando sus ojos hacia su costado.

—¿Sino qué?— dije retándolo.

Ay, niña.

—Pues me veré en la obligación de tener que castigarte— Así que un castigo... ¿Qué tipo de castigo?

Sé que te encanta arriesgarte, niña.

—Me estás tratando como una mascota o un objeto— dije acercándome a él y no se molestó en retroceder.

—¿Cómo se supone que debería de tratarte? Aquí la vendida eres tú— Auch, eso dolió.

Supongo que ese sería mi punto débil.

Se quedó examinando mis ojos, como si buscara algo a través de ellos.

¿Qué estaría pensando?

Mis ojos empezaban a cristalizarse, me sentía un objeto a su antojo, un simple reloj de esos caros que este tipo de personas compran y luego se deshacen de él porque lo han usando demasiado.

Me miraba como si fuera su distracción, le divertía verme así. Me sentía débil y él lo disfrutaba.

El dobló su cabeza, en cambio yo me puse cabizbaja, no solté ni una lágrima. Se escuchó un leve gruñido de su parte pero no quise verlo así que estaba dispuesta a irme.

—Mírame— seguía sin mirarlo.

—Aquí no te puedes mostrar débil ante nadie, mírame— repitió un poco más alto.

No quería mirarlo y eso él debió notarlo así que sostuvo mi barbilla y la levantó. Mis ojos estaban dirigidos al suelo y él seguía sosteniendo mi barbilla.

—¡Mírame, maldita sea!— gritó, me empezaba a incomodar sus cambios de humor y no quería pelear ahora, así que lo miré.

Así es, me armé de valor y lo miré.

No quería llorar pero me quemaba tener que pasar por todo esto. Siento que es demasiado.

Por un momento fingí no escucharlo hasta que pude ver en su rostro su mirada de superioridad.

—¿Me darás el teléfono o no?— Quería desviar el tema

—Tal vez sí. Debes obedecerme y nada de hacer lo que hiciste anteriormente. No sabes dónde estás metida, si te ven débil te mataran.

Si le dijeras sería ayuda.

Hey, espera. Demasiada información, debo asimilar esto.

¿Matar? ¿Matarme? ¿Y yo que he hecho?

—No quiero morir.

—Nadie quiere morir, yo te protegeré y te enseñaré mientras tanto, después que aprendas ya veremos.

—Necesito el celular.

—La llamada la estaremos escuchando así que no te atrevas a cometer una locura. Como llames a la policía o alguien que "pueda ayudarte" No servirá de nada.

—¿Me lo darás o no?— ya estaba preguntándome que haría con el teléfono si ya él mencionó que no me serviría de nada.

—En la cocina puedes encontrar uno, es eléctrico. Luego cuando sepa que no harías ninguna estupidez te compro uno.

¿Amor Mafioso? No Lo Creo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora