Capítulo 4

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Firmó la cancelación de su matrícula y su sonrisa solamente se amplió al entregarla. La secretaría en turno le devolvió una copia sellada de la facultad con una expresión plana, pero no dejó que eso mancillara su buen humor y guiñó el ojo a la señora de mediana edad.

—Muchas gracias —contestó, giró sobre sus talones y salió a paso firme.

La pesadilla oficialmente había acabado. Atravesó el campus sin mayor apuro, sin recordar el sendero que unía ambos edificios estuviera rodeado de unos curiosos arbustos que ahora comenzaban a cambiar de color; se acercaba el otoño. En realidad, nunca antes había tenido la oportunidad de apreciar algunos detalles. Atravesó Seúl hasta llegar a su nuevo centro de estudios, fue a la facultad identificada en letras doradas como "Humanidades" y ahí entregó la papelería que le habían solicitado, no tuvo que esperar más de media hora cuando fue llamado al mostrador.

—Bienvenido, Park Jimin. En esta carpeta esta toda la documentación que le acredita como estudiante de la carrera de Letras y Literatura Universal de esta institución. Contiene el reglamento de los becarios, y toda la documentación de la cobertura de la misma, las clases empiezan en dos semanas.

La sonrisa del hombre que le atendía no podía más que responder a la firma que autorizaba la beca en un cien por ciento por el rector de la casa de estudios.

Se despidió con una ligera venía. Corrió por el campus ahora con un sentimiento distinto, uno que iba acompañado de una sonrisa en el rostro. Se acomodó en el primer banquillo que se le atravesó y leyó uno a uno los documentos, embelesado al ver plasmado su nombre. Su incredulidad respecto al ofrecimiento de Taehyung de una beca universitaria había sido aplastada con creces: el trámite no duró más de dos semanas. La razón era sencilla, el señor Kim era uno de los mayores donantes de la universidad en los últimos diez años.

Al entrar a su apartamento, dejó la carpeta con documentos en su pequeño escritorio y sus ojos se perdieron de nuevo en la pluma. Tomó su celular al sentirlo vibrar y la burbuja de su conversación en Kakao con Taehyung arrojó una notificación "Llámame". Marcó de inmediato.

—Jimin-ah —fue el tono jovial que le contestó al otro lado de la línea. Sin esperar que siquiera respondiera el saludo, Taehyung continuó al habla—: Esta noche paso por ti a las ocho de la noche en punto. Tenemos una cena, y el código de vestir es formal.

—No... Bueno, espera, no tengo ropa para ir a algo así.

—No es problema. En un par de horas llegará uno de mis asistentes con algunos trajes para que escojas el que te guste. Solo asegúrate de estar listo a las ocho en punto.

La conversación no llegó a más, ahora Taehyung era el ocupado. Vio el reloj y se dispuso a comer lo que le había sobrado de la cena del día anterior, cuando habían salido al cine y paseado por las calles solitarias del centro Seúl a las tres de la mañana.

Jimin observó su reflejo en el espejo de cuerpo completo y pasó sus dedos por la corbata de seda azul marino. Era más que probable que ese traje fuera lo más costoso que se hubiera puesto jamás, y por más que su reflejo le devolviera la mirada, se le hacía difícil de creer el vuelco de ciento ochenta grados que había dado su vida desde que Taehyung apareció.

—Creo que esta corbata es la ideal, ¿sí?

Con un asentimiento instintivo, Jimin suspiró y se pasó una mano por el cabello.

—Gracias por la ayuda —dijo, y en verdad estaba agradecido. Las opciones eran variadas y abrumadoras, trajes de varios cortes y en distintos colores, todos de gusto exquisito y caros.

Tiempo CompradoWhere stories live. Discover now