Capítulo 4: Sexy.

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ALEJANDRA

Mi primer fin de semana en Estados Unidos y me ha despertado el olor a comida. Me levanto para hacer mi rutina de higiene y salgo al comedor, donde se encuentran todos y mi mamá al mando de la cocina.

―Buenos días ―saludan todos.

―Buenos días ―respondo, sentándome en la barra―. Huele rico.

―Estoy haciendo panquecas. Aquí me quedan esponjosas, como antes ―dice mi mamá, muy contenta.

―Dime que le pusiste chocolate, por favor ―suplico, sonriéndole.

Ella no dice nada y lloriqueo. Coloca una torre de tortitas en círculos y deja caer un poco de miel y chantilly. Hay mantequilla y entre capas, chocolate. ¡Lo sabía!

Cuando las pruebo, siento que fui al cielo e instantáneamente ruedo los ojos.

― ¡Están divinas! ―la felicito.

―Cuando termines, arréglate que vendrán los vecinos de Dani para la parrillada ―dice mi madre.

Apenas termino de comer, le hago caso y me arreglo. Me coloco unos jeans negros de corte alto y un top de tiras rojo con unas zapatillas del mismo color. Me dejo el cabello suelto y me aplico una ligera capa de maquillaje, agregándole el toque dramático del delineado de gato y unos labios carmesí. Cuando

Cuando termino de arreglarme, salgo al comedor. Sobre la mesa hay un montón de comida y en el suelo algunas bolsas de carbón. Me adentro para ver quienes están y veo a unas chicas delgadas y rubias junto a unos gemelos. Se ven de mi edad, definitivamente.

Los gemelos son muy, muy guapos. Castaños de ojos azules y altísimos, se ven un poco definidos, pero delgados. También hay una señora que por el parecido supongo que es la mamá.

―Ella es mi prima Lucía y su hija, Alejandra ―me presenta Daniela, rodeando mis hombros con su brazo―. Vinieron de visita desde Venezuela porque esta preciosa va a cumplir años pronto. Ella es la Jennifer Hale.

―Puedes decirme Jenny ―dice, estrechando mi mano―. Ellos son mis hijos, Nathaniel y Noah, y mis sobrinas, Emma y Sophia.

También estrecho sus manos y nos alejamos un poco de los adultos.

―Hola, Alejandra ―saluda uno de los gemelos.

― Noah, ¿cierto? ―pregunto.

―Sí ―responde, sonriendo―. Esta noche vamos a ir a una discoteca por aquí cerca, nos gustaría que te unieras y así conoces un poco de la movida nocturna de Manhattan.

― ¡Ay sí, por favor! ―suplica Emma, tomando mi mano.

―Por supuesto ―acepto, sonriendo.

―Pasaremos por ti a eso de las nueve ―dice Noah. Llaman a los gemelos para que ayuden con el carbón, por lo que el castaño frente a mí rueda los ojos―. Ya volvemos.

Me dejan sola con las chicas y empezamos a hablar un poco, conociéndonos.

― ¿Les parece si me ayudan a elegir que ponerme para esta noche? No sé cómo vestirme ―pido y ellas acceden, emocionadas.

Les muestro mi ropa y dejo que elijan libremente. No tengo planeado qué ponerme el día de mi cumpleaños.

―Con ese cuerpo todo te favorece ―alaga Sophia, sonriéndome.

―No dudo que a ustedes les pase lo mismo, aunque si van a Venezuela las abuelitas se volverían locas dándoles de comer. Este es el prototipo de cuerpo ideal en mi país ―digo, dando una vuelta.

Los juegos de la lujuria | Bilogía LJDL #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora