Narrado » 13

1.4K 179 9
                                    











13

—¿Por cuánto tiempo tomaste de esas pastillas que eliminaban tu aroma?

TaeHyung se mira las manos, temblorosas y llenas de heridas ante ese horrible tic de pellizcar entre sus dedos cuando los nervios pueden más con él que sus ganas de calmarse por sí solo y el de no recurrir a esas practicas que el alfa frente a él odia con todo su ser. Acciones como morderse el labio de forma inconsciente no para verse provocativo para nadie, el hablar siempre en voz baja y nunca vociferar demasiado sin sentir que en cualquier momento algo caerá en su espalda con fuerza, el tensarse ante la comodidad de una cama solo porque, durante mucho tiempo, nunca utilizó una exactamente para dormir… su sola existencia siendo solo una sombra porque cada recuerdo contiene traumas de un pasado demasiado cercano, una sombra cuyas pesadillas siguen tan latentes en su pecho como el palpitar de su corazón apagado.

Con el fin de protegerse un poco y cambiar ciertos hábitos, se relame el labio inferior. Los ojos de YoonGi brillan con atención al gesto y él solo sonríe mientras se echa hacia atrás sobre su sitio; el sillón crujiendo bajo su movimiento.

—Perdí… la cuenta de las veces en las que ellos entraban a la habitación para darme esas cápsulas —responde en un pequeño murmullo apenas perceptible—. Perdí solo la noción de mucho tiempo y... es imposible decirlo. La dosis a veces aumentaba o bajaba... ellos eran quienes ordenaban que me tomara tantas como ellos quisieran o pocas.

Escuchándole más que atento, YoonGi está sentado sobre un sillón bien acomodado justo en frente suyo; el tipo yace con las piernas abiertas en una posición cómoda donde sus manos acarician en medio de ellas, sobre los acolchonados cojines que terminan sufriendo un poco de presión al este hacer uso de sus garras, con impotencia visible.

Por un lado, puede tomarlo como una invitación a uno de los tantos momentos que ya han compartido… sin embargo, está ese nudo en su garganta que le impide sugerirlo, porque nunca pueden culminarlo debido a su culpa. Besos y caricias que se ven interrumpidas por las escenas inesperadas y desagradables dentro de su cabeza… eso, y porque YoonGi se detiene a la más mínima mueca que él haga.

El omega respira, su mano izquierda yéndose directo adonde se supone se encuentra su fuente de aroma… un lugar que, en realidad, permanece carente de un aroma que ni él percibe por más que lo intente.

—Pero…

—TaeHyung… ¿no tienes una cifra que lo ronde?, ¿algo?

—Doce… —Su garganta pica, pero no carraspea, solo mira entre las manos de YoonGi, el cómo su alfa aprieta los dedos mientras sus propios colmillos relucen en esos instantes—, desde los doce. Esas personas tomar a los omegas como caprichosos… hacerlos desaparecer un poco a su omega para… no usar voz.

Pasa saliva mientras niega con cierta lentitud en un pequeño bucle.

—No logré desarrollar aroma… mucho menos a mi omega. Soy débil… mi aroma ser débil.

Vuelve a esconderse entre la sábana que rodea su cuerpo mientras respira hondo y el reloj de YoonGi entonces suena para darles un aviso.

Suelen abrirse diez minutos. YoonGi intenta ayudarlo a expresarse cada vez más para que TaeHyung pueda controlarse a sí mismo cuando pierde un poco su raciocinio en ataques de ansiedad fuertes capaces de dejarlo sin aire. O cuando simplemente ambos necesitan ir aprendiendo del otro y TaeHyung cede a compartir esa información que comparte cada miércoles entre sesiones con otra persona. Por lo tanto, ¿qué cambia el compartirlo con una persona a quien estimas mucho?

—Ven aquí, pequeño.

Boquea fuerte en cuanto percibe el suave aroma de su alfa; su pequeña nariz se mueve y no tarda en reaccionar a la orden suave del mismo cuando se encima sobre el regazo de este.

Los ojos estrechos del mayor lo miran con cariño, un cariño tan perfecto y suave que lo atemoriza nada más se esconde en el cuello ajeno.

—Tienes que entender una cosa —le dice este de repente, sus labios depositando un suave beso sobre la nuca del omega—: no soy de esos alfas que buscan a un omega por su aroma, ni por su cuerpo o por lo que puede hacer o no en la cama, mucho menos voy a sentirme asqueado por un pasado que te tiene así de mal, o por marcas que puedan rayar el perfecto cuadro que enmarca todo tu cuerpo a modo de piel. Solo veo en ti alguien que necesita ser amado con muchísima paciencia. Además, es preferible no hacer nada mientras no podamos controlar esos ataques tuyos… no quiero saber que nuevamente volviste a sentirte presionado.

—Lo lamento...

—No. Yo lo lamento… lamento no haberme dado cuenta de que estabas incómodo. Lamento… lamento que hayas pasado por todo lo que has pasado en este jodido mundo.

HIATUS | Entre los latidos de un corazón marchito. » YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora