capítulo 1. pasado

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Buenos aires-Argentina.

Me desperté por el alto volúmen de la música, como era de costumbre mi mamá todas las mañanas escuchaba las canciones de su cantante favorito Gustavo Cerati, un guitarrista y compositor de la famosa banda de rock Soda Stereo. Sus canciones no eran tan malas pero tampoco eran de mis favoritas, prefería escuchar música country, electrónica, y algunas de esas en inglés que te hacen entrar en depresión.

Tomé mi celular el cual yacía en la mesita de noche, me fijé en la hora y marcaba las 7:30am, ¡Rayos!, Iría tarde otra vez a la universidad, era algo común en mí llegar tarde siempre a la primera hora ya que solía dormirme a las 3:00am y despertar a tiempo para ir a la universidad me costaba muchísimo. Me levanté deprisa y al segundo sentí un fuerte mareo que de no ser por la mesita de noche caigo directo al suelo, mi mamá siempre me dice que es malo levantarse bruscamente cuando ya se está mucho tiempo acostado sentado ya que el cerebro no logra asimilar el movimiento o no sé que tantas cosas, en realidad nunca le presto atención, por ende me volvió a suceder.

Tomé una ducha de diez minutos, revisé mi clóset y por cuestión de tiempo tomé las primeras prendas que ví, unos vaqueros negro rasgados, una playera negra que es mi favorita porque tenía una frase que me hacía sentir identificada "Wait...loading comment sarcastic", y unas converse. Sujeté mi cabello en una coleta de caballo, retoqué mis cejas y bajé enseguida para no llegar más tarde.

-Buenos días cariño, creo que vas un poco tarde.- Dice mi mamá con un tono tranquilo y dulce. Mi mamá tiene 45 años se llama Mary y es de esas mamás que te comprenden en todo momento y en vez de regañar, aconseja, escucha y te brinda su hombro para que llores si es necesario.- En el comedor hay un bol con frutas que acabo de comprarle a Carmen, inauguró una tiendita hace poco y tiene variedad, ojalá le vaya bien.

-Buenos días mamá, si voy tarde. - Tomé una manzana y fuí directo a la salida de la casa. - ¿Si? Que bueno, Adiós mamáa.

-Adióos.

Comencé a caminar, la universidad no quedaba a la vuelta de la esquina pero tampoco muy lejos como para no ir caminando, además me agradaba porque así sentía el aire acariciar mi rostro y de alguna manera eso me relajaba y me ayudaba a pensar.

Llegué a la universidad, era el primer día de clases luego del verano, elegí estudiar literatura porque siento admiración hacia esas personas que escriben y plasman sus sentimientos y pensamientos en un papel con facilidad, mientras que yo soy más cerrada y fría de lo normal y se me es imposible escribír siquiera lo feliz que me siento al comer una caja de flips entera, también algo dentro de mí quería alimentar mi intelecto a ver si dejaba de ser tan insuficiente en esta vida, aunque lo dudaba. Ya iba con 10 minutos de retraso a la primera hora ( nuestro profesor dividía la clases por horas, la primera era siempre una introducción a la literatura y al tema que veríamos ese día junto con un poco de historia de los escritores mas importantes de hace ya varios años. Sin embargo el profesor era muy exigente con la puntualidad y yo...yo pues siempre fallaba).

-Buenos días, Profesor le prometo que volvera a pas.... - el profesor me interrumpió para darme un sermón frente a toda el aula, algo que como todo lo demás me pareció irritante, pero me limité a callar y a asentir para adentrarme al salón y sentarme en el único puesto que quedaba libre al final al lado de un chico que parecía bastante alto, piel blanca, tanto que podía ver sus venas a través de ella, ojos verdes y cabello oscuro, casi se podría decir que es negro.

Las siguientes dos horas pasaron rápido, el profesor habló de la literatura, su historia, quién le dió ese nombre, el primer escritor famoso, y el primer profesor de literatura en Argentina, al reloj marcar las 10:00am todos salimos del aula, unis se dirigieron a las pistas de carreras, otros a la biblioteca, y yo a la cafetería a comer de mi manzana y seguramente de algo que compraré en la cafetería ya que a mi estómago no le basta una simple manzana.

Pasaron unos minutos cuando estaba desayunando y viendo a la nada, solo pensando en que ya me quería largar de la universidad cuando escuché murmullos y a los pocos segundos gritos provenientes de las pistas de carerras, exactamente en las gradas, la curiosidad me invadió así que opté por ir a ver que pasaba, al llegar solo pude observar dos chicos peleándose, uno de ellos era robusto, moreno y bastante alto, el otro...el otro era el chico que estaba a mi lado en la primera hora de literatura.

-¡NO LA VUELVAS A TOCAR MALDITO IMBÉCIL!. -Decía el chico que estaba a mi lado en clase, se le veía muy enojado.
-¿Y TÚ QUIÉN TE CREES? ¿SU PUTO DEFENSOR?. - Respondió el otro chico.

El resto se encontraba gritando y apostando al que ganara, al fijarme bien también encontré una chica tirada en el suelo llorando, Miles de preguntas invadieron mi mente pero le resté importancia y volví a la cafetería.

Estaba por terminar unos cupcakes que compré cuando un grupo de chicas que se miraban re vanidosas las pelotudas, de esas que si no eres de los que andan de reventón en reventón, o de las que usa mucho máquillaje, te miran por encima del hombro. Entre ellas murmuraban algo y solo fue audible que mencionaron la pelea de hace unos minutos en las pistas, donde según ellas los nombres de los que peleaban eran Harry y Mathías, y Mathías había ganado la pelea. A estas alturas aún no conocía a ningún Harry ni a algún Mathías, pero tampoco me importaba, podrían matarse y me seguiría valiendo un bledo.

Llegó la hora de salir, ya habían terminado todas las clases, eran las 12:00 pm aproximadamente y ya estaba harta, por más que literatura sea la carrera que más me llama la atención, aún me sigue dando fiaca asisitir a clases. Salí de la universidad y por ir concentrada en la fiaca que me dan las clases choqué con alguien, no pude ver quién pero caí al piso, mi mal humor se elevó al cielo y solo podía escuchar que hablaban detrás de mí pidiendo disculpas, pero no me encontraba en mis cinco sentidos así no que logré entender nada.

-Oh, lo siento, lo lamento de verdad, no fue mi intención, solo di la vuelta y no me fijé que venías, ush soy muy tor... -no pudo terminar de hablar cuando yo ya me encontraba de pie y fuí lo más grosera que pude, aunque el no tenía nada de culpa.

-YA CÁLLATE, ERES UN IDIOTA QUE NO VE POR DONDE VA, TE SALVAS DE QUE NO OCUPO NADA EN MIS MANOS PORQUE TE LO AVENTARÍA POR IMBÉCIL!

Seguí mi camino hecha una furia, llegué hasta mi casa y subí directo a mi habitación, entre al cuarto de baño para lavar mis manos y así limpiar los raspones que tenían debido a que usé mis manos para amortiguar mi caída causada por aquel idiota, que sinceramente no sé quien era, solo vi que era un chaval muy alto, blanco y cabello negro...En ese momento mi mente hizo una pausa y comenzó a pensar, algo que no resultaba muy bien siempre. - ok, ¿Sería él? ¿Sería el chaval que estaba a mi lado en clases? ¿El de la pelea en las pistas? ¿Harry? ¿Mathías? No sé cual de los dos será su nombre pero, ¿Sería él?, Da igual eso no le quita lo imbécil. -pensé.

Así que me recosté un rato y al poco tiempo me dormí, inmediatamente comencé a tener una pesadilla.

-¡YA CÁLLATE!. - la voz de un hombre retumbó en mi mente y la imágen de una niña llorando viendo como golpeaban a una mujer que yacía en el suelo se hizo presente.

-¡DÉJAME POR FAVOR, YA BASTAAA, LA NIÑA ESTÁ AQUÍ, POR FAVOR ROGELIO!. -la mujer que estaba siendo víctima de un abuso gritaba con todas su fuerzas que parara, que le dejara en paz, pero no fue así, eso solo hizo que aquél hombre intensificara sus golpes hasta que la golpeó a un costado en la cabeza y la mujer quedó inconsciente, no escuché más nada y al cabo de unos segundos aquél hombre se acerca a pasos lentos hacia la niña, ella solo lloraba y comenzó gritar, pero no sirvió de nada.

-NOOO, NO PAPÁ, YO NO. -gritaba la niña desesperada y aterrorizada.
-Ahora vas tú, pequeña bastarda, lo disfrutaré una vez más. -dijo aquél hombre con una voz gruesa y espeluznante, tenía un aspecto horrible, olía a alcohol y sus ojos estaban desorbitados. Enseguida el hombre golpeó fuertemente a la niña en su cabeza y esta cayó al piso.

Me desperté sudando y temblando, temerosa viendo a todo mi alrededor rogando que todo fuera un sueño y efectivamente así fué, pero al caer en cuenta supe que fue un sueño real, solo que lo fue hace muchos años, que aquella mujer inconsciente era mi madre, el hombre que la golpeaba mi padre y la niña...la niña era yo.







Gracias por haber leído, espero contar con tu apoyo para mi nuevo libro, y nueva aventura.

Mi TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora