transcurrieron los días, y con el tiempo, Erik se había convertido en el fotógrafo oficial de todo el grupo, por desgracia para el omega, no le pagaban ni un solo centavo por más que su trabajo fuera fantástico; aunque el dinero no le interesaba, sino ser finalmente importante y requerido para algo.
El fin de la segunda semana estaba cerca, y en realidad, el omega estaba comenzando a considerar a Mackenzie como algo más que solo el amigo de su hermano mayor que prácticamente vivía en su casa.
Era de mañana, y Erik se había tomado un tiempo para empacar sus cosas, ya que muy temprano en la siguiente mañana, partirían de regreso a su hogar en Seattle. Más tarde se encontraría con sus amigos en una cafetería, pero antes de salir de su habitación, se colocó sus zapatos rápidamente; fue tal la prisa que siquiera se dio el tiempo de mirar sus agujetas, las cuales se encontraban desatadas, y como ultimo acto, salió corriendo de la habitación por los largos pasillos.
-¡Chicos!-Llamó al acercarse a sus amigos.
Ethan alzó una mano y sonrió, mientras Peter tardó en despegar la mirada de su móvil.
-Hola-Sonrió al llegar con ellos-¿Qué plan tienen?
-No lo sé...-Respondió Peter-Pienso que... como es el último día, estaría bien subir a la mejor de todas las montañas rusas; la más grande-Sonrió.
Erik se mantuvo en silencio.
-Me gusta esa idea-Ethan también sonrió-¿Qué piensas Erik?
-No lo sé... Gastaremos medio día o más en la fila...
-¡Pero valdrá la pena!-Interrumpió el ojos miel-¡Anda! Será divertido.
El omega lo pensó por unos segundos, y finalmente miró a ambos alfas a los ojos, sonrió y asintió-Está bien, pero tenemos que irnos ya.
De llevar cinco minutos de risas en la fila, pasaron a dos horas de aburrimiento, desesperación y hambre.
-¡Maldita sea!-Expresó Peter-¡Tengo hambre!
-Igual yo-Dijo Ethan.
-Iré por algo de comer-Erik sentía lo mismo que los otros dos.
-Bien; solo no traigas mucho-Suplicó Ethan-... No quiero vomitar cuando estemos allá arriba.
-Bien...-Rió y salió de la fila con la total confianza en que su lugar quedaría al cuidado de los otros dos alfas.
Entró a un restaurante, no muy grande, y no muy lejos; examinó cuidadosamente el menú en la pared detrás del mostrador, y ordenó tres emparedados pequeños de pollo con algunas verduras dentro, y un refresco para cada pedido. Pagó la cuenta y tomó las tres pequeñas cajas que contenían la comida. Salió del lugar, y rápidamente se dirigió a donde se encontraban los demás, y a causa de haber bebido cerca de la mitad de su refresco, cuando llegó con Ethan y Peter, les pidió que le cuidaran su comida para poder ir al sanitario. Una vez terminó de lavar sus manos y secarlas, salió, de nuevo apresurado, pero más tranquilo; a pesar de que ya había pasado mucho tiempo, aún no se percataba de sus cuerdas sueltas, por lo que, al pisar mal una losa suelta del suelo, tropezó y pisó sus agujetas, haciéndolo perder equilibrio, pero justo un momento antes de que su rostro y gafas tuvieran un doloroso encuentro con el suelo, sintió un fuerte agarre por el torso, impidiendo que este cayera.
-¿Estás bien?-Una voz un tanto grave, pero amable, preguntaba mientras la persona que la poseía incorporaba al chico.
-Eso creo... Gracias-Mantenía su mirada baja.
-Me alegro...
Aquella voz finalmente sonó familiar a los oídos del omega, entonces este se decidió por verlo, y cuando lo hizo, quedó sorprendido; era nada más ni menos que Mackenzie con una enorme sonrisa de oreja a oreja.
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Making you mine
RomanceErik Pierce, un omega de diecisiete años, que no se siente para nada importante en el mundo y que sufre un tipo de enfermedad que no puede controlar. Día tras día completa su rutina diaria; va a la escuela, come, hace tarea... Todo lo que se supone...