Prólogo

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Hola, me llamo T/N T/A—y ahora los imagino a todos diciéndome: «Hola, t/n», como en las reuniones de alcohólicos anónimos.

—Hasta hace un breve instante me encontraba disfrutando de mi último año de los dulces veintitantos, aunque mis amigos siempre insisten en que lo mío no se podría llamar disfrutar, sino LABURAR; sí, sí, con mayúsculas, y además se llenan la boca al decirlo. Tengo que reconocer que, en el fondo, tienen algo de razón, porque amo mi trabajo por encima de todo, entre otras cosas, porque es lo que me permite costear los lujos de los que disfruto, que no son pocos ni baratos.

Bueno, okey, está bien, lo admito: ¿a quién voy engañar? En realidad, soy lo que vulgarmente se conoce como una niña de papá, pues soy una de las súper jefes en la gran multinacional de mi padre y nadie se atreve a soplarme la nuca. Pero, aun así, cumplo con la productividad exigida en mi puesto y con creces, por eso me siento realizada y orgullosa de mí misma.

Y es justo por esto por lo que dedico casi la totalidad de mi vida a trabajar, lo que me convierte en una perdedora a ojos de mis queridos amigos multimillonarios, que pasan la suya entre fiestas y viajes.

Tal vez tiré por la borda mis mejores años, tal vez me equivoqué y blablabla, pero si de algo estoy segura es de que soy feliz.

Para mí la felicidad consiste en tener mi vida organizada y planificada a la perfección, con unos empleados que me respeten, una familia que me adore y, en definitiva, que todo a mi alrededor sea admirable o simplemente perfecto.

Todo marchaba viento en popa hasta que hace tan solo un momento un indeseable pordiosero, sí, uno de esos seres mugrientos que habitan en los peores suburbios de la ciudad, se atrevió a insultarme con descaro, gritando a los cuatro vientos en medio de la calle que soy una… ¿Cómo ha dicho? ¡Ah, sí!: una zorra de mierda que no sirve nada más que para estar de adorno.
¿Yo? ¿Una zorra de mierda? ¿Que solo sirvo de adorno? ¡Es un infeliz, el muy…jueputa!

Si no hubiera salido corriendo en cuanto frene en seco mi Lamborghini, lo habría matado con mis propias manos, incluso aunque se me rompiera una uña. Pero ¿quién se habrá creído que es semejante infeliz? Si él ni siquiera tendrá dónde caerse muerto. ¡Qué mala es la envidia!

Lo único que me hubiera gustado es no quedarme paralizada como una boluda,
porque, sin duda, lo habría mandado a la mierda. Sin embargo, me quedé helada como una boba total, sin articular palabra, mientras él se burlaba de mí a sus anchas

¡Hay que ser media boluda! No, ¡hay que ser boluda entera!

Así que ahora mismo tengo unas ganas increíbles de aniquilar a alguien, y el primero que se cruce en mi camino obtendrá todas las rifas para ganar
el gran premio del sorteo: mi mala leche.

¡Qué rabia me da la gente que juzga a los demás por sus apariencias!

Porque es obvio que yo no lo hago (acompaño esta frase de una risa irónica, a la par que malvada, tipo Maléfica en sus mejores tiempos).

Siempre me inculcaron que las clases sociales no se mezclan, ni siquiera por casualidad, y es algo de lo que cada día estoy más convencida.

No, ahora hablando en serio: me parece cruel que me califiquen por mi apariencia.

Cuando éramos pequeñas, mi hermana y yo pasábamos los veranos en Buenos Aires y, a pesar de que mi madre no nos permitía mezclarnos con otros niños, mi abuela nos obligaba a hacerlo, y algunos niños se metían con nosotras por cómo hablábamos o cómo vestíamos; yo lo pasaba muy mal, de hecho, todavía me siento mal por aquello.

No creo que haga daño a nadie por el simple hecho de tener más o menos dinero, una casa más o menos grande, o vestir ropa de más o menos de marca; además, alego en mi defensa que cada día trabajo duramente para costearlo cuando ni siquiera me hace falta.

Creo que es el momento perfecto para explicar el motivo de mi comportamiento bipolar, más que nada para que no piensen que estoy loca. O para que terminen de confirmarlo, una de dos.

La mayor parte del tiempo, intento por todos los medios ser una mujer madura, razonable, sensata, responsable y consecuente con sus actos o, al menos, parecerlo. Pero si alguien consigue traspasar la barrera de esa gran Mujer de Hielo, existe una pequeña niña en mi interior que se queda desprotegida y corre el riesgo de sufrir, porque es demasiado vulnerable.

¡Odio esa sensación!

Por esta sencilla razón es por lo que me pasé toda la vida construyendo muros alrededor de esa maldita pendeja; tantos que hoy en día resulta imposible encontrarla.

Entonces ¿qué pasaría si alguien, de manera inesperada, se plantara en el epicentro de mi ser y destruyese todas esas barreras de un solo golpe?

No estoy segura de querer saber la respuesta a esa pregunta, me debato entre sacar a ese hombre de mi vida de una fuerte patada en su perfecto culo o permitir que entre en ella para comprobar qué tal se lleva con la pequeña t/n.

Porque la verdad es que la hace reír a carcajadas, soñar con nubes de algodón y sentir mariposas revoloteando en el estómago.

Cada vez que estoy con él soy esa niña que nunca me permitieron ser.

Aunque también aparece un cartel luminoso de color rojo neón en mi mente que me advierte de que las mariposas son muy peligrosas —.

¿Recuerdas cuándo dejaste de ser un niño?

¿Podría alguien que lo tiene todo necesitar de alguien que no tiene nada?

¿Qué tenes que hacer cuando la cabeza te dice una cosa y el corazón la otra?—.

¿Qué tenes que hacer cuando la cabeza te dice una cosa y el corazón la otra?—

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Esta adaptación es dedicada a todas las T/N del universo de BTS y a todo L ARMY!

Mamá ARMY 😘

♡~El Día Que T/N Se Calle Le Saldrán Subtítulos~♡ JJK.  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora