Capítulo 7. Viejo amigo

29 6 1
                                    

Sentí que algo molestaba y era la luz proveniente de una ventana, abrí mis ojos y de inmediato volví a cerrarlos. La fuerte luz causó dolor en ellos. Mi vista se fue acostumbrando y allí fue cuando comencé a ver todo a mi alrededor. ¿Pósters?, ¿Balones?, ¿Trofeos?, Esta definitivamente no era mi habitación... Acaso, ¿era la de Mathías? No puede ser, traigo una playera de hombre puesta, supongo que es de él, algo muy malo ocurrió anoche y no quiero imaginar qué.

Estaba siendo torturada por una espantosa jaqueca, el alcohol y la pastilla de anoche me estaban dando mi merecido. E intentar recordar que fue lo que pasó hacía que doliera más, pero no podía evitarlo, sentía que algo andaba mal. A los minutos unos golpes en la puerta hace que vuelva en sí y solo pude articular un "adelante" que seguro no fue muy audible allá afuera pero para mi suerte si lo fué y la puerta se abrió.

-Buenas tardes ¿Cómo te encuentras?. -la voz de Mathías hizo que alzara mi cabeza y lo pude ver, el no se veía tan mal como yo. ¿Acaso fuí la única que tomó?.

-Tengo una jaqueca de los mil demonios, ya no aguanto.

-Y como no. -rió, su risa era extremadamente divina y tranquila, podrías escucharla todo el día. -si tomaste muchísimo anoche...solo que todos lo hicimos y no nos encontramos así como tú, En ese estado. ¿No recuerdas haber ingerido algo más que alcohol?.

En ese momento recordé la cara de aquél chico que fumaba en un rincón de la casa, ese al que me acerqué y le pedí algo más, me dió una pastilla y luego...luego ya no sé qué pasó y eso estaba jodiendome. Pero Mathías no podía saber jamás que tuve una sobredosis hace años y que volví a consumir drogas, eso no.

-Emmm, no, solo alcohol. Mucho alcohol como ya viste. -intenté sonreír pero solo salió un quejido de mi parte por una repentina punzada en la cabeza.

-Pues si, tanto que hasta... - esa pausa hizo que mis vellos se erizaran, sabía que algo había pasado y Mathías estaba apunto de revelarmelo. -ehh, ¿No recuerdas nada?. -preguntó con mucho curiosidad.

-No, absolutamente nada. ¿Porqué?. -esto comenzaba a preocuparme más de lo que creí.

-Alissa... tú y yo, ehh... -Oh por Dios en este momento agradecería que un rayo me hiciera polvo, pero no pasó. -hicimos el amor.

La jaqueca se esfumó, mi mente quedó en blanco, mi cuerpo se paralizó. ¿Cómo había podido llegar tan lejos? ¿Cómo pude siquiera acostarme con él? Él que es uno más que busca aprovecharse de mí y se suponía que Yo ganaría aquí, no él. ¿Cómo pude desearlo? O peor aún ¿Cómo pude dejarme tocar por él?. Me iba a ir, no lo quería ver, no podía estar cerca de él, esto fue el peor de los errores y Mathías no se volverá a acercar a mí, pero si me busca me va a encontrar. Él no será la excepción.

-No puede ser, no no no no y mil veces ¡NO!. ¿CÓMO PASÓ? ¿PORQUÉ?. -la confusión me invadió y la ira no tardaba en hacer lo mismo. Mi respiración comenzaba a cortarse, sentía uns presión en mi pecho y quería salir de allí cuanto antes o la ansiedad atacaría y con ella mi tormento.

-Oye no te pongas así, los dos quisimos, solo hicimos el amor, no hice nada que tú no quisieras ¿Qué ocurre?. Su voz estaba más ronca de lo normal y se le notaba re preocupado y angustiado.

-¿EL AMOR?, ¿QUE HICIMOS EL AMOR? YO NO AMO A NADIE, MENOS A TÍ, NO TE CONOZCO, ESTO FUE TODO UN ESTÚPIDO ERROR QUE NO VOLVERÁ A SUCEDER. -gritaba furiosa mientras me ponía mi pantalón y zapatos. -Y NO TE EQUIVOQUES CONMIGO, YO NO TE HICE EL AMOR, ESO SOLO FUE SEXO MATHÍAS.

-Pensé que tal vez tú... -no lo dejé terminar, estaba muy alterada y necesitaba salir de allí.

-Pues no pienses tanto, porque entre tú y yo no hay ni habrá nada, así que si me disculpas. -dicho esto salí de la habitación sin darle oportunidad de responder y comencé a caminar a casa de Alyha, era un poco lejos pero quería tomar aire fresco. Todo en mí temblaba, estaba muy alterada, Solo imaginar sus manos en mí me causaba asco, imaginar que me besó me repugnaba, no podía recordar nada así que solo me dejaba llevar por lo que sentía. Y sentía odio, odio hacia los hombres, porque se suponía que jamás otro me iba a tocar y fallé. Comencé a llorar porque sentí miedo, me sentí insegura, sentí que en cualquier momento algo pasaría, mi corazón latía fuertemente resonando en todo mi cuerpo. Golpes, gritos, sangre, imágenes asquerosas se venían a mi mente y estaba desesperada.

-Me encanta jugar contigo, ya tu mami no me sirve, Así que ahora es tu turno. -Jamás podré olvidar esa voz tan espantosa, ese miedo que me causaba, ese asco que me producía. Siempre me atormenta y siempre lo hará, aunque quiera escapar de este horrible agujero infinito lleno de agonía y terror, no puedo.

Estaba sumergida en aquellos sueños a pesar de estar despierta que no me di cuenta cuando comencé a correr. No miraba a ningún lado solo buscaba una salida pero jamás habría una y tropecé con alguien. Al mirarlo este se encontraba de pie vestido todo de negro y con un sombrero, igual al hombre de las veces anteriores y mi ansiedad se elevó al cielo. Este extendió su mano y dudé en tomarla pero en el trance que me encontraba no era capaz de dominar mi cuerpo y mente, cuando ya estuve de pie y tuve al hombre de frente su mirada estremeció mi cuerpo y causó en mí un miedo que hace tiempo sentí cerca pero no llegó a mí, hasta hoy. El hombre se dió la vuelta y despareció rápidamente. Y pude volver en sí, pude reaccionar y seguir mi camino pero con una presión en mi pecho inexplicable. No podía ni quería seguir así, así que me dirigí a donde no iba hace mucho. A visitar a un viejo amigo. Al único que no quería matar solo porque tenía la medicina para salvarme de mi tormento.

-culebra negra.

-¿Quién lo busca?

-Una vieja amiga... Quiroga, el ya sabe quien soy.

...

-Pase.

Me adentré por un pasillo algo tétrico pero tal cual lo recordaba, y entré, entré al castillo de la perdición.

-Vaya vaya, te olvidaste de los amigos.

-Jamás, solo me dí un descanso, ¿o me vas a decir que me extrañaste?.

-Puede ser, pero no te ilusiones cachorrita.

-Nunca. -se dió la vuelta y me sonrió. Yo siempre le compraba de su mercancía, una de las mejores clientas, así que el pibe ya me conocía lo suficiente para saber que era de confianza. -¿Cuánto vas a querer?. Supe lo que te pasó, que adicta me saliste.

-Eso no volverá a pasar, quiero lo de siempre.

-listo.

-Gracias, como siempre aquí está el dinero, dando y dando, así se entiende la gente.

-Mi mejor clienta siempre lo he dicho, así es cachorrita, que lo disfrutes. Pero no vuelvas a parar en el hospital. -rió malévolo, no sé aún como tenía esa facilidad de hablar con él como si nada, cualquiera en mi lugar le tendría miedo... Pero yo no. De él siempre conseguí lo que quería, drogas. Cuando lo conocí en aquella fiesta la cura a mis pesadillas apareció y me convertí en su fiel clienta. Hasta que pasó lo que pasó y hoy volví, porque haré lo que mi instinto diga sin importarme el resto, solo darle a fin a mi historia de horror.

Mi TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora