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La vieja noche era calurosa, dando entrada al caliente verano que se aproximaba a paso veloz. El joven Narancia iba tarde a su clase nocturna, en un mundo donde los stands habían desaparecido sin dejar un solo rastro de magia que los caracterizaba, no podía pedirle a Buccellati que le teletransportara al portón de su instituto, y Abbacchio se encontraba demasiado ocupado como para darle un aventón. ¿Mista? ¿Giorno? Ambos tenían trabajo que atender, y que Trish le acompañara no era una opción, no podía arriesgarse a que le ocurriera algo al regresar sola a casa.

Todos estaban demasiado atareados en su propio mundo, tanto que ninguno se esperaría jamás lo que esa noche acontecería.

- ¡Me voy! – gritó a una apenas vacía casa, sin recordar que no había nadie que le escuchase. "Oh", pensó al darse cuenta.

La vida de Narancia era bastante desolada, su familia era ahora una gran red mafiosa la cual no podría darse el lujo de descansar, cada segundo de sueño era una moneda perdida, y ellos jamás plantearían el perder un solo centavo; las únicas y contadas veces que todos se reunían era cada último viernes de cada mes, sólo para compartir el informe de ganancias de su oscura compañía. A Narancia no le interesaba mucho este tópico, a pesar de ir a clases nocturnas en donde la ley era la matemática, no se veía participando en esa conversación, además de que Buccellati prefería que no se metiera en los asuntos de la mafia ya, sino que se centrara en sus estudios, y eso estaba bien para Narancia, entendía la preocupación de su amigo, aunque temía que le subestimara.

Absorto en sus básicos pensamientos, el chico simplemente caminó por el mismo camino de siempre, que estaba seguro conducía al mismo lugar de siempre, sin embargo, no pudo evitar observar por el rabillo del ojo algo fuera de lugar, algo que no encajaba con la apacigua noche y que, estaba seguro, podría ser peligroso.

Una van completamente negra, con todos sus vidrios polarizados, parecía descansar a un lado de la calle, o eso era lo que normalmente se pensaría, si no fuera por un muy mínimo pero constante movimiento hacia el frente que le hacía avanzar.

Primero Narancia creyó que se trataría de un extranjero con un acento muy marcado que le pediría direcciones para llegar a algún lugar conocido, pero un turista no llevaría un automóvil de tal porte. Pensó en correr para evitar alguna interacción desagradable, pero una suave voz que reconoció al instante detuvo su ya casi paso redoblado.

No quería creer que era quien creía que era, pero esa voz era inconfundible, tan severa pero dulce, avivó en su corazón un fuego que creía que había perdido desde que los stands se esfumaron de su vida. Ese "Oye, Narancia" fue todo lo que necesitó para reconocer a su gran amigo, su colega, su maestro en diversos temas, "¡Fugo! ¡Es Fugo!" se dio la vuelta ante tal pensamiento, emocionado de que esa persona que tanto anhelaba volver a ver por fin se encontrara a su alcance.

Dentro de aquella oscura camioneta se encontraba su albino compañero, que por diversas razones los había dejado en mitad de su lucha contra su antiguo jefe. No le odiaba por esto, no le guardaba un solo rastro de rencor, sabía que tenía su justificación, después de todo, estuvo a punto de abandonar al grupo al igual que él, pues en si no encontraba el valor para no continuar con la lucha que tanto les costaría ganar, pero que al final, ganaron, sin ninguna baja. Al voltearse completamente y verlo frente al volante tenía ganas de llorar de alegría, de verdad creyó que jamás le volvería a ver, que no sabría de su paradero por la vergüenza que seguramente le causó el haberlos dejado atrás, pero ahí estaba, finalmente los había encontrado, por fin lo había encontrado a él.

Sus piernas no dudaron un segundo en correr hacia la van, en donde Fugo le esperaba con una sonrisa modesta, como siempre, tratando de ocultar sus sentimientos, como le habían enseñado desde pequeño, aun así, Narancia aseguraba en su interior que estaba tan feliz como él de volver a tenerlo en su vida. Una vez al lado de la ventanilla, apoyó ambas manos en el borde de esta, pues estaba abierta.

- ¡Fugo! ¡Fugo, eres tú! ¡No puedo creerlo, de verdad eres tú! ¡Te extrañé tanto! – chillaba de alegría al borde de las lágrimas, el aprecio que le tenía era enorme y Fugo podía notarlo, era algo que siempre supo, y que probablemente ahora le sería bastante útil. Pudo escucharse un pequeño clic seguido de un "sube" por parte suya, a lo que Narancia rápidamente abrió la puerta y subió, cayéndose un par de veces, pero finalmente arriba se abalanzó contra él, ansioso de tenerlo cerca una vez más, aun cuando el afecto físico jamás fue su fuerte. En lugar de apartarlo, lo envolvió con uno de sus brazos, susurrando un par de palabras.

- Oh Narancia... ¿Sabes cuánto esperé por este momento? –

- Puedo imaginarlo, ¡Yo también! ¿Por qué no viniste antes? ¿no era seguro? ¿dónde estuviste todo este tiempo? –

- No puedo responder a todas esas preguntas, pero si puedo decirte una cosa. –

Se escuchó otro clic antes de continuar.

- Y es que jamás volveré a dejarte ir. –

- ¿Mmh? – Narancia pudo escuchar ese pequeño sonido que significaba que la puerta ahora estaba cerrada, se preguntaba si lo iba a llevar a algún lado, "mi clase..." pensó, pero realmente era lo que menos le importaba, no pasaría nada por faltar una noche, y mucho menos podía dejar que su gran amigo se fuese así sin más, no pensaba separarse de él, al menos no por esa velada. - ¿A dónde vamos, Fugo? –

- Lo lamento, Narancia, pero es algo que no puedes saber. –

Y sin decir una sola palabra más, cubrió los ojos de Narancia con una de sus manos, él, pensando que era un juego, sólo sonrió, imaginando que le llevaría a su hogar para pasar tiempo juntos antes de ir con la pandilla. Pero eso estaba mucho más alejado de los planes de Fugo, el cual con la mano libre que aún tenía, tomó una funda de almohada y se la puso en la cabeza, para después de haber liberado su otra mano, agarrar un martillo y darle un estrepitoso golpe en la frente que no le causaría una conmoción cerebral, pero si lo dejaría inconsciente unas cuantas horas.

[ ... ]

Al despertarse, no pudo evitar afligirse al sentir una fuerte punzada en su rostro, pero lo que le hizo entrar en pánico fue el no poder visualizar absolutamente nada. Intentó gritar, pero se encontraba tan aterrado que ni siquiera la voz le salía. El sudor comenzó a hacerse presente en todo su cuerpo, los espasmos le siguieron, pequeños tics que sólo lograron que la persona frente a él soltara una risita burlona. Narancia reconoció esa risa casi al instante, fue entonces cuando recordó lo que pasó, estaba con Fugo en su camioneta cuando algo lo golpeó fuertemente, se preguntó si alguien los había atacado, pero si ese hubiese sido el caso, Fugo no se estaría riendo ahora mismo. "¿Acaso...fue él?" se preguntó mentalmente, al borde de un colapso emocional, pensando en que tal vez Fugo no se encontraba allí para volver a entablar lazos de amistad con la pandilla.

- Veo que ya despertaste. –

- ¿Qué...está pasando? – preguntó con la voz temerosa, temblando y dudando de cada palabra. El hombre presuntamente frente a él sólo soltó otra risa cínica.

- Mi venganza, Narancia. Eso está pasando. -

No pensaron que esto de verdad sería Fugonara, ¿cierto?

Where is Narancia? -FUGONARA- (EROGURO)Where stories live. Discover now