Era la mañana de un martes 3 de abril del 2018, la mañana más feliz de mi vida, ¿Porqué? Porque por fin te vería.
Me arreglé, organicé mis cosas y espere a que mi familia terminara, a pesar de que aún no salía de casa, mi corazón latía tan fuerte solo de imaginar nuestro encuentro, si eso me pasaba en ese momento, no me quería imaginar lo que sucederia conmigo al verte.
En el camino imaginaba miles de cosas y aunque ya estaba resignada a que nada pasaría entre nosotros, aún quedaba un poco de esperanza en mi corazón.
Después de 5 horas de camino llegamos, era temprano, así que no sabia si estabas en tu casa o ya te habías ido a la escuela, toqué la puerta y nadie salió. Una señora nos dijo que no había nadie, así que fuimos a ver a la casa de tu abuela y ahí encontramos a tu madre.
Mis ojos miraban alrededor y no te encontraban, así que supuse que habías ido a la escuela, una desgracia que no me hayas recibido tu pero a la vez sentía una tranquilidad porque así me dabas más tiempo de prepararme y hacerme a la idea de que por fin, después de tanto tiempo, vería tu rostro y estaría cerca de ti.
Cayó la tarde y aún no llegabas, las ganas de verte y escucharte me consumían pero al mismo tiempo no quería verte, ¿incoherente no? Lo sé, pero tenía muchos sentimientos encontrados, alegría, nervios, impaciencia por verte pero a la vez de lo contrario, timidez, miedo, entre otros, pero en el fondo no aguantaba verte ya. Dieron las 9 de la noche, estaba en la cocina, habíamos acabado de almorzar y me quede ahí sentada. Escuchaba la plática de las señoras, mientras mi mente estaba ocupada pensando en ti y observando la puerta por la cual entrarias.
De repente te vi entrar. Alto, cabello corto casi negro, sudadera gris, sonrisa traviesa y atractiva a la vez, caminar nervioso y lo que te caracteriza, tu gorra. Mi corazón no podía de la alegría, quería abrazarte, decirte lo que te quería, pero tenía que contenerme y así lo hice. Saludaste y te saliste, vaya, que gran recibimiento.
No salí a buscarte porque no lo creí necesario. Poco tiempo después entro un niño y me dijo que saliera, lo hice y te vi sentado en el patio. Me preguntaste si quería jugar junto con tus primos y accedí, aunque no estaba tan contenta contigo.
Terminado el juego me senté tras de ti y tu con tu prima, no me hacías caso, no se si por nervios o era intencional, me sentí mal y fui al baño. Cuando salí me comenzaste hablar y de ahí comenzamos una buena plática.
Seguías siendo el chico divertido del cual me enamoré, viéndote y teniéndote cerca era mucho pedir para mi, al fin logré romper esa barrera que nos mantenía alejados, recorrer kilómetros con el propósito de tenerte a centímetros.
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Voy a hablar de tí, sin decir tu nombre.
RomanceNo todos los cuentos que comienzan felices terminan igual. No todo lo que viene a ti se queda contigo. Pero sobre todo, quien alguna vez juró quererte no siempre dijo la verdad.♡ Aquí dejo escritos que nunca le dije, mis lagrimas, la felicidad que a...