No era muy tarde cuando desperté, quizás eran las diez de la mañana. Afuera circulaba el típico ruido de movimiento humano diurno. Y me taladraba la cabeza, quería clavarme un exacto en la sien y arrancar la arteria que cruzaba mi cabeza. Me latía la cabeza, me latían los ojos y me costaba respirar. Levanté el torso con dificultad y me mantuve erguida por unos segundos, hasta que mi madre cruzó la puerta con una bandeja de desayuno.
—No es para alarmarte, pero sé lo que hiciste anoche, Winterydha— formuló con un poco de indiferencia, en un tono que usaba para no parecer severa o demasiado preocupada— No estoy enojada, tu padre tampoco. Solo me gustaría que nos hubieras hablado de esto. Podría haberte sucedido cualquier cosa, de hecho eso fue lo que pasó, y nosotros estábamos aquí sin saber nada.
Sus ojos se veían muy cansados, como si no hubiera dormido bien en la noche. Suspiró, mientras dejaba la bandeja de desayuno en la mesita de luz, se veía delicioso, era una tostada cargada con una pasta de palta, pedacitos de tofu y condimentos encima, otra tostada tenía algo así como hummus, un par de hojas de espinaca y pedacitos de tomate, acompañadas por un tazón de malta y un vaso de jugo de naranja.
—Me gustaría decirte que no tienes nada que explicar. -acarició mi mejilla con su mano—Pero, no es así. Winter... anoche... sabes que te atacaron, ¿no?
Mi mente se disparó en todas las direcciones, no lo recordaba bien pero sabia que había sufrido momentos de inconsciencia. De pronto estaba más preocupada que antes, ¿el "ataque" se había limitado a los cortes suturados o me habían atacado... sexualmente? Me sentía asquerosamente enferma al pensar que eso podía haber sucedido. Si antes me sentía mal, entonces ahora sentía que iba a morir, pero esta vez la molestia era emocional.
—¿Me atacaron? — Pregunté con preocupación.
—Sí. Solo mira tus brazos, claramente te hicieron cosas. Pero no te preocupes, luego de desayunar, vamos a examinarte y te pondrás bien.
—¿Papá se va a enterar de esto?— pregunté con preocupación.
—Papá ya se enteró de esto. Anoche, él fue quien abrió la puerta para encontrarse con un jovencito, que tenía a su hija remendada en los brazos.
No me esperaba eso, siempre vi a mis padres como figuras supremas que me prohibían cosas y estaban dispuestos a usar la fuerza bruta en caso de que me negara a obedecer. Pero, a juzgar por lo que había pasado, estaban reaccionando demasiado bien. Es decir, la noche anterior no solo me había escapado para ir a una fiesta, sino que también me había sucedido lo que ellos siempre me advertían que podía ocurrirme. Y, aún así, todavía yo tenía mi cabeza sobre mi cuerpo.
—No te preocupes por él—, continuó mamá trayéndome de nuevo a la conversación— ya nos ocupamos de él.
—¿De quién? —indagué confundida.
—De Adler, por supuesto. ¿O es que no sabes quien te trajo a casa? ¿Con quién estabas anoche?
—¿Adler me trajo a casa?
Mamá rodó los ojos.
—Dijo que era tu amigo. Que te vio en una fiesta en la que él estaba, y al rato, le dijeron que estabas tirada, fuera de la propiedad, herida. Así que no lo dudó y te trajo a casa. Winter, necesito que me digas qué ocurre.
Mi cabeza dolía más fuerte ahora. Mis padres de seguro habrían maltratado a Adler y le advirtieron que no se acerque a mí nunca más y quizás lo amenazaron y demás. Sentía pena por eso. Pero, al mismo tiempo, si llegáramos a ser novios en el futuro, nos ahorraríamos el momento en que lo tenga que presentar a mis padres.
—Es verdad, creo. Es decir, fui sola a la fiesta, no estaba con Adler—. Aclaré. —Pero, cuando salí a tomar aire vi... —Mi voz se cortó, no sabía si debía decirlo, un escalofrío recorrió mi espina dorsal— Va a sonar estúpido, pero, había una chica igual a mí. Su cabello era negro y sus ojos celestes, pero sus facciones, su mirada, todo eso era mío.
Mamá me observaba con los ojos bien abiertos, asintiendo con la cabeza, el borde inferior de sus ojos zafiro, comenzó a cristalizarse, y luego de acariciar mi mejilla suavemente, se levantó bruscamente y dejó rápido la habitación.
De seguro creía que estaba loca.
Mientras intentaba tragar mi comida, me levanté con mucho esfuerzo y busque el libro que mamá había escrito. Mis padres no encajaban en el perfil de seres humanos amargados, eran sobreprotectores, demasiado. Pero, de todas formas, fueron tiernos conmigo toda mi vida, siempre habían deseado tener hijos, y al no poder, vieron en mí su oportunidad. No me quejo, al fin y al cabo, yo necesitaba padres, ellos querían un bebe. Tampoco indagaba sobre mis padres biológicos, para ser sincera, no sentía mucha curiosidad. Pensar que me habían abandonado y dejado a mi suerte, siendo una bebé, me daba escalofríos. Independientemente de cuales hayan sido sus circunstancias para descartarme, lo habían hecho y siendo sincera, no quería saber nada sobre personas que hicieran ese tipo de cosas.
Encontré el libro, pero, la verdad no tenía tantas ganas de releer relatos maravillosos, así que, deslicé el libro dentro de uno de los cajones de la mesita de luz y me prometí leerlo luego.
Mamá es bioquímica y tiene gran conocimiento sobre básicamente todo, así que fue ella quien revisó y atendió mis heridas, y luego del fin de semana, fui capaz de regresar a la universidad, sin perder ni un día de clases. Aunque, me hubiera gustado quedarme en casa a descansar.
El lunes, mi padre condujo hasta la universidad, preocupado, necesitaba saber que iba a estar bien y estar a mi lado todo el tiempo posible, le brindaba cierto nivel de tranquilidad. Así que no protesté luego de que me avisó que sería el quien pasaría a recogerme y que no me fuera con nadie más.
No había hablado demasiado con mis padres sobre lo que sucedió, yo no lo entendía bien, y tampoco había estado muy consciente. Así que mamá hizo unas pruebas para intentar resolver qué me sucedió, me explicó que simplemente me habían extraído sangre, con distintos tubos, bastante gruesos y luego habían suturado las heridas. Los moretones extra me los habían hecho la brusquedad y la desesperación presente en la persona que me apuñalo con tubos. En mi imaginación se veía absolutamente desagradable.
Luego, me dijeron que ellos jamás me culparían de algo así, a pesar de que desobedecí y me escapé, no era mi culpa, nadie debería haberme tocado. Y estábamos bien. Después de todo, mis padres no eran tan terribles como creía.
En medio de la clase, comencé a sentir una punzada muy fuerte en mis heridas, de pronto un calor abrazador comenzó a escalar dentro de mí. Miré a mi alrededor y sentí como que las personas estábamos demasiado cerca, el aire se sentía pesado y rasposo al entrar por mis fosas nasales y lo que era aún peor, no era suficiente. Me mantuve quieta por unos largos segundos, intentando calmarme, pero al no lograrlo, junté todas mis cosas y me levanté para irme. Salí apresuradamente de la clase tratando de hacer el menor ruido posible para no interrumpir.
Ingresé al baño y me encerré en uno de los cubículos, normalmente, en un día normal me daría un poco de asco tirarme en el suelo y recostarme sobre uno de los paneles del cubículo, a la vez que trago mucho aire con la cara muy cerca del retrete, pero en lo menos que podía pensar era en los gérmenes que reposaban en aquel lugar. Sentía nauseas pero no ganas de vomitar, tuve el pensamiento de inducirme el vomito pero lo empujé. De pronto mi pecho ardió intensamente. Y luego de unos minutos de dolor y agonía silenciosa, por fin ya no sentí nada. Salí lentamente de la pequeña cabina y me recargué sobre la mesada de mármol o marmolina, no lo sé, ya nada es completamente puro hoy en día.
Posé mi mirada en el espejo frente a mí y observé la irritación alrededor de mis ojos. Respiré profundamente varias veces mirándome a los ojos en el espejo y me pasé las manos húmedas por el rostro, y con el pasar de unos minutos toda esa horrible sensación se desvaneció y fue realmente extraño porque comencé a sentirme absolutamente bien, mejor que antes.
Salí del baño y me dirigí a la cafetería, no pensaba volver a clases, simplemente pasaría el rato antes de que mis padres pasaran a recogerme. Una vez allí, me compré un café con leche de soja y chocolate y saqué unos snacks caseros de la mochila. El café solía saber súper desagradable en mi boca, pero por alguna razón, no podía parar de tomarlo.
Mientras me acomodé en la mesa y bebía mi café, me puse a revisar mi teléfono y al levantar la vista unos minutos más tarde, había una nota en la mesita. Miré discretamente hacia todas las direcciones mientras agarraba el pedazo de papel doblado. Era un papel extraño y hermoso, parecía como si fuera hecho en una mezcla de cristal y papel común, era firme y parecía resistente. Lo abrí cuidadosamente y lo que ví hizo que una pequeña gota de adrenalina diera vueltas en mi cuerpo.
"No permitas que te siga,
no dejes que sepa donde vives.
Aléjate cuanto antes, todo lo que puedas.
Te desea vehemente y lo que te tiene preparado no es nada bueno."
¿Era una especie de broma? ¿Se había corrido la voz de lo que me sucedió y ahora me jugaban bromas pesadas con eso? No, la universidad no es como la secundaria, hay tantas personas todo el tiempo, personas que quieren estudiar y no tienen tiempo para andar entre cotillas, así que menos andarían haciendo bromas a cualquiera. Era absurdo pero al mismo tiempo prefería creer que era una broma antes que creer que era cierto.
Además, ¿De quién debía alejarme? ¿De la chica del bosque que había sido completamente siniestra y para peor era idéntica a mí? ¿De mis amigos? ¿De Adler? No, eso era estúpido porque Adler no estaba cerca mío y no me deseaba vehemente. Mi mente recordó el episodio del bosque; la chica, corría pero sus pasos no resonaban. Su mirada, cargada de... nada. Es decir, se veía siniestra, pero eso era porque me provocaba miedo la situación, una chica con vestido largo, gracia celestial en sus movimientos, y una risa embelesadora en el medio de la noche, en lo profundo del bosque. Había visto demasiadas películas de terror como para saber que eso era una alerta de peligro. Pero su mirada era como insípida, parecía vacía, sin nada ni esencia. Quizás sí había imaginado todo eso.
Guardé la nota dentro de uno de los cuadernos, y comencé a sentirme estresada. Esa nota, era la única prueba que tenía de que una persona malvada me estaba siguiendo, y no dudaba que fuera mi doppelganger. Además, las películas y series de televisión me han enseñado a lo largo de mi vida que de los dobles vivientes, siempre hay uno que es siniestro, y sentía que ese pensamiento no era errado.
Caminé inquieta por el pasillo y me sobresalté al chocar mi cuerpo con el de Adler, mis ojos se agrandaron al verlo y quise desaparecer. Es decir, parte de mí quería golpearlo y gritarle que deje de ignorarme y luego de eso besarlo. Pero la otra parte, la racional, me exigía que salga de allí rápidamente. Adler me observó con sus brillantes ojos topacio coñac. Me quedé embelesada observándolo, no podía evitarlo, sus ojos eran hermosos, sus labios también y su piel no tenía imperfecciones, mas que algunas líneas de pelea que se irían en unos días.
—Winter
—Adler —hablé apresuradamente— gracias por llevarme a casa el otro día y disculpa si mis padres ya sabes, fueron desagradables.
—No, de hecho fueron muy amables— no le creí, pero quería huir de él, desde el incidente todo tipo de contacto o conversación me estremecía y el hecho de que Adler me desequilibrara todos los sentidos no ayudaba.
—Que bueno. —dije con una sonrisa—. Bien, debo irme, adiós.
Solté esas palabras rápido, intentando correr lejos de él. De pronto me sentía extraña a su lado.
—Espera—, susurró agarrando mi muñeca, lo cual envió una corriente eléctrica por mi cuerpo, y me acercó más a él.
Mi cuerpo estaba perdiendo todas sus funciones, quizás explotarían mis neuronas o tendrían un cortocircuito que me haría convulsionar. Adler me gustaba, no iba a fingir que no, y de haberlo querido tampoco habría podido hacerlo. Por pura inercia, mi mano libre fue a parar a su mejilla y no, no fue para azotarlo con una cachetada, sino que se posicionó en la parte lateral de su mejilla, suavemente, acariciándola. Él, entreabrió su boca, sus ojos fijos en los míos, entonces la distancia entre nuestros cuerpos comenzó a desvanecerse lentamente, y el pasó una mano por mi cintura atrayéndome.
—Necesito que hablemos —balbuceó, forzando las palabras.
Pero en lugar de hablar su rostro comenzó a acercarse lentamente al mío y en cuestión de segundos, sus manos se posaron rodeando mis caderas y suave pero decididamente me alejó de el, con firmeza. El encanto se apagó, cuando creí que iba a besarme me alejó insensiblemente de él. Quise decirle algo o golpearlo, pero sus facciones se endurecieron y su semblante paso a ser el mismo desinteresado de siempre y rápidamente, después de deshacerse de mi —aparentemente— asqueroso cuerpo se marchó sin decirme nada.
Algo en mí se fragmentó, no sabría decir si lo que se rompió fue mi corazón o mi dignidad. Me sentí estúpida y quise llorar, iba a llorar, pero no ahí. Estaba muy enojada, sentía ira y rabia y podría patear a cualquiera que se me cruzara en el pasillo. Caminaba a paso rápido, quería salir de la universidad y esperar a mis padres.
Entonces una silueta alta de pelo oscuro, piel clara y lentes de sol apareció frente a mí, caminando en mi dirección. Me observó un momento, sin dejar de caminar, mi rostro estaba rojo de ira y de tanto contener lagrimas, me sonrió y corrí la mirada. No lo conocía, su rostro me sonaba de algún lado, y era muy lindo, quizás había admirado su belleza en algún momento pero ahora no quería pensar y mucho menos sonreírle de vuelta. Iba a pasarlo rápidamente, cuando me tomó por la cintura y me obligó a parar.
Sinceramente no tenía humor para otra escena ficticia de un beso que jamás vería su culminación.
Sus manos eran muy calientes, su piel era caliente. Quizás tenía fiebre, pero lucía muy bien para tener fiebre. Por mi mente paso rápidamente esa historia, de que hacia unos cuantos años atrás una pandemia había afectado al mundo y la fiebre era uno de sus síntomas principales, pero las personas infectadas a pesar de tener fiebre excesivamente alta, en lugar de quedarse en sus casas a descansar, se iban de viaje o a fiestas. No entendía como eso era posible. Todo pensamiento se desvaneció cuando me posiciono frente a él, se bajó los lentes oscuros y me observó. Mi mente fue golpeada duro al ver su rostro completo. Y me sentí tonta al no reconocerlo antes.
—Disculpa —sonrió mirando mi rostro —no quería molestarte, pero ya sabes, te vi y sentí curiosidad por qué había pasado contigo, después de lo del otro día.
Sus ojos volcánicos, tan intensos, tan extraños y bellos, hicieron que me olvidara de todos mis problemas, él emanaba un calor particular, de pronto me encontraba cómoda a su lado, Adler ya no me preocupaba. Le dediqué una sonrisa.
—Estoy mejor, gracias. —le respondí sonriente, no sabía que más decir, pero al mismo tiempo quería seguir hablando con él.
—Genial, me alegro —sonrió gentilmente y agregó:—nos vemos luego.
Por alguna razón que no entiendo, comencé a seguirlo.
—Espera —exclamé —aún no se tu nombre.
Él se detuvo y, se volteó para mirarme. Volvió a esbozar una sonrisa perfecta y sus ojos se tornaron mas brillantes al unirse a la sonrisa.
—Me gusta mantener el misterio. Yo no se tu nombre y tu no sabes el mío. Por ahora.
—¿Es una especie de juego? —indagué, confundida.
—Si quieres verlo así. —rio — estoy seguro de que vamos a volver a encontrarnos, estudiamos en el mismo edificio. Y quizás, la próxima vez, te invite un trago. —guiñó un ojo y se fue sonriente.
Un chico al que no le interesaba saber mi nombre.
Normalmente cuando no le interesas a alguien, al menos finge que quiere saber tu nombre o alguna nimiedad tuya que no le interesa, para no mostrarse irrespetuoso o insensible. Él ni siquiera hizo eso, simplemente se fue, sin siquiera decirme su nombre o querer saber el mío. Y no sabía por qué estaba preocupándome por la mini conversación con ese chico que ni conocía, sinceramente creo que la única razón por la que pensaba tanto en eso era para no pensar en el rechazo que me propinó Adler.
No volví a ver a Adler en dos días, ni recibí otra nota extraña, pero a quien sí volví a ver, fue al chico de los ojos volcánicos. Había salido de una clase y fui directo a la cafetería, buscaba a Bethanya o alguna cara familiar -que no fuera Adler- pero no encontré ninguna. Luego de unos minutos, una silueta alta, con lentes de sol de un tono café, camisa y pantalón a juego en tono alazán y una chaqueta que casi era de vestir, de un color kaki.
Ocupó un asiento en la barra de la cafetería, sin mirar a nadie, ni saludar. Lo había dejado claro el otro día; no le importaba conocer a la gente. Y eso era curioso, porque esa indiferencia era lo que me llevaba a no poder alejar mis ojos de él. Estaba acercándome a él, cuando noté que sacó algo, no sabía con seguridad de donde. Era una especie de frasquito alargado. Tenía un liquido espeso de un color rojizo allí, que burbujeaba suavemente. Lo sacudió, cerca de su nariz, sintiendo el olor y luego, tomó un sorbo. Parecía deleitarse con ese líquido.
Volteó para encontrarme observándolo, sonrió ampliamente y giró sobre el taburete, unos 120 grados para enfrentarse a mí. Sacudió el recipiente extendiéndolo hacia mí, en un ofrecimiento a tomar un sorbo.
—No, gracias, —sonreí, John me había advertido que nunca beba algo que me ofreciera un chico, y me ese consejo era mi respaldo, porque no pensaba beber ese liquido extraño. No tenía ni idea de qué decir, y el me observaba expectante. Había ido hasta allí, por un impulso, y ni siquiera sabía por qué seguía parada allí. - Así que estudias aquí...
Me sentí idiota pero no sabía que más debía decir.
—Oh, no. —Respondió, negando con la cabeza. —De hecho, aun no me inscribo, estoy dando vueltas de vez en cuando para conocer el edificio y decidir que es lo que voy a estudiar.
—¿Tomaste un año sabático?
—No.
Lo observé extrañada, no parecía ser menor que yo, de hecho, parecía tener un par de años más.
—¿Cuantos años tienes?
—Soy mayor que tú. —explicó bajando sus lentes, llevándolos lejos con una de sus manos. Ahora sus ojos del color de la lava estaban expuestos.
Bien, no me conocía y esa respuesta me llenó de curiosidad. ¿Había estado averiguando cosas sobre mí? Sentí algo, no era miedo, supuse que era interés, la curiosidad me llenaba de ansiedad y probablemente era eso lo que sentía. Pareció notarlo, porque se acercó a mí, y susurró.
—En serio, no sabes quien soy. —fue una afirmación más para él que para mí, había un deje de perversidad en su voz, lo que hizo que me alejara un poco.
—¿Tendría que hacerlo?
—Ellos no te lo dijeron. —gruñó. —Ni siquiera conoces a tus padres. —En su mirada se dibujó una sonrisa perversa, sentí un escalofrío horrible.
Me sujetó por los hombros, llevándome cerca, su agarre era caliente y sentía que el calor pasaba a todo mi cuerpo y comenzaba a darme fiebre.
—Sabes que eres diferente, sabes que también lo soy. Y tus padres también lo saben y solo se esfuerzan por esconderte. Maldición, ni siquiera sabes quien eres. ¿Sabes quien eres?
Mi cabeza iba a explotar, respirar era difícil, y no podía entender nada en absoluto, estaba mareada y no pensaba en nada, si la mente podía doler, seguramente esa era la sensación. De pronto recordé la nota, quien la escribió, sabía cosas sobre mí que yo no, e intentaba advertirme algo, seguramente sobre la chica del bosque. Y él, era la única persona que parecía saber más de mí que yo misma. Iba a mencionar la nota cuando de pronto otra idea atravesó mi mente. Conocía a mis padres, y ellos nunca lo mencionaron.
—¿Conoces a mis padres?
—¿A los asesinos o los asesinados? —Mi expresión de seguro fue respuesta suficiente para que entendiera que yo no sabía nada de nada. —Podría decirte que sí.
Levantó la vista para ver algo atrás mío, y su mirada se volvió indiferente, perdió toda la intensidad de segundos atrás, llevó el frasco a su boca, y se bebió todo el liquido extraño de un sorbo, sin dejar de mirar atrás, podría jurar que sus ojos emanaron un brillo metálico, de un color terracota cuando bebió ese liquido y miraba fijamente a la persona frente a él, o quizás solo lo imaginaba, sea como fuere, me sacó de mis pensamientos en cuanto se acercó a mi oído.
—Estoy seguro de que tampoco lo conoces a él, —susurró indicando a la persona atrás mío —tómalo como un gran consejo de vida; No confíes en nadie.
Luego de eso, se alejó y salió de la cafetería. El sabía cosas que yo no, y necesitaba que me las dijera. Ese chico que se negaba a decir su nombre, era de pronto mi foco de atención, quería perseguirlo pero no lo hice, tenía la sensación de que lo vería muy pronto. Me di la vuelta para observar a la persona a mis espaldas y mis ojos se encontraron con Adler observándome fijamente. De pronto, su existencia me parecía molesta.
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Stray
FantasyWinter es una adolescente sobreprotegida, deseosa de salir al mundo. Pero, el mundo es un lugar peligroso, más aún, si lo que corre por tus venas, no es humano.