NOSOTROS MISMOS NOS CONVERTIMOS EN EL OBJETIVO.

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Por lo comùn, a los virus no les interesa entrar en nuestro mundo si nosotros no entramos en el suyo. Es una idea simple. El coronavirus ha llegado para advertirnos que, como efecto necesario de nuestra fe en el fetiche del progreso, y debido a nuestra locura por crecer económicamente fuera de toda proporción, y también al exagerar en el aumento de nuestra población, nos hemos convertido en un suculento plato y candidato para un próximo ataque de virus que no será tan clemente como el Covid19. Un virus que quizás también tenga sus propios planes de crecimiento económico, y para quien nosotros somos la materia prima, el «pozo de petróleo» para explotar.

Hemos abandonado los campos para ir tras el fetiche del progreso, creado por la revolución francesa, y por la modernidad y sus tantos estados unidos capitalistas, y esta es la consecuencia lógica. La solución es simple: regresar al paganismo, es el retorno a la libertad sexual plena, no al ideal de trabajo sino al ideal de placer y paz mental, y, obviamente con la debida renuncia al proyecto de la modernidad y su fetiche del progreso y del avance. La solución es reorganizar la sociedad en comunidades (parecidas a los amish, pero dotadas del uso de ingenierías)
  preparadas y armadas hasta los dientes contra los virus y listas para enfrentar pandemias. Sociedades no neuróticas, no dedicadas al consumo de la industria porno, sino dedicadas al goce sexual pleno en carne y hueso, protegido por la medicina y por las instituciones morales y políticas. 

LA FILOSOFÍA DEL CORONAVIRUSWhere stories live. Discover now