Las siguientes cuatro noches que pasó en el palacio, las sombras no fueron tan malas.O quizás si lo fueron, pero ella no se dio cuenta.
Se sentía desfallecer.
Habían pasado días desde que ingirió la última comida verdadera. Hasta ahora se había mantenido en pie a base de adrenalina, se había mantenido en pie porque su vida se encontraba en peligro constantemente.
Ahora solo estaba tumbada en la cama.
Con hambre.
Hambre y enojo.
El rey había hecho que los guardas la sacaran de la sala y la llevaran a sus aposentos, el primero de sus actos de guerra había sido encerrarla, y dejarla sin casi nada que comer, sin casi nada que beber. Solo lo suficiente para mantenerla viva...a duras penas.
Astuto.
Esa muestra de poder le recordaba a Aza en manos de quién estaba, le recordaba quien tenía todas las cartas para poder ganar la batalla. Pero eso no importaba, podía ganarle las batallas que quisiera, pero ella se aseguraría de ganarle la guerra.
Tampoco le había asignado a Agatha esta vez, probablemente para que sintiera la presencia de las sombras con aún más fuerzas, para que no durmiera. Pero esto terminó resultando un favor para ella.
Con la sirvienta lejos podía pensar.
Podía pesar que era lo que debía hacer a continuación.
Podía pensar en como recuperar la espada y salir de ese palacio maldito de una vez por todas.
La cuestión era que ahora estaba tratando con algo totalmente nuevo, algo que hace semanas no podría siquiera imaginar, y estaba sola. Totalmente sola.
Sentía como si le faltara el aire, como si sus pulmones se negaran a trabajar, pero sabía que no podía ser cierto, si no trabajaran estaría muriendo, habría muerto ya. No es como si la lógica quisiera quedarse con ella en estos tiempos.
Suspiró y se levantó de la cama.
Una vez más se vio atraída hacia la ventana, hacia las arenas brillantes que se extendían fuera de Palacio.
Quería escapar, anhelaba escapar.
Pero no sólo quería escapar del rey asesino, o del palacio maldito...quería escapar de sus historias, quería escapar de su cuerpo, quería correr hasta ser otra persona, una persona feliz, con su madre a su lado, quería escapar hasta que el temor no la alcanzara.
Pero no se podía escapar del miedo, y no se podía escapar de uno mismo.
Recostó la cabeza contra el cristal y se permitió llorar.
Nada de esto habría pasado si no hubiesen asesinado a su madre.
Nada de esto habría pasado si ella no hubiese asesinado al hombre que intentó violarla.
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mil rosas y espinas (Libro 1) |COMPLETA|
FantasyLIBRO I Shahrazad parece ser una esclava común, no se mete en problemas nunca y se mezcla con la multitud, justo como su madre le indicó que hiciera. Pero su vida entera da un giro tras asesinar a un hombre en defensa propia. Aza, junto con sus amig...