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Lana Thompson.

Cuando vivía en Boston sólo tenía agregado a mi mamá a mis contactos de emergencia. Cuando me mudé a Los Ángeles mi papá me pidió que lo cambiara ya que ahora vivía con él, y así fue, lo agregue a él y a Danielle. Hace pocos días justamente estaba con Carter y le comenté que sería mi tercer contacto de emergencia, ya que no está de más, después de todo, es mi novio.

Al pulsar cinco veces el botón de inicio, mi celular entraría en modo de emergencia y le enviaría un mensaje a mi papá, a Danielle y a Carter con mi ubicación.

No sé cuánto tiempo ha pasado. He intentado llamar a alguien, pero las llamadas no salen.

Me encuentro temblando, en un estado de nervios total. Me desespera no saber que sucede o que hacer para solucionarlo.

Me cuesta respirar debido a como me encuentro, eso sin mencionar que un lado de la cara me duele en exceso por la bofetada.

El auto se detiene.

Trago saliva cuando la cajuela es abierta. Me toman del brazo con fuerza y me sacan.

Evaluo las posibilidades que tengo de soltar una patada al hombre moreno, alto y fortachon que me retiene, para escapar.

Dejo de pensar cuando sus manos empiezan a tocarme.

—No, no, no, no me toque, no me toque, quítame las manos de encima. — me empiezo a remover con miedo y siento las lágrimas deslizarse por mis mejillas. No hay posibilidades de escapar, y por mas que le hablo no deja de tocarme — Se lo suplico, no me toque, ¡No me toque!

Estamos en medio de la nada, y sé que aquí nadie me escuchara si gritase.

—Cállate y colabora. — habla por primera vez; su voz es ronca y fuerte.

Pienso en escupirle la cara, pero aquí las que tiene las de perder soy yo. Tengo que ser más inteligente, pensar en algo.

Él tipo parece encontrar lo que busca al tocarme por la cintura.

Mierda.

No, no, no

El tipo me arranca el celular y lo tira hacia la arena que hay alrededor de la carretera, ni siquiera logro identificar dónde estamos. No me da ni tiempo a procesarlo cuando me empuja de nuevo a la cajuela del auto.

Ya no pueden rastrearme.

El cuerpo me tiembla y sigo llorando.

¿Qué mierda hago?

Pienso y pienso. Es cuando escucho la puerta del conductor cerrándose que recuerdo algo que me ha dicho mi papá cuando vimos una película de secuestro.

Contar.

En lo que el auto arranca, empiezo a contar.

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Y así sigo hasta que después del número 98, siento un giro a la izquierda.

98 segundos a la izquierda.

Empiezo de nuevo.

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No puedo olvidar esto.

Carter Woldhard

Esto tiene que ser una puta broma.

—¡¿Dónde mierda está mi hermana?! — se acerca Danielle desesperada con su celular en la mano.

¿Jugamos A Ser Novios? - (El Juego #1) [+18] √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora