SOMOS HIJOS DE LOS VIRUS

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Básicamente, somos primos del coronavirus. Los virus nos pueden matar porque nosotros mismos somos un virus. Nuestra manera de reproducirnos, nuestra manera de digerir los alimentos, incluso, nuestra manera de pensar, ha sido creada por la ingeniería genética de los virus. En nuestro recuento de genes tenemos genes virales que se han unido a los nuestros. Somos mutantes. De alguna manera, somos un gran virus compuesto. Somos un virus que se multiplico y devino hasta formar este cuerpo humano. No decimos que el virus evolucionó, no, no, no, decimos que el virus devino, pues la evolución no existe, existe el devenir que es una cosa muy diferente. De eso ya hablamos bastante en nuestra ética hedonista. Sócrates decía que el ser humano tiene una existencia etérea, sutil. Eso se debe a que en realidad somo virus. A nivel de la escala de los planetas somos tan insignificantes y microscópicos como ellos. Al igual que ellos, cualquier ácido nos puede deshacer. Pero la revolución francesa, el ilustracionismo y la teoría de la evolución nos han convencido de que somos los seres superiores. Bueno, seres superiores, síganse escondiendo con miedo de los seres «inferiores», como los virus, encerrados en sus casas. Llenos de pánico. Qué gran superioridad. Para los futuros pensadores estos eventos deben dar lugar a desmontar definitivamente las implicaciones falsas del evolucionismo, propaganda de una religión del orgullo, enseñada en libros lamentables como «El Hombre Dios» que han sido escritos por propagadores virales del sentido de falsa superioridad humana, como Yuval Harari. 

LA FILOSOFÍA DEL CORONAVIRUSWhere stories live. Discover now