La última cuadra fue una milla interminable. Su agitada respiración se mezclaba con el ronroneo intenso dentro de su cabeza. Tomás sentía que lo seguían. Los ojos del gato brillaban en cada rincón.
Falló varias veces al intentar abrir la puerta de su casa. La cerradura parecía moverse de un lado a otro. Entró con desesperación. Tenía el cuerpo rígido. Se sintió seguro al encender todas las luces. Tiró su portafolios en el sillón. Le urgía recostarse en su cama y un baño reparador sería la mejor previa.
Fue al baño cantando "Cuando pase el temblor", luego de subir el volumen del equipo.
Abrió las canillas de la bañera y puso un tapón. Dejó que el agua corriera. Se miró al espejo, estaba pálido y unas ojeras bordeaban sus ojos. Después de descambiarse, estaba listo para sumergirse en el agua. Pero, al darse vuelta, allí estaba. Sentado sobre sus patas traseras, moviendo su cola fastidiosamente, sonreía y era más negro que nunca.Tomás sintió que algo se le atoraba en la garganta; el miedo, quizás. Su respiración se entrecortó y cuando buscaba hacerse la idea de que todo estaba en su cabeza, el gato se abalanzó sobre él. Sintió su peso, su olor y el ardor de los arañazos en el mentón. Eso si fue real. Inmediatamente, el joven lo arrojó hacia la pared. Retrocedió atónito puteando a su madre, se tropezó y aferrándose a la cortina, cayó sentado dentro de la bañera. Se quedó paralizado, mirando como el gato caminaba sigiloso, delicadamente, sobre el piso del baño. Su intenso negro se reflejaba en los azulejos, sus inmensos ojos amarillos parecían salirse de la órbitas. Dio un salto y se encontraron sus rostros. Tomás era el reflejo de un niño de tres años, que hubiese visto al Viejo de la bolsa.
Ocho, de pie en el borde de la bañera, había logrado la victoria. Miró a su asesino a los ojos, sus finos dientes se asomaron en una sonrisa histérica, que crecía cada vez más, mientras su lomo se encorvaba y sus pelos se erizaban. Los ojos de Tomás solo veían el interior de los ojos del gato. Pánico denotaba su mirada, y la tensión, angustia y desesperación lo embargaron por completo, al tenerlo frente a él. Una parálisis subía desde su pie derecho hasta la cintura. Un ardor terrible llegó hasta su pecho y luego se estremeció su cuerpo entero. Bruscamente, salpicó agua por todos lados. El felino gritó frenéticamente y desapareció. Juárez se adormecía y su cuerpo se deslizaba torpemente por la bañera. La vida le era arrebatada. No podía hacer nada. El agua tapó sus oídos y el mundo cambió de sonidos. Las canciones que seguían sonando, parecían una caja musical descompuesta, a punto de agotar sus pilas. Las luces centellaban y los colores se mezclaban. Los ojos de Tomás se nublaron y luego, las sombras.
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Querido lector, ¿Eres supersticioso? ;) ¿Habrá otra oportunidad para Tomás? Quiero leer tu comentario 📝❗ Espero le des todo tu apoyo y continúes leyendo... Dejá tu voto! 🤗❤¡Gracias!
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N° 8 ✔
Paranormal¿Creés en las supersticiones? 🏆 Ganador dentro de las rondas de Historia Original en el Concurso Carrot Awards 2020 #ca2020 Para algunos, hay situaciones inéditas que cambian el rumbo de sus vidas, para bien o para mal... No creen en coincidencias...