Capítulo 1.6

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¿Que es verdad?, ¿qué es mentira?

Me lo puedes decir, estoy tan perdido. El espejo me muestra lo que creo ver pero eso es verdad.

O es una simple ilusión, veo todo de manera distorsionada.

La música sonaba por todo el lugar, era animada recordando los clásicos de los años ochenta, provenía de un viejo pero buen conservado tocadiscos

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La música sonaba por todo el lugar, era animada recordando los clásicos de los años ochenta, provenía de un viejo pero buen conservado tocadiscos.

La melodía era alegré y la voz de la mujer se escuchaba perfectamente al igual el gran ritmo que poseía, daba ganas de bailar con emoción como si fuera alguna droga adictiva.

Ak-707.

El tan conocido y icónico sobre nombre le hacía bien aquel sujeto que se divertía tras la pantalla. Un antiguo programador y especialista en ciberseguridad que trabajó con anterioridad para un país.

—Hey, imbecil—habló una voz gruesa y varonil.

El susodicho lo ignoró mientras seguía tecleando por la computadora, concentrado más que nada en el mundo.

—Pendejo, te estoy hablando no me ignores—reclamó molesto aquel sujeto que traía consigo una caja de pizza.

—¿Huh?, no ves que estoy trabajando—comentó molesto, no le gustaba que lo interrumpan cuando esta trabajando.

—Oh, ya veo, ¿entonces no vas a querer pizza Ak?—preguntó de forma maliciosa mientras que abría la caja y sacaba una rebanada de pizza.

—¿Qué?, espera pizza—el nombrado Ak, rápidamente guardó sus programas en los que estaba trabajando para después dejar la computadora en modo hibernación.

Ak, se levanto y sin perder el tiempo agarro un pedazo de pizza de peperoni, empezando a comerlo mientras que el otro se limitó a dejar la caja en una mesa cercana tomando asiento y disfrutando su pizza de a la mexicana.

—Ak, ¿hablaste con Pornohub?—preguntó mientras abría una coca-cola.

—Obvió, no soy como tú, pedazo de inútil—reclamó el de orbes azulados mientras lo ignoraba.

—ibvio, ni siy cimi ti pidizi di initil—imitó de forma infantil al contrarío con molestia mientras empezaba a tomarse su coca-cola.

—Que infantil eres, ¿que te dijo el jefe?—lo miró con seriedad mientras rodaba los ojos ante su pequeña rabieta de crio de cinco años.

—Nada, dijo que ya nos mando nuestra paga en nuestras cuentas—contestó restandole importancia mientras que alzaba los hombros.

—Adoro a ese vato—comentó el de cabellera rosácea.

—Como no adorarlo, nos da una buena pasta—dijo estando de acuerdo con Ak, el tipo no era malo y la paga era más que buena.

—Yup, razones me da para ser su sugar baby—dijo divertido mientras terminaba su rebanada de pizza.

México un gran actor [Edición] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora