- Eleonor, Aron, su desayuno y comida están en el microondas, cuando tengan hambre solo caliéntenlos. – grito a todo pulmón su madre – Me voy, no hagan un desastre mientras no estoy –
Los pequeños aun somnolientos decidieron dormir unas horas más, total sus padres no llegarían hasta muy noche para dormir, despertar y después irse de nuevo, su madre trabajaba como anestesióloga y su padre como cirujano de renombre en un gran hospital con demanda.
Cuando despertaron de nuevo, eran alrededor de las 9:30 de la mañana, siempre despertaban al mismo tiempo por alguna extraña razón, por lo tanto no era necesario que uno despertara al otro, se miraron desde sus camas y aun sin hacer un ademán de querer salir de ellas se lanzaron de espalda de nuevo sobre sus colchones mientras soltaban bufidos de cansancio.
Extrañamente no tenían energía, se sentían raros. A Eleonor le picaba la garganta como si hubiera tragado pequeñas agujas filosas que se incrustaban en su esófago mientras que Aron tenía la necesidad de toser cada dos por tres.
Sin embargo algo que compartían era esa dificultad de llenar sus pulmones de oxígeno, pensaron que era uno de los ataques de asma que a veces sufrían.
- nor, no puedo respirar bien. – se quejó el pequeño desde su cama – ¿crees qué sea el inicio de un ataque de asma?
- Tranquilo ron, puede que el sereno de la noche nos haya hecho daño – pronuncio con dificultad su vocecita ronca –
- Prepararé un té de limón con miel para ambos, hermana. –
Después de pronunciar eso se levantó de su cama y a pasos apresurados bajo hasta la cocina, tomo las tazas en las que sus padres tomaban café, abrió una de las puertas de madera de la alacena y saco sobrecitos de té de limón junto al botecito del oso de la miel.
Lleno las tazas de agua caliente de la cafetera y les hecho un sobrecito adentro, se dirigió al microondas para sacar la comida de él, la metió al refrigerador y calentó el desayuno mientras iba de nuevo hacia las escaleras.
- nor, a desayunar. – grito Aron desde el borde de las escaleras –
- Voy. – grito Eleonor de igual manera –
Antes de bajar a desayunar la pequeña Eleonor saco los zapatos que utilizaron en su pequeña fuga, limpio las suela de cada uno y los tallo con el tapete de ranitas verdes que tenían para que se secaran los pies después de bañarse, los dejo en el closet de cada uno y bajo a pasos lentos encontrando a su hermano al finalizar las escaleras, esperándola.
Después de desayunar por alguna razón seguían sintiéndose mal y la opresión en sus pechos por la falta de aire aumentaba cada vez más mientras las horas pasaban.
- ¿Y si llamamos a Estefany?. – sugirió el pequeño tendido en el sillón de la sala –
- Se molestara si la interrumpimos en su trabajo. – respondió de inmediato – No es una opción llamar a Estefany o a Fred, nos gritaran mientras dicen que alguien murió de nuevo por nuestra culpa. –
- Entonces, ¿qué hacemos?. – pregunto con cierto miedo de que algo malo realmente les estuviera pasando –
- Esperar a que lleguen o llamar a emergencias. – sugirió ella desde el piso donde estaba acostada –
- Esperar a que lleguen. – dijeron al unísono –
Llamar a emergencias era sin duda igual de peligroso que llamar a sus padres, al llamar sabían que esperar, sabían lo que pasaría. La persona que atendiera su llamado preguntaría si se encuentra un adulto con ellos y aunque vinieran a ayudarlos los reconocerían al verlos, sabrían quienes son sus padres e informarían a los mismos sobre la situación en la que se encontraban y no podían permitirlo, no permitirían el darles otras razones para ser golpeados, su existencia ya era el suficiente motivo para hacerlo.
Las horas pasaban mientras los pequeños mellizos seguían tendidos donde mismo sintiéndose peor a cada segundo.
- Si usamos nuestros inhaladores, ¿crees que el dolor se ira?. – sugirió de manera dudosa una vez más –
- ron, no podemos, no es un ataque de asma, nuestros ataques de asma son diferentes. – pronuncio casi sin voz –
- Lo sé, pero ya no lo soporto nor. – exclamo con desesperación – la sensación de asfixia es demasiado desesperante.
La noche ya había llegado, y los pequeños aún no se movían de sus lugares, no tenían la fuerza suficiente para hacerlo, ni siquiera habían comido o cenado algo, solo tenían en su estómago el horroroso desayuno que su madre les había dejado y no creían que valdría la pena levantarse a comer algo igual o peor que eso.
La puerta siendo abierta llamo su atención y con mucho esfuerzo levantaron la mitad de sus cuerpecitos para ver quien había llegado, Estefany, su madre estaba en la entrada de su casa mientras quitaba el cubre bocas de su rostro y vaciaba una lata de desinfectante sobre su cuerpo, se quitó los zapatos y los metió en una bolsa de plástico que llevo consigo hasta su cuarto.
Los gemelos ya decididos se levantaron entre quejas de dolor y a paso firme emprendieron rumbo a la habitación de sus padres.
- Mamá.- antes de que Eleonor pudiera continuar un bufido la hizo callar –
- Estoy demasiado cansada como para soportarlos. – dijo con un cigarrillo entre sus labios – largo.
Con la cabeza agachada cerraron la puerta y se dedicaron una mirada de tristeza, subieron las escaleras tomados de la mano, no comprendían porque les habían tocado unos padres como lo eran Estefany y Fred, ambos niños eran unos alumnos ejemplares, sacaban las mejores notas, tendían sus camas, comprendían muchas más cosas que los niños de su edad y no les causaban problemas, pero aun así eso no era suficiente, nada lo era y ya habían aprendido a vivir con ello.
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TWINS
Short StoryEleonor no podía dejar de ver el pequeño atrapa sueños de colores en su mano, le parecía realmente hermoso, se mantenía dentro de un pequeño plástico translúcido que ella suponía protegía su belleza. En cambio Aron estaba asustado de la reprimenda q...