Capítulo 1

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Every single day is a repetition of ctrl+c, ctrl+v

I have a long way to go but

why am I running in place?

Jimin movía su cabeza al ritmo de la canción. No era fan del kpop, pero algunas letras estaban llenas de una buena dosis de realidad; para él, al menos, todos los días eran iguales y grises. Se quitó los audífonos, los guardó en su mochila y metió esta a su vez en el locker.

El reflejo en el espejo le hizo sonreír de forma amarga.

—Gracias por visitarnos —gruñó por lo bajo, molesto con su actitud. Tenía dinero y con esto algo que poner en su mesa a la hora de comer, pagar su minúsculo departamento e incluso ir a la universidad.

"No seas malagradecido con la vida, Jimin", se reprochó de nuevo mientras se ajustaba la gorra de la empresa y de nuevo ensayaba su saludo en el espejo: —Gracias por visitarnos, mi nombre es Park Jimin. ¿Cuál será su orden el día de hoy?

Antes de que pudiera proseguir, unas palmas sonaron del otro lado del vestidor.

—Ese entusiasmo merecerá un ascenso pronto —afirmó el manager de la tienda y le sonrió–. Es en serio, Jimin, la gente que sueña llega lejos. Ahora tu turno te espera.

Una corta venia y una sonrisa de medio lado dieron por finalizada la conversación. Salió al mostrador. Una buena actitud lo era todo, y por eso practicaba cómo fingirla, porque su actitud real ante el día a día era una mierda. Saludó con un pequeño gesto a sus compañeros de turno y su discurso de introducción fue dado.

Un latte macchiato y una galleta de macadamia fue la orden que inició su día. Mientras recibía el pago, notó el libro que la clienta sostenía en sus manos y su día se ensombreció.

—¿Estudiante de Literatura? —preguntó a la chica, quien asintió con una sonrisa antes de declarar lo aburrido que era.

Jimin sintió cómo el gris podía tornarse incluso más oscuro.

—Apuesto que será una gran escritora —afirmó, haciéndola pasar al siguiente mostrador para recoger su orden.

—¿Escribir yo? —La risa femenina fue estruendosa y Jimin quiso taparse los oídos o echarla del local por escándalo público—. No.

—¿Entonces? —se obligó a preguntar, a pesar de sí mismo—. ¿Crítica, investigación?

—Nada de eso. Mi padre tiene una editorial y bueno, es el negocio familiar. Lástima, si te confieso, es taaaan tedioso, pero mejor que Administración o algo peor —dijo y luego le sonrió, ladeando la cabeza—. Eres nuevo, ¿verdad? Suelo venir seguido y te reconocería.

Lo que iba orientado a obvio coqueteo, obligó a Jimin a excusarse y atender a alguien más. ¿Cómo podía haber gente así de afortunada? "Y malagradecida, para colmo", completó en su mente. Él había renunciado a su sueño años atrás, ni bien dejó el hogar paterno y aceptó que debía orientar sus esfuerzos a hacer dinero y no precisamente a seguir lo que su corazón mandaba. Siempre se consolaba pensando que más adelante podría hacer lo que quisiera, cuando no estuviera ajustando sus cuentas con miedo a que no le alcanzara para comer y pagar el transporte.

—Gracias por visitarnos. Soy Park Jimin, ¿en qué puedo servirle?

El cliente levantó su mirada de la libreta y sonrió. Su mirada se encontró con la de un chico tal vez de su edad, pero se podía oler el dinero en él, en su reloj ajustado en la muñeca y en el teléfono que estaba encima de la mesa con descuido.

Tiempo CompradoWhere stories live. Discover now