Cuando la princesa de Beqwer nació, el reino, su reino, estaba sitiado. Su padre se había negado a firmar acuerdos matrimoniales con las naciones enemigas para que, estas se adueñaran primero de su hija y luego, de su reino. Desde su punto de vista, la paz no era posible a base de una unión, que probablemente era tan estable como una casa sin columnas. El quería que, luego de su muerte, su hija, una mujer preparada, astuta y bondadosa, se encargara de su reino. En su mente no cabía la posibilidad de que su hija fuera una sumisa atada a las decisiones de un príncipe tirano, proveniente de otra nación poderosa, que ahora poseía también todo aquello por lo que sus antepasados se habían esforzado tanto.
Mientras estuviera vivo, el rey jamás permitiría que su princesa, fuera doblegada por ideas de nobles que solo velaban por ellos mismos, nublando la inmensa capacidad de pensar que ella poseía. Porque sí, el rey creía firmemente que la princesa, una vez que fuera reina, tendría la capacidad para gobernar la nación entera, ascendiendo sola y no bajo el dominio de un rey. Pero, necesitaba que ella también lo crea, no quería criar a una mente débil y sumamente amoldada, por eso, no podía concebir la sola idea de amoldar la mente de su pequeña de la forma en la que los demás querían, mediante un pacto matrimonial que uniera los reinos.
Su heredera era bellísima, era una versión única, un ejemplar que jamás había visto en su vida, su tez pálida, sus ojos incoloros, su cabello aun no tenia color. Aun así, aunque en ese momento se viera débil, incapaz de hacer algo por sí misma, él se encargaría de que se convirtiera en la mujer fuerte que tanto deseaba que fuera.
Quizás sus planes se desbordaron, unos días después, cuando los enemigos finalmente entraron al castillo, encontraron a su esposa con una hermosa bebe en brazos, y tras arrebatársela, pasaron cadenas alrededor de las extremidades de la reina. La dirigieron por un gran pasillo, que estaba acomodado para dar a una especie de escenario. Había miles de súbditos del otro lado, tanto prisioneros como leales al reino enemigo. La reina los observo arrodillaron, minutos después, el rey también fue traído, con grandes cadenas apresándolo. Ella lloraba desconsoladamente, él se mantenía firme, inexpresivo, aun con los cortes en su cuerpo, y la sangre sobre su rostro, su mirada era imperturbable.
Los espectadores gritaban eufóricos, querían ver sangre salpicarse por todos lados. Entonces fue cuando sucedió lo que ellos habrían clasificado como el peor momento de sus vidas. Un guardia, se acercó con un pequeño bulto entre sus manos, la bebé que llevaba no iba nada contenta, estaba atravesando una enfermedad y todo lo que deseaba era volver a los brazos de su tierna madre. La reina grito con todas sus fuerzas, el semblante del rey se perturbó, comenzó a rogar por la pequeña, comenzó a pedir clemencia. Entregarían todo si la pequeña vivía.
La reina de Gredas, avanzó con una sonrisa, subiendo las escaleras que conducían al escenario donde el rey y la reina estaban a punto de ser ejecutados. Se posiciono delante de ellos, inquiriendo que precio pagarían por la vida de la niña.
-Déjala vivir, y tendrás el reino y cuanto hay en él, puedes tener mi cabeza, puedes si quieres torturarme y humillarme públicamente. Solo, no lastimes a mi familia -. Suplicó el rey.
-Es casi gracioso -bramó ella -, estuviste completamente en contra de que exista una alianza inquebrantable, entre mi reino y el tuyo, mediante mi hijo, de la familia Voulcanis, Príncipe de Gredas. Y ahora, me entregas a la dulce niña solo para preservar su vida, sin llevarte nada a cambio -. Rio severamente y luego su mirada se afiló, a continuación, soltó un discurso lleno de hipocresía-. Lo haré por la pequeña. Porque ustedes dos, ya están muertos, su cobardía y debilidad los ha condenado, y su falta de compromiso para con el pueblo, cesará con su ejecución.
La reina hizo una seña, y todos guardaron silencio, ella fingió una de sus mejores sonrisas, miró fijo a los reyes de Beqwer, y volvió la vista a los espectadores.
-En el día de hoy, nos hemos reunido para tomar un reino caído, que ha estado en ruinas durante años, y donde la indiferencia del rey, ha hecho estragos. Hoy, nos hemos reunido, para inaugurar una nueva era. Sabemos muy bien que hay marcadas diferencias, entre ambos reinos, diferencias que estamos dispuestos a superar, para lograr la unificación y fortificación de lo que de ahora en más, será un solo reino-. El pueblo se agitó, con vítores y aplausos, incitándola a continuar con su macabro plan-. De ahora en adelante, Gredas tomará control de Beqwer, conmigo como reina y con mi esposo, como rey. Los reyes que traicionaron al pueblo, serán castigados por sus pecados. En cuanto a su princesa, la princesa es de Beqwer, pertenece al reino y no a los traidores de sus padres, así que por su inocencia, le daremos una segunda oportunidad, la dejaremos vivir y será parte de los nobles, solo que tendrá ciertas limitaciones. Ella unirá nuestras naciones.
Los reyes sabían lo que pasaría, comenzaron a gritar, a forcejear y los guardias los retuvieron.
-¡Ese no era el trato! -gritó el rey.
-No estas en condiciones de hacer tratos, Zephyros. Ella vivirá, ¿Qué? ¿No me escuchaste?
Volvió a sonreír sádicamente e hizo una seña a uno de los guardias, el que sostenía a la pequeña también se acercó, la alzó presentándola al pueblo, mientras ella gritaba, y luego, se la acercó al segundo guardia, que sostenía ahora un afilado bisturí, el bisturí ardía a una temperatura de 600 °C y al hacer contacto con la piel de la niña, empezó a derretir su suave piel, la niña dejó de llorar, mientras extraían el cristal que la hacia ser. Le arrancaron su corazón. Lo aseguraron en una caja de metal helado y se lo llevaron lejos. Mientras sus ojos dejaban de brillar.
-Y así, es como se conquista un reino. -Exclamo la reina, mientras aplausos envolvían los gritos de los reyes que habían perdido más que su corona.
Una era inmersa en crueldad estaba culminando su nacimiento.
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Stray
FantasyWinter es una adolescente sobreprotegida, deseosa de salir al mundo. Pero, el mundo es un lugar peligroso, más aún, si lo que corre por tus venas, no es humano.