Halloween nightmare

8 0 0
                                    

— Señorita Loveking, entienda que es indispensable el realizarse la prueba de inmunidad. No queremos problemas dejando entre nosotros un posible infectado, imagine lo terrible que sería que un descuido como ese provocara un número mayor de infectados en la central. ¿Se da cuenta de que eso pondría en riesgo tanto trabajo? Sabe igual que yo cuanto ansiamos hallar la cura. Usted más que nadie ¿no es así? 

El hombre frente al escritorio hablaba claro y aunque lo tenía enfrente Ada se mostraba distraida, su cabeza estaba hecha un revoltijo de pensamientos y era incapaz de encontrar la forma de aclararlos de una vez. El Subdirector golpeó con un bolígrafo su escritorio y la joven castaña volvió la vista a él. Asintió una vez le hubo preguntado de nuevo. Se sentía avergonzada de sus actitudes tan temerosas. Ella había demostrado desde su llegada que no temía el tener que hacer lo que le ordenaran. Pero el miedo que tenía para con los médicos, todos ellos sin excepción, la hacían actuar de modo que no parecía ella misma. 

— La cita programada para sus exámenes médicos será mañana. La mandaré a llamar si surgen cambios. Vaya a descansar. La necesitamos estable para un mejor desarrollo de los exámenes. 

— Subdirector, ¿Usted vigilará la sesión verdad? Eso... Me dejaría al menos un poco más tranquila. 

Su voz era baja, aunque intentaba mantener la calma se le notaba aún el nerviosismo brotando de todo su cuerpo. Sus movimientos, el tono de su voz, el brillo de sus ojos. Sabía que aunque se lo pidiera, esa noche no podría dormir. 

— Claro, ahora vaya a descansar.

Se retiró de la oficina y fue directo a su habitación. Las luces se habían apagado en todo el recinto pero sus ojos no se habían cerrado aún. Y probablemente no lo harían. Él había sido justo en decirle que si las pruebas la requerían dentro del área en cualquiera de los grupos no habría más qué hacer. Quizás era ese, sumado a su temor por los médicos, el causante de su insomnio. Era eso, o su miedo mayor de alejarse de todo cuanto conocía, de todo cuanto podía de alguna forma (terriblemente mínima) hacerla feliz.

Lo guardias llegaron al amanecer. Puntuales como nunca. ¿Tan importante querían hacerla sentir? La burla detrás de aquel pensamiento hizo que un bufido de disgusto escapara de sus labios. 

Se sentía tranquila, calmada, como si nada le importara en realidad. Bueno, eso antes de entrar a la sala. Las batas blancas, el brillo del las jeringas, el ruido de sus zapatos golpeando en el suelo. El corazón se le aceleró, sus manos sudaban. Tragó saliva y desvió su mirada a la pared, donde (Con tablet en mano como si allí hubiera algo mucho más importante) Estaba Janson. Pero eso tampoco la tranquilizaba. Uno de los médicos posó una mano en su hombro, el ensimismamiento desapareció y contuvo un grito. Ya estaba alterada. Miró en todas direcciones. El doctor a quien no pudo reconocer aún, le dijo algo, pero no lo escuchó. Retrocedió unos cuantos pasos hasta la puerta donde un guardia la tomó de los brazos y la elevó en el aire. Pataleó intentando zafarse pero la diferencia de fuerza, altura, peso, lo que sea, era demasiada. 

— Hay que sedarla. Háganlo rápido. El tiempo es oro. 

El subdirector mismo fue quien lo dijo. Ada sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas que intentó contener lo más que pudo. No quería estar ahí. No con ellos. Su padre, si estuviera vivo, jamás habría permitido esto. Pero no lo estaba. Ya no existía ningún Norman Westemberg. Estaba sola, adonde quiera que fuera. 

Registro - Ada Loveking.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora