Arrepentimiento

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Contrario a muchos, Jimin tenía -lo que él consideraba- la maldición de recordar lo que hacía cuando estaba borracho, no con claridad, pero definitivamente mucho más que la mayoría. Por lo que no le sorprendía estar caminando de un lado a otro sintiéndose morir de la vergüenza al repetir una y otra vez lo que había pasado anoche con el chico que tanto le gustaba.

"Necesito hablar contigo cuando estés sobrio, ¿bien?"

Su vientre se contrajo en anticipación. Estaba asustado, su lado seguro y lengua larga había salido a flote como pocas veces lo hacía. Y tenía esta maldita costumbre de pensar demasiado y arrepentirse por todo: por tomar grandes cantidades de alcohol, por actuar de manera tan descarada, por ser tan... tan él, que no evitó pensar si aquello fue mucho para Yoongi. Tal vez el mayor se había lamentado "ser su amigo" después de notar lo raro que era y por mera amabilidad le había ayudado a llegar a la cabaña, ¿o tal vez lo hizo por lástima? Jimin ya no sabía.

Y ahora eso le estaba comiendo la cabeza.

Suspiró ignorando la alarma de su celular. La ansiedad que sentía aumentaba a creces, dejó de caminar para sentarse en una esquina de la cama matrimonial y morderse la mejilla interna con fuerza. El sabor metálico inundó rápido su boca, pero no le importó porque no dejaba de pensar en las posibles razones de las palabras del pelinegro.

—¡Yah! Estúpido teléfono de mierda, debiste quedarte sin carga —refunfuñó apagando el sonido que tanto lo molestaba. Su pantalla de notificaciones le recordó que tenía un par de mensajes sin leer y era lógico que Jimin decidiera ignorarlo cuando sabía quién era el remitente.

No estaba preparado mentalmente para lo que Yoongi tenía que decirle a Dolly.

Decidió que era hora de ir con Jin, así que se duchó y arregló con algo de la ropa que el mayor le había dejado junto a las pastillas para el dolor de cabeza que había tomado tan pronto despertó. Cuando interceptó a su amigo cocinando, el mayor le recibió alegre y Jimin solo se abrazó al cálido chico.

—Hey Mochi, ¿por qué tan apagado? —Jin se las arregló para apagar la estufa con el menor en sus brazos y los llevó al comedor—. ¿Por qué no desayunamos antes de que venga Kook?

—No tengo hambre, hyung.

Seokjin se quedó en silencio.

—¿Es por lo de anoche? ¿Quieres hablar de ello? —le acarició la espalda, confortándolo, aunque ya tenía una leve idea de lo que podría ser juzgando por la llamada que recibió horas atrás; sabía bien que su amigo solía hacer de un problema pequeño, algo gigantesco.

Jimin asintió. Ambos chicos se dirigieron a la sala después de asegurarse que la comida no se enfriara. Jimin se puso cómodo, agarró una de las grandes almohadas y se escondió en ella como si fuera su lugar seguro. Seokjin los envolvió en una gran manta pesada y calientita.

—Hyung, no recuerdo todo. Pero sé que hice algo estúpido, estoy seguro. Le confesé que tenía mi número, y creo que le reclamé el por qué no me había hablado antes. Dios mío, ¿crees que pueda desaparecer de la Tierra antes del lunes? ¿Qué pasa si se da cuenta que soy el chico molesto que le manda mensajes con el ridículo sobrenombre de un dinosaurio? Me va a odiar, Jin hyung...

Jimin hablaba tan rápido que Jin dudaba de haber escuchado bien, la almohada provocaba que su voz saliera aplastada y entrecortada.

—Santo cielo, Jimin. Ve más despacio, puedo sentir tu desesperación a kilómetros, cariño. Sal de ahí, ¿quieres? —Jimin le prestó atención sacando solamente la cabeza del cojín—. Bien, ahora dime, ¿que te hace creer que te va a odiar? Sabes perfectamente que eres alguien que vale la pena, Park.

𝙷𝚎𝚢 𝙲𝚛𝚞𝚜𝚑! •YM•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora