Capítulo 3: Ojo izquierdo morado

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—Lomaglio —repito por cuarta vez desde que llegué al comedor con Maggie y Sue—

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—Lomaglio —repito por cuarta vez desde que llegué al comedor con Maggie y Sue—. Le gusto a un chico que se apellida Lomaglio. Qué horror —pongo mi mano sobre la frente, apenada.

Alcanzo a ver que Sue y Maggie se miran entre sí, ambas alzando una ceja extremadamente delgada.

—Hum... ¿Aubrey? Actúas como si no conocieras a Lomaglio —menciona Maggie, quien continúa rizando un mechón de su dorado cabello.

—De hecho, has estado actuando raro desde que te vimos en el autobús. ¿Estás segura que ese pay no traía nada de raro? —interroga Sue quien no ha parado de comer gelatina roja como postre a su almuerzo.

—Sí —digo con dificultad—. Pero vamos, ¿Lomaglio? No se han dado cuenta de lo raro que es ese nombre —suelto una risita nerviosa.

La expresión en las dos chicas me ha dado a entender que ninguna de las dos me comprende, por lo que suelto un suspiro.

Si les digo que realmente no soy de aquí, no me entenderían y tampoco tengo pruebas de demostrar que vengo del "futuro" por más raro que suene. Aunque, si llegaran a creerme, serían las únicas no sólo en ponerme en contexto con todo lo de mi alrededor. Las peleas entre el tal Bruce Lomaglio y el guapo de Jay Foster, la época. Sino, también en ayudarme a salir de aquí o al menos el buscar alguna solución.

—Verán, tengo que contarles algo —ambas miran y Maggie abre sus ojos hasta hacernos pensar que pronto se le saldrán.

—¡Tuviste algo con Jay! —con sus dos manos le pega a la mesa provocando un estruendo y haciendo llamar la atención de los más cercanos a nuestra mesa.

—Sabes que eso no sonará bien para nadie ni para tu mamá —termina Sue, comiendo los últimos bocados de su gelatina roja.

—¿Qué? ¡No! De hecho ni yo sé qué pasó —bajo la voz en las últimas palabras que quedan casi inaudibles.

Una campana sueña que más bien parece campana para llamar a una sirvienta. La mayoría se levanta de sus lugares y hago lo mismo, imitando a las dos chicas que tengo conmigo.

—Bien, estaré esperando eso importante que tienes que contarnos —Sue se cruza de brazos mirándome. Asiento.

La siguiente clase, según por lo que veo mientras caminamos, es clase de deportes. Vamos a los vestidores que conozco de memoria. Las chicas toman su casillero al instante y me les quedo viendo sin saber cuál es el mío.

—Tierra llamando a Aubrey —Sue mueve su mano apuntando a mí—, ¿no vas a cambiarte? —y señala una taquilla verde a dos lugares del de ella.

Mi boca hace una «O» grande y voy a él. Tiene pegatinas en dorado que deletrean "Aubrey". Al abrirlo hay una fotografía más pero de Marlon Brando y esta no lleva autógrafo alguno. Centímetros abajo de la foto, hay un mini espejo sin más.

Atrapada en los 50'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora