Septiembre, 2018
Hola, no la cierres la carta sé que no tiene destinatario pues aun no quiero que sepas quien soy, pero no la cierres mejor siéntate a tomar café o algo así y quédate a leer mis letras que te involucran de principio a fin. Empezaría presentándome, pero esos datos no debes saberlo ahora y no, no te molestes respira un poco y ten paciencia porque han pasado tantos años y yo sigo pensando en lo que quizás nunca te diga, pero me decidí si lo haré tendrás que ser paciente ya que a mi no se me da muy bien y haré un esfuerzo.
Te vi entrar por la puerta y no podía creerlo. Sentía que había algo opacando mi mente que te involucraba, pero no sabía que era. Quería creer que me encontraba confundida y que grave error cometía y si llegas a leer esto no lo hagas con mas nadie y di lo que sientes.
No sé si estas bien o estas mal espero que bien, no sabias lo que provocabas al principio de todo cuando no sabía nada y podía ignorarte tranquilamente sin que invadieras mi mente hasta el punto de preocuparme por si comiste. Todo era calmado tu concentrado en ella y yo en él, pero ninguno pudo ser, simplemente se desató un remolino sin mirar a quien dañaba, pero no, todavía estamos en el principio cuando tus ojos eran normales, cuando tu sonrisa era normal, cuando todo era normal donde yo podía ser normal hasta ese día.
Ese día no es trágico sin embargo es ese día en el que todo cambia y en esta historia también hay un DIA en el que todo cambió. No sé si esta carta llegará tarde, tengo la creencia de que todo pasa por algo y conociéndote bien no sabrás que me refiero a ti. Quizás creas que me refiero a ellos, pero no, me refiero a ti. Aun así, quiero que sepas que estaré aquí por si me necesitas porque estamos en el principio ¿no?
Decidí contarte todo y te digo que me paré en medio del pasillo sin mirar a ningún punto exacto, sintiendo como me asfixiaba con lo grande de este sentir. Me provoca nostalgia ver como nuestros amigos nos tenían un futuro planeado y eso todavía es un incierto de la vida y del amor. Las veces que le pedí a Dios olvidarte no tiene comparación con la suplica de una madre por su hijo.
Seguiremos hablando en otra carta porque esta es solo el principio.
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