14: Admirar.

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A Todoroki le gustaba admirar a Bakugō en sus tiempos libres.

Cuando se enojaba, cuando estaba serio, cuando sonreía, cuando reía, cuando se enojaba otra vez...

Arruga la nariz cuando no le gusta algo; frunce el ceño cuando algo le molesta; cuando está concentrado aprieta los labios con fuerza; cuando está frustrado tiende a llevar sus manos a la cabeza; cuando está feliz sus labios se curvan un poco hacia arriba; cuando está triste baja la mirada para que el resto no lo note...

Pero él lo hace.

Él lo nota.

Y ha aprendido a entender a Bakugō con el tiempo.

Al principio le parecía sólo un chico que gritaba palabras sin pensar, podía incluso compararlo con un cavernícola. Pero no es así.

Bakugō no es tan así.

Bakugō sí pensaba, y analizaba las cosas antes de hacerlas. A veces se lanzaba al ataque por puro impulso, pero siempre ideaba un plan luego de hacerlo.

Bakugō también sentía. A veces Todoroki se preguntaba cómo debió haberse sentido Bakugō durante su secuestro, pero nunca tuvo el valor de preguntarle, ahora que son pareja quizás deba preguntarle algún día.

El espíritu imparable de Bakugō lo motivaba, su sueño por ser el número uno y que luchara cada día por ello le hacía dar lo mejor de sí mismo para también alcanzar esa meta, ya que todos estaban ahí para convertirse en héroes, tal vez en los mejores héroes del mundo.

Aunque Bakugō también tenía puntos a su favor en cuanto a su físico.

El cabello de Katsuki era de un lindo rubio cenizo, era esponjado y puntiagudo, cosa que le daba el aspecto de perro rabioso que a Todoroki tanto le causaba gracia. A lo mejor adopte un pomeranian y le ponga Katsuki. Por gusto propio, o por molestar a su novio, tal vez.

Sus ojos rubí eran amenazantes, tenaces, pero profundos y que parecían ocultar una historia detrás de ellos. Eran de un bonito color rojo sangre, o rojo color salsa de tomate. Tal vez rojo como el color de la mitad de su cabello. O quizás rojo rubí y ya. La tonalidad de claro a oscuro variaba dependiendo de las matices de la luz.

Algo que no se notaba, a menos que lo mires muy fijamente, son las pecas de Bakugō. Tenía unas pequeñas y casi imperceptibles pecas en sus mejillas, pocas y que casi no se notaban, pero estaban ahí al fin y al cabo. Y no sólo ahí, también habían unas cuantas en sus hombros y espalda, Todoroki lo había notado mientras lo veía en los vestidores. Pero eso ya es otra historia.

— Oi, Shōto —Oyó, sacándolo de sus pensamientos por un momento— Deja de mirarme así... Me pones nervioso .

El medio albino sonrió, pensando en que Katsuki Bakugō para él era un enigma por resolver. No entendía aún porqué se había enamorado del rubio, siendo su personalidad y la de él muy poco compatibles, pero tampoco quería buscarle mucho sentido.

El amor era así, incomprensible, nadie podía elegir de quien enamorarse así como tampoco había una razón por la cual amar a una persona. Amas todo de ella sin importar qué, con los defectos incluidos. Porque de eso se trata el amor, querer a alguien independientemente de sus bajas cualidades, de su poca belleza o mala personalidad. Dejas todo eso de lado para solo enfocarte en la felicidad de la persona a la que le tienes ese afecto, porque la amas tanto que quieres verla feliz pese a lo que diga el resto.

O bueno, quien sabe, todo el mundo tiene puntos de vista diferente sobre el amor.

— Sólo pensaba... —Lo miró fijamente durante unos segundos, en los que él rubio levantó una ceja mirándolo confuso— En lo mucho que me gustas, Katsuki.











Bueeeeenas... ¿Noches?

Son las 5 de la mañana y no sé qué basura acabo de escribir, pero lo dejo aquí  porque ando cursi, si uwu.

Adivinen quien se vio Shingeki no Kyojin y anda en modo sad

Yo 8')

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