PREFACIO

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Aza nunca se había visto tan hermosa como aquella noche.

Su piel brillaba, como salpicada por pequeñas gotas de oro, sus largos cabellos negros estaban perfectamente peinados, cortados por un halo de luz lunar que parecía como un rio de plata.

Su largo vestido rojo, sin una sola arruga, besaba el suelo a cada paso que daba.

Incluso la espada cubierta de sangre que sostenía en su mano se veía hermosa.

Estaba tan hermosa que era una blasfemia.

A su alrededor, los cuerpos de los que había amado como a sus hermanos descansaban unos contra otros, enredados, en pedazos. Su sangre roja mezclada con la sangre negra de los demonios. Hasta no poder distinguirlas.

Aza caminó hasta él, sus manos estaban bañadas en sangre.

Él alzó la mirada, sus ojos, ámbar, del mismo tono que la gema, inhumanos pero por primera vez había en ellos esperanza.

El ángel más malo de todos, el que más amaba.

—Conozco la respuesta—había dicho él, mirándola de tal forma que Aza sintió que se le escapaba el alma del cuerpo.

Ella también la conocía ahora, pero no importaba.

Ya nada importaba.

Toda su vida había sido reducida a cenizas frente a ella, había ardido en el fuego del infierno y en el fuego de los cielos.

Ya nada importaba.

Pero no siempre había sido así.

mil rosas y espinas (Libro 1)  |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora