ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟝

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—Lena, puedes correr, pero no esconderte. —Sonia sostenía dos vasos térmicos de café mientras su compañera terminaba de ponerse los zapatos —. Tu jefe va a asesinarte, es la tercera vez que llegas tarde esta semana.

Tomó uno de los vasos de la mano de Sonia y le dio un sorbo. —Ya lo sé, solo espero que esté de buen humor para que no me despida antes del almuerzo.

Balanceó el bolso en su hombro, dio otro sorbo a su café y se miró al espejo mientras Sonia revolvía dentro de su cartera. 

—Mejor adelántate, no quiero que "el señor ogro" te desayune o va a estar de mal humor todo el día —dijo sin despegar los ojos de su cartera.

Lena salió corriendo del baño mirando la pantalla de su teléfono celular, saludó a sus compañeros como todas las mañanas, pero la mayoría solo se quedó mirándola. Llegó a la puerta de la oficina de su jefe, golpeó y esperó a que él le dijera que podía entrar. Cuando escuchó el grito de Pablo desde el otro lado todo su cuerpo se estremeció, la voz de ese hombre parecía un trueno cuando estaba de mal humor. Despacio abrió la puerta, forzó una sonrisa y dio un paso dentro de la oficina.

—Señorita, está probando mis límites... —Se quedó en silencio con la boca abierta mientras Lena apretaba el vaso entre sus dedos —. Haga el inmenso favor de usar mi baño y termine de vestirse. No puede andar así por los pasillos.

Lena miró hacia abajo, había olvidado abrochar los botones de su camisa, el bralet blanco de encaje que había elegido esa mañana que no dejaba nada librado a la imaginación era lo primero que se podía ver y aún llevaba puestas unas panty con dibujos de gatos estampadas. Intentó taparse con las manos, pero él ya la había visto en esas fachas, todos la habían visto, deseó que la tragara la tierra y la escupiera bien lejos donde nadie notara su estupidez.

Todos habían visto su sostén, todos habían visto sus pezones y nadie había dicho nada o tal vez no los había escuchado, lo peor era que su jefe la había visto así. Ahora pensaría que lo había hecho a propósito para no ser regañada por su llegada tarde.

Sostuvo con fuerza sus cosas contra el pecho, rápidamente se metió al baño, se miró al espejo y le pareció increíble que no se hubiera dado cuenta que la camisa estaba abierta hasta el ombligo, se tapó la cara con la mano y maldijo haber nacido. 

Se sacó las medias de gato, se abotonó la camisa y volvió a salir esperando que la reprimenda no fuera muy dura, sin embargo, él ni la miró, le indicó que buscara su laptop y lo esperara para bajar al estacionamiento. 

Salió de la oficina corriendo, trastabilló en el pasillo y aterrizó prácticamente en los brazos de Sonia.

—Si no te mata tu jefe, hoy te matas sola.

Lena se paró derecha y acomodó la falda gris del uniforme. —O me muero de la vergüenza. 

—René ya me informó de tu reciente incursión en el porno. —La empujó con el codo y señaló la oficina de Pablo con la cabeza —. Y veo que tu strip te dio una hora más de vida, aún no te despidió. 

—Casi muero ahí dentro. No sé que fue peor, que me viera así o que no me dijera nada. 

Pablo salió al pasillo y vio a las dos empleadas hablar.

—¿Les traigo café a las señoras o prefieren algo más fuerte? —dijo sarcásticamente.

Sonia se tapó la cara con una carpeta y Lena retiró su laptop que había dejado más temprano en el escritorio de su compañera. 

Pablo la agarró por el codo y la acompañó hasta el ascensor donde prácticamente la arrojó dentro y le dio la espalda. 

—Que sea la última vez que llega tarde, ¿entendido? 

NO FUE UN ERROR © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora