Extraño verte - Noriaki Kakyoin

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El ocaso podía observarse perfectamente desde el balcón del hotel de Morioh.
Una joven de estatura media salió en busca de aire fresco.
Se sentía cansada. Recién había llegado de viaje junto a su compañero Jotaro.
Respiró profundamente y mantuvo sus ojos cerrados.

— ¿Estás sola?— comentó una voz inesperada detrás de ella.

Un escalofrío recorrió por la espalda de la muchacha. Acto seguido, sintió unos pasos detrás suya, y luego un leve movimiento en la barandilla del ventanal.

— Ha pasado mucho tiempo, [T/N]— volvió a hablar.

— Lo mismo puedo decir, Nori.— dijo la recién mencionada con un tono burlón, para ella todo era producto de su imaginación.

Por sus ojos cerrados ella no lo apreciaba, pero sobre el barandal se recargaba un joven pelirrojo.
Este solo se limitó a suspirar, y a dirigir su mirada hacia el cielo.

— ¿Que ha sido de los demás?— dijo él.

— Jotaro está completando papeles en la recepción. Y en cuanto a Polnareff, no sabemos nada aún.

El silencio se hizo presente en la conversación por un buen rato. No fué hasta que el pelirrojo rompió con el hielo que siguieron hablando.

— ¿Y que te trae por aquí?—

— Vinimos en busca de una flecha, aparentemente hay una de ellas por la ciudad.— acomodó su rostro entre sus manos y siguió.— además, Jotaro tiene ciertos asuntos producto de los errores del Sr. Joestar.

— ¿Errores?

— Tiene un hijo ilegítimo.— dijo ella. Su rostro cambió a uno algo molesto.— ese viejo.

Él se rió levemente ante la expresión de la joven, consiguendo sacarle un suspiro de cansancio.

Ella no podía apreciarlo, pero el pelirrojo dirigió su mirada hacia ella.
Una mirada que trasladaba un cariño inmenso hacia la contraria.

— Sería todo diferente si estuvieras aquí.— dijo frustrada.— realmente te extraño.

El pelirrojo reposó una de sus manos sobre las de la joven.

— También extraño estar con ustedes, contigo por sobretodo. Pero no estás sola, yo sigo aquí.— acto seguido, el muchacho depósito un beso en su mejilla.

La contraría abrió los ojos asombrada, pero para su mala suerte, no había nadie ahí.
Pero el tacto se sentía real, ese beso fue real.
No era imaginación suya esta vez, él estuvo ahí.

Para reforzar sus pensamientos, una suave brisa la envolvió.
La joven acarició su mejilla con delicadeza, sonriendo para sí y dejando escapar en un susurro.

— Extraño verte por aquí.


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⏰ Última actualización: Mar 28, 2020 ⏰

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