Capítulo VIII Extra- Después de la fiesta

311 42 3
                                    


Hola! Me había tardado en traer nuevo capítulo (a pesar de que ya tengo el fanfic técnicamente terminado) por este extra en especifico.

Yo sé que nadie me pido escribir Smut, pero quería hacerlo, si en una serie esperamos por estas partes entonces en los fanfics tambien (?) 

En fin espero les guste, ando algo oxidada en estos temas, pero hice lo mejor que pude.

Por cierto, aqui solo use los nombres de Saint y Zee por comodidad, y porque es algo más intimo entre ambos, además de que no hablan, así que...

________________________________________________________

Después de aquel beso ambos chicos se habían dejado llevar por el momento, Zee no perdió el tiempo y tomó un taxi hasta su departamento con Saint siguiéndolo sin chistar.

En la mente de ambos solo estaba la idea de no perder esa oportunidad, preferían arrepentirse de lo que pudiera pasar y no de lo que no había pasado. Suppapong más que Pruk era consciente de que se iba a arrepentir de lo que sucediera en ese momento, no porque no le gustara o porque no quisiera que pasara, sino porque él aún no estaba claro en cuanto a qué elegiría, pero sabía que deseaba a ese joven en ese preciso momento.

Cuando llegaron al departamento de Zee y este abrió la puerta Saint no lo pensó antes de abalanzarse sobre Zee y tomar nuevamente sus labios. Sus respiraciones eran erráticas y los besos habían perdido toda pizca de inocencia, por su sangre solo corría el deseo que sentían mutuamente.

Zee aceptó cada uno de los demandantes besos de Saint, se dejó hacer por el chico que poco a poco iba bajando, apoderándose de su cuello, pudo sentir como dejaba su marca y por un momento eso le hizo sentir feliz, sentía que era reclamado por él como suyo, no podían decirle que aquel chico no sentía nada por él cuando lo besaba de esa forma.

Saint continuó su camino deshaciéndose de la camisa del mayor, recorriendo su torso con suaves besos hasta llegar al borde de su pantalón, el cual comenzó a desabrochar mientras fijaba su mirada en el contrario, ambos se miraban de la misma manera, con la lujuria opacando toda otra emoción dentro de ellos, aunque aún Saint podía vislumbrar algo en la mirada de Zee.

El castaño continuó con su trabajo tomando el miembro ya erecto de Zee, con una de sus manos comenzó a masturbarlo escuchando los jadeos, sintiéndose complacido con ello, pronto pasó a detallar con su lengua el glande y luego toda la extensión del pene antes de meterlo de lleno en su boca. Entonces pudo escuchar un gemido salir de lo más profundo de la garganta de Zee, lo cual lo entusiasmó y lo llevó a buscar más de esos sonidos lascivos del mayor, metió y sacó el miembro de su boca y con su mano masajeaba los testículos.

Zee hizo que Saint retrocediera antes de llegar al clímax, lo puso de pie casi de forma brusca y sin pensarlo dos veces lo acorraló contra la pared, dejándolo de espaldas a él.

Comenzó a besar el cuello ajeno con avidez, copiando los movimientos previos de Saint, marcando su cuello sin permiso, con sus manos ocupadas en el pecho, mientras que pellizcaba los pezones del menor provocando así leves gemidos que solo disminuían más la cordura de Zee.

Pronto los pantalones de Saint habían desaparecido, estaba demostrado que Zee no perdía el tiempo, llevó sus dedos a la boca del menor quién sin dudarlo comenzó a lamerlos y llenarlos de su saliva, entonces fueron llevados a su entrada, primero un dedo insertado despacio... sintiéndose casi como una tortura. Dolía, pero Zee se había encargado de distraerlo con besos. Saint ya se declaraba adicto a esos labios ajenos.

Entonces otro dedo fue insertado y los movimientos en su interior le hicieron retorcerse pidiendo más, Zee no había tardado en encontrar el punto exacto que lo deshizo en gemidos e hizo que sus piernas flaquearan. Sin demora lo giró para tenerlo frente a frente, lo levantó haciendo que el menor lo rodeara con sus piernas y se preparó para introducir su pene.

Esperaron unos segundos, observándose, sus rostros cubiertos en sudor por la temperatura elevada de sus cuerpos, sus respiración agitadas. Saint pegó su frente con la de Zee y mientras mordía su labio con un gesto le indicó que podía moverse ahora.

Las estocadas comenzaron lentas, haciendo que Saint aún se quejara un poco por el escozor, pero pronto se fue adaptando y sintiendo no más que placer. El cuarto se inundó de los gemidos de Saint y los jadeos de Zee. Cada movimiento era más frenético y sentían que estaba cercanos a explotar, Zee se aprovechó de ello y con una de sus manos comenzó a masturbar a Saint haciendo que el castaño se retorciera aún más en el placer que le proporcionaba sentirlo, de esa forma no tardó en correrse entre ambos y unos segundos después Zee le siguió.

Tomaron aire y regularon su respiración antes de que Zee saliera de dentro de Saint y sonriera buscando la mirada ajena.

—¿Vamos a mi habitación?

Y aquella invitación no fue negada por el másjoven, que sin siquiera contestar ya era llevado en brazos hasta aquel lugar



La pruebaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora