Capítulo 7. Influencias del pasado, parte 3.

27 3 0
                                    

Harry no podía dormir. Estaba recostado en el sofá de la cocina a donde había vuelto después de arropar a Draco y haberse asegurado de que estaba dormido en la habitación de arriba. No podía evitar sentirse confundido cuando trataba de analizar sus sentimientos por su antiguo enemigo. Ellos habían peleado tanto en la escuela, pero cuando Draco ya no había estado ahí Harry lo había extrañado como si una parte integral de sí mismo se hubiera ido. ¿Esa era alguna clase de señal, debería tener algún significado para él?

Draco estaba bien. Harry había esperado hasta que los ojos de Draco se habían cerrado y su respiración se había nivelado, hasta que se había relajado, exhausto por las revelaciones del día. Entonces él había escapado, dejando al otro hombre acurrucado en un nido de almohadas y edredones. Cuando Harry lo había visto por última vez, Draco estaba acostado boca arriba y roncaba suavemente.

Harry pensó que era dulce. Pero aplastó ese pensamiento sin misericordia. No debería estar pensando esas cosas acerca de Draco, realmente no debería. Sabía que ahora estaban vinculados, eran pareja, pero no estaba del todo seguro de cómo se sentía por esto, y mucho menos de cómo se sentía Draco. Increíblemente, tan sólo habían pasado cuatro días desde que había vencido a Voldemort, cuatro días desde que Hermione y él habían encontrado a Draco, y Harry estaba preocupado de que las cosas estuvieran progresando a un ritmo demasiado rápido.

El cómo se sentía acerca de Draco era tan inesperado, ¡tantas emociones y tan fuertes! Nunca antes se había sentido así por nadie. Sentía ternura por el hombre rubio, protector hacia él. Medio sospechaba que se estaba enamorando de él. Ni siquiera parecía preocuparle el hecho de que Draco era un hombre.

Harry sonrió para sí mismo mientras recordaba haberse preocupado bastante cuando había dormido con Seamus por primera vez. Seamus de alguna manera era parecido a Harry; gracias a su procedencia, él también tenía un pie en el mundo muggle y uno en el mundo mágico. Así que por experiencia entendía los prejuicios con los que Harry había crecido. Pero afortunadamente, a Seamus no le importaba. Él simplemente era lo que era, un mestizo mago gay, y si alguien tenía un problema con eso entonces en lo que a él respectaba podían irse al carajo.

Su actitud ayudó a Harry enormemente.

Harry se había puesto un poco alegre, demasiado Ogden después de un improvisado partido de Quidditch, y simplemente Seamus lo había seducido. En el momento en que todo había terminado, y había sido un rato muy agradable, Harry había decidido que probablemente era gay… porque lo había pasado mucho mejor con Seamus de lo que jamás lo había pasado alguna vez con alguien, especialmente con Ginny.

La pelea había sido larga, escandalosa y llena de lágrimas, de Ginny no de Harry. Ella había despotricado y maldecido y había arrastrado a Ron y Hermione a la discusión y Harry había terminado sintiéndose como una mierda total y absoluta. Luego Seamus había entrado a la pelea y había señalado, bastante mordazmente y como un hecho, que él nunca habría hecho un movimiento con el novio de alguien más pero como el día anterior había visto a Ginny utilizando la lengua para familiarizarse con las amígdalas de Dean, ¡entonces había supuesto que ella y Harry habían terminado!

—¡Tal vez yo sea una puta! —había dicho él, en su indómita manera—. Pero yo no ensucio en mi propio patio trasero. Aunque, si no dejan de joderme con eso, compañeros, ¡podría tener que romper una regla acerca de no tocar una mujer! ¡Notarás, Gin, que no he dicho una dama!

Entonces, por supuesto, Ron se había metido en la discusión señalando que tenía que defender el honor de su hermana y Seamus había señalado a su vez que dudaba que Ginny lo hubiera tenido y todo había llegado hasta una desordenada pelea a puñetazos.

ConcubineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora