Besos en guerra Parte 2

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Salió mi madre, lo cual era señal de que ya nos iríamos a tu casa.
En el camino seguimos platicando un poco de nuestra vida, estaba muy nerviosa y no sabia que decir pero trataba de hacerte la plática. Llegamos y acomodamos las cosas de la maleta, al terminar salí del cuarto y te busqué en la sala, estabas sentado frente al computador y con un poco de pena me acerqué y me senté a tu lado. Vimos videos graciosos, cantamos tus canciones preferidas y finalmente vimos una película.
- Te gustó la película?
+ Si, estuvo buena. Te iba a decir que si no querías dar una vuelta pero ya es muy noche
- ¿Qué hora es?
+ Son las 00:35
- Vamos!
+ Mejor mañana, ya es tarde
- ¿Porqué no ahora?
+ Segura?
- Segura
Salimos a escondidas de los demás, ya que estaban dormidos.
Afuera había un poco de viento y yo solamente llevaba una playera de maga larga, por lo que sentía el frio y accedí a frotarme los brazos.
+ ¿Tienes frío?
- Sólo un poco
+ ¿Quieres que te abrace?
Al momento de que me preguntaste eso, mi corazón empezó a latir más rápido, no te contesté esperando a que lo hicieras pero no lo hiciste. Caminar contigo en medio de la madrugada, tenerte  cerca, contemplarte, aunque sea quedándonos callados, era por lo que había estado esperando tanto tiempo. No podía creer que estuvieras conmigo, la felicidad no cabía en mi. Íbamos bien hasta que empezaste a hablar de la chica que te gustaba, no pudiste haber escogido otro momento? Porque arruinar mi felicidad y nuestro momento? En fin, no podía taparme los oídos así que te escuché. "Me gusta que tenga el cabello largo, que no sea tan femenina, casi siempre comemos juntos y coincidimos en varias cosas..." bla, bla, bla...
En ese momento quería darte una golpiza y decir tantas cosas, pero claro, tenía que contenerme, además muy en el fondo estaba preparada para eso así que te estuve aconsejando lo más que pude.
Llegamos de nuevo a tu casa, entramos y te acostaste en el piso, encima de un montón de ropa que estaba ahí tirada.
+ ¿Quieres acostarte a un lado mio? Hace frío
- No, así estoy bien
+ Ven, sé que quieres
Y como era claro que me estaba haciendo del rogar pues después de unos segundos me acosté. Empecé a hablarte de mi vida con chicos pasados, con la mentalidad de ponerte un poco celoso, no sabia si iba a funcionar pero lo intenté. Creía que no estaba funcionando pero sacaste tu celular y empezaste a ver memes y a reírte, aún cuando yo no estaba diciendo algo gracioso, fue entonces cuando pensé que no me estabas poniendo atención, lo negaste dos veces pero a la tercera ya no seguí hablando más y me quedé callada.
+ ¿Eso es todo?
- No, pero no me estás poniendo atención, así que para que sigo hablando
+ Si te estoy poniendo atención, tu sígueme platicando
- Ya no quiero
+ Por favor
- No
Después de algunos intercambios de palabras de "no", "por favor", etc. Tomaste una cobija y me cubriste con ella abrazándome de lado. Me abrazaste, ¿eso estaba pasando realmente? Aun no lo procesaba mi mente cuando de repente te apartaste y seguiste mirando tu celular, además me quitaste la cobija. Te la pedí y no me la quisiste compartir, así que la jale y empezamos un jaloneo de cobijas, eras muy fuerte, así que me rendí y te la dejé,  pero enseguida me volviste a cubrir y me volviste a abrazar pero esta vez quedamos frente a frente. Mi cara en tu pecho, mis manos indefensas cerca de tu estómago, mis piernas atrapadas en las tuyas, tus brazos rodeando mi cintura y tus labios en mi frente.
¿Qué estaba pasando? ¿Estaba soñando acaso? No podía creer nada de lo que estaba ocurriendo en ese momento, mi corazón latía tan rápido y yo no podía concentrarme en nada más que en aquel momento.
Nos quedamos un rato así y enseguida cubrirte nuestros rostros con la cobija, pasaste tu cara a un lado de la mía rozando mi mejilla y me susurraste al oído:
+ ¿Enserio no has dado tu primer beso?
- No
+ Entonces... ¿Te lo puedo dar yo?
Me quedé pasmada, no sabia que decir, que hacer, simplemente me quedé callada y te observé. Te miré fijamente, acariciaste mi mejilla y lentamente te acercaste a mi, no podía hacer nada, solo podía verte y esperar a que mi mente y mi cuerpo reaccionaran.
Sentí unos labios suaves rozando los mios, mis ojos se cerraron automáticamente, mi corazón estaba a punto de estallar y mi felicidad me rebasaba. Me besaste. ¿Realmente estaba pasando? No podía pensar en nada, más que en disfrutar ese momento.
Te quedaste unos segundos solo rozando tus labios con los mios, luego me miraste y me abrazaste, me dijiste algo en ese momento pero fue tan baja tu voz que hasta ahora no se que fue, pero eso es lo de menos, me habías besado, me besaste, ¿Qué más podría importarme que eso?
Me besabas con ternura, tomabas mis manos y las entrelazabas con las tuyas, acariciabas mis mejillas, tus brazos rodeaban mi cintura y mi brazo la tuya, sonreias al igual que yo. Me endulzaste el oido con todo lo que me dijiste esa noche, palabras llenas de amor y de dulzura. Dios mio, mi felicidad era tan grande, no quería que acabara. Me sentía como en un sueño, del que jamás quería despertar.

Sin embargo nada es para siempre. Ese momento para mi fue lo más hermoso que me había pasado, creía que a partir de ese momento mi vida cambiaria y que iba a hacer feliz con él a mi lado. Sin embargo, esa alegría y ese entusiasmo que tenía no me duró mucho, no pensé pagar con lágrimas y dolor ese momento tan único de mi vida. No pensé que después la vida me devolvería la misma alegría pero de diferente manera, ¿Cómo? Partiendo mi alma.

Voy a hablar de tí, sin decir tu nombre. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora