Capítulo 1. El hallazgo.

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Harry se paró delante de la puerta al final de un pasillo sombrío, escuchando el silencio absoluto que rodeaba la vieja casa. Era una noche muy oscura, sin luna, era por lo cual la habían escogido para hacer su ataque. Harry sabía que el mundo mágico estaba esperando que enfrentara a Voldemort orgullosamente en el campo de batalla, pero Harry estaba lejos de ser estúpido.

Valiente… sí, pero valiente y estúpido… ¡no!

Quería que las probabilidades fueran niveladas: El mago más poderoso de la época, un hombre… no, una criatura, que conocía más maldiciones y hechizos oscuros que cualquiera que existiera, contra Harry James Potter, bueno en Quidditch y no muy malo en Defensa Contra las Artes Oscuras, pero aparte de eso nada especial. Harry estaba determinado a tomar ventaja del elemento sorpresa y, por lo tanto, se encontró a sí mismo de pie frente a esta puerta en particular en esta noche tan oscura. Estaba seguro de que “el poder que el Señor Oscuro no conoce” se trataba de imponerse en la oscura habitación ante él y que el viejo cara de serpiente fuera a despertar muerto. Tal vez en cuanto el viejo bastardo estuviera muerto Harry realmente podría tener un futuro. Todos ellos podrían.

Les había tomado a sus amigos y a él cerca de tres años terminar la tarea que Dumbledore les había encomendado, la destrucción de los horcruxes de Voldemort. Los últimos veinte meses habían sido largos y duros para todos ellos. Habían hecho pequeños progresos al principio hasta que repentinamente, pistas anónimas resultaron ser grandes descubrimientos. Había sido totalmente desconcertante, y no menos espeluznante, hasta que finalmente Hermione había descubierto que el que los ayudaba secretamente era Severus Snape. El ex profesor de Pociones los había estado ayudando durante casi seis meses antes que ella se percatara de su identidad. A pesar de su ayuda, les había tomado tiempo y el número de muertos había aumentado aún más, ahora incluían al padre de Luna, Percy Weasley, el profesor Flitwick y el pobre Dean Thomas, asesinado junto con su familia en Halloween hace más de un año. Esas muertes todavía angustiaban a Harry, aunque admitiera que no había nada que él pudiera haber hecho para prevenirlas.

Harry y Hermione había pasado algún tiempo convenciendo a los miembros de la Orden de que Snape todavía estaba de su lado y que sin su ayuda ellos aun estarían buscando los horcruxes. El espía Slytherin había sido bienvenido de regreso a la Orden del Fénix, aunque a regañadientes por ciertos miembros. A pesar de que al mismo Harry todavía le desagradaba intensamente el hombre, había llegado a darse cuenta de que por lo menos respetaba al sarcástico idiota que él era.

Entonces, todos ellos estaban aquí, en el asalto final contra el Señor Oscuro, en esta vieja ruina con corrientes de aire, en Northumberland una casa que pertenecía a los Lestrange. Todos los planes y la espera habían terminado, éste era el momento. Nadie más moriría a causa del demente megalomaníaco que era Tom Riddle.

Harry, Ron y Hermione había destruido el último horcrux hace unos minutos. Habían atraído a Nagini fuera de la casa y él le había cortado la cabeza con la espada de Gryffindor, en el proceso se cubrió a sí mismo, su ropa y su capa con su sangre; la serpiente tenía mucha sangre. Después de eso se había sentido mal. Odiaba lastimar, y mucho más matar, pero en todo caso Nagini tenía que morir, al igual que Voldemort. Los miembros de la Orden, Snape, Lupin, los gemelos Weasley, Tonks, Shacklebolt, Minerva McGonagall y varios Aurores del ministerio de magia, lenta y sigilosamente sometieron y asesinaron a todos en la casa en la que Voldemort se escondía.

Ahora todo estaba listo para el Elegido. Después de lanzar un hechizo de lubricación sobre las bisagras para evitar crujidos, Harry abrió la puerta muy lentamente y en silencio se dirigió de puntillas hacia el extremo lejano de la cama. Agarraba su varita firmemente, estaba determinado a que cualquier dulce sueño que Voldemort estuviera experimentando esta noche, fuera el último.

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