Capítulo 3

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A Jimin nunca le había gustado el sonido del despertador, pero recientemente juraba que cada vez que sonaba, ideas suicidas o homicidas rondaban por su cabeza. Suicidas porque, ¿de qué valía la pena vivir si siempre estaba tan extenuado, ladrillos pesados en sus hombros y párpados, pocos deseos de seguir su rutina? Y homicidas porque Jungkook tenía la culpa de esto.

Lo que se suponía que iba a ser solo por un día, se estaba extendiendo. Ser repartidor no era una labor muy pesada en sí, sin embargo, si la juntaba con su segundo trabajo, los estudios (y lo que se podría decir su tercer trabajo, el hacer las tareas de otros), y todo matizado con escasas horas de sueño, ya no tenía energía para nada. Energía o tiempo. Por el único motivo por el que continuaba era que recibiría un dinero extra, y podría enviar una ayuda económica a sus padres.

Puso el hervidor de agua y se arrastró al baño para darse una ducha que lo terminara de despertar. Luego se vistió y tomó una de las vitaminas que Yoongi insistía en que debía incluir en su dieta diaria. "Al menos servirán de algo", le había dicho, preocupado por sus ojeras y lo delgado que se estaba poniendo.

Desconectó su teléfono cargado, tomó su mochila y salió del edificio. Avanzó unos pasos en dirección a la estación hasta que una bocina estridente retumbó en la calle desierta. Giró por instinto y elevó las cejas al notar que una de las ventanas de un auto blanco, a pocos metros de él, mostraba el rostro de Taehyung.

—Hey.

—¿Te llevo?

—Uh, uh... —Jimin sonrió, contento de ver al niño rico igual de guapo que siempre—. Gracias

Esta ocasión, Taehyung tenía un chofer y se subió a su lado en el asiento de los pasajeros. Le indicó la dirección y se mordió los labios para no comentar nada sobre el lujoso interior de cuero que tenía el vehículo.

—¿Desayunaste? —preguntó Taehyung. Jimin negó antes de pensarlo, pero luego dijo que debía presentarse en la tienda de la que era repartidor, a las siete en punto—. Compraremos algo ligero para llevar y podrás comer en el camino a ese sitio —dictaminó y habiendo escuchado la orden, el chofer asintió sin que tuviera que añadir más.

—Bueno...

Cerró los ojos y tapó su boca al bostezar. Pestañeó varias veces y sintió la mirada de Taehyung sobre él, detallándolo con tanta intensidad que tragó saliva y curvó los labios en una sonrisa débil.

—Me estás incomodando.

–Lo siento —se disculpó.

Vio con curiosidad como tomaba su mano hacia la de este y la acarició.

—¿Me has estado evitando? —preguntó, buscando de nuevo su mirada.

Negó de inmediato. —Hablamos de eso —dijo, moviendo de forma inconsciente el teléfono y Taehyung asintió. En alguna de las conversaciones de Kakao le había tocado el tema.

Estaba demasiado cansado y si algo hubiera querido aquellos días era haber podido escaparse con Taehyung a cualquiera de los planes que este proponía, pero habían lujos que no podía darse y no se trataba de dinero, sino de tiempo.

Comieron algo de un McDonald's camino al local donde debía recoger los paquetes, le observo comer aquel sándwich con el mismo gusto que había comido en el hotel y eso le gustó. Taehyung podía ser un niño rico pero en ningún momento parecía un idiota como muchos de clases sociales elevadas.

—Gracias por la comida y por el transporte —dijo, mientras hacía una pequeña venia al ver que el auto se estacionaba fuera del local, quería darle un beso, pero la mirada del chofer le intimidó y le dedicó una cálida sonrisa.

Tiempo CompradoWhere stories live. Discover now