Carta 4

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Noviembre, 2018




Como en los viejos tiempos ¿Qué tal tu día o tus días? Elige bien donde sentarte y ponte muy cómodo. Leámonos.


Hoy hablaremos de la invasión que me hiciste en todos los sentidos posibles. Invadiste mis sueños, pensamientos, ideas, maneras de pensar y hasta mi comportamiento. Que me perdone Dios, pero si no te has dado cuenta de lo fuerte que es lo que siento por ti, eres un idiota.


Es que, aunque ha pasado tanto tiempo y tantas cosas aun no puedo creer que siento esto por ti pudiendo fijarme en otra persona que, si valore mi tiempo, mi esfuerzo, mi cercanía, mis actos, pero no justamente me engancho contigo.


Con mi dolor de cabeza.


Empezaste a ser el centro de atención de mis conversaciones, ya no podía pensar a lo lejos sin que tu sonrisa invada mi mente y el sonido de tu risa empiece a hacer hueco en mi cabeza. No sabes lo rápido que late mi corazón al tenerte cerca de mí, desbocado casi queriendo salir de mi pecho. Me duele, me duele tener que mirarte, saber que nunca serás mío, que mis imaginaciones serán solo eso simples imaginaciones. Te ruego que, si llegas a leer esto y te das cuenta de que eres tú, piensa bien como será tu reacción porque ya me tienes bastante lastimada.


Tendré que ir al psiquiatra porque el psicólogo ya no sabe que hacer conmigo y tu adicción, pero yo elegí perderme y ahora no puedo salir. Antes eran simples ganas de besarte, ahora necesito asegurarme de que estas bien. En mi mente yo dejo de importar y se nubla con tus característicos ojos de mucho brillo que me vuelven loca.


A veces creer que estoy soñando, pero hasta en ellos estás. Nos veremos en una próxima.

Lo que quizás nunca te digaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora