Con Ayuda de Hermione

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Como Hermione pronosticaba, las horas libres de los alumnos de sexto no eran los períodos de dicha y tranquilidad con que soñaba Ron, sino ratos para intentar ponerse al día de la ingente cantidad de deberes que les mandaban. Los chicos estudiaban como si tuvieran exámenes todos los días, y por si fuera poco las clases exigían más concentración que nunca. Bella sentía su cerebro trabajar como una máquina, entendiendo lo que explicaba la profesora McGonagall; hasta Hermione había tenido que pedirle que repitiera las instrucciones en un par de ocasiones. Aunque pareciera increíble, Bella y Harry destacaban inesperadamente en Pociones gracias al Príncipe Mestizo, y eso fastidiaba cada vez más a Hermione.

Se pedía a los alumnos que realizaran hechizos no verbales, no sólo en Defensa Contra las Artes Oscuras, sino también en Encantamientos y Transformaciones. Muchas veces, en la sala común o durante las comidas, Bella miraba a sus compañeros de clase y los veía colorados y haciendo fuerza como si hubieran ingerido un exceso de Lord Kakadura, pero sabía que en realidad estaban esforzándose por realizar hechizos sin pronunciar los conjuros en voz alta. Por suerte, en los invernaderos encontraban cierto desahogo; en las clases de Herbología trabajaban con plantas cada vez más peligrosas, pero al menos todavía les permitían decir palabrotas si la Tentácula venenosa los agarraba por sorpresa desde atrás.

Una de las consecuencias del gran volumen de trabajo y las frenéticas horas de prácticas de hechizos no verbales era que, hasta ese momento, Bella, Harry, Ron y Hermione no habían tenido tiempo de ir a visitar a Hagrid, quien ya no comía en la mesa de los profesores, lo cual era muy mala señal; curiosamente, en las pocas ocasiones en que se habían cruzado por los pasillos o el jardín, él no los había visto ni oído sus saludos.

—Debemos ir y explicárselo —propuso Bella el sábado siguiente, a la hora del desayuno, mientras miraba la enorme silla que, una vez más, Hagrid había dejado vacía en la mesa de los profesores.

—¡Esta mañana se celebran las pruebas de selección de quidditch! —objetó Ron—. ¡Y tenemos que practicar ese encantamiento aguamenti para el profesor Flitwick! Además, ¿qué quieres explicarle? ¿Cómo vamos a decirle que odiábamos su absurda asignatura?

—¡No la odiábamos! —gritó Hermione.

—Eso lo dirás tú; yo todavía me acuerdo de los escregutos —dijo Ron sin entrar en detalles—. Y créeme, nos hemos salvado por los pelos. Tú no le oíste hablar del idiota de su hermano; si nos hubiéramos matriculado en Cuidado de Criaturas Mágicas, ahora estaríamos enseñando a Grawp a atarse los cordones de los zapatos.

—Es insoportable no poder hablar con Hagrid —resopló Bella, parando la disputa de ambos chicos, con cara de disgusto.

—Iremos después del quidditch —propuso Harry para tranquilizarla. Él también echaba de menos a Hagrid, aunque, como Ron, se alegraba de haberse librado de Grawp—. Pero es posible que las pruebas duren toda la mañana; se ha apuntado mucha gente. —Estaba un poco nervioso ante la perspectiva de su primera actuación como capitán—. No entiendo por qué de repente el equipo despierta tanto interés.

Bella sonrió por lo bajo, captando la atención de Harry.

—¡Vamos, Harry! —dijo Hermione con un deje de impaciencia—. ¡Lo que despierta interés no es el quidditch, sino tú y Bella! Saben que ella estará en él sí porque sí. Nunca habían provocado tanta fascinación, pero, francamente, no me extraña, porque nunca habían estado tan atractivos. —Ron se atragantó con un trozo de arenque ahumado. Hermione le lanzó una fugaz mirada de desdén y continuó—. Ahora todo el mundo sabe que decían la verdad, ¿no? La comunidad mágica ha tenido que admitir que estaban en lo cierto cuando aseguraban que Voldemort había regresado, y que es verdad que lucharon contra él dos veces en los dos últimos años y que en ambas ocasiones lograron escapar de sus garras. Ahora te llaman «el Elegido» y que a Bella la llamen «la Protectora». Vamos, hombre, ¿todavía no entiendes por qué la gente está fascinada contigo y con ella?

Bella Price y el Misterio del Príncipe©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora