『𝐈𝐧𝐝𝐞𝐜𝐞𝐧𝐭𝐞 || 𝐒𝐭𝐨𝐧𝐲』

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—Lo siento Steve...

La lucidez del reciente orgasmo no era buena combinación para hablar precisamente en esos momentos. Se sentía tan vulnerable y sensible que estaba seguro que su mente no coordinaba bien con lo que quería decir.

Esas palabras que salieron de sus labios sabía que habían sido lo suficientemente potentes como para lastimar a Steve. Lo supo cuando lo vio en sus ojos, quizá el rubio las había malinterpretado y él no sería quien para juzgarlo, después de todo él había armado un jueguito absurdo como un adolescente para reclamar atención.

Las palabras de lamento calaron tan hondo en el ser del rubio que se quedó sin habla por unos segundos. Se sintió mal consigo mismo y aquella sensación de pérdida se apoderó de él.

—Entiendo Tony—después unos largos segundos hundidos en el silencio que, para ambos fue como si fuera una eternidad, soltó aquellas frías palabras.

El castaño trato de regular su respiración, necesitaba todo el oxígeno del mundo para que llegara a su cerebro y pudiera pensar con sensatez pero el desespero que Steve desprendía no ayudaba en mucho.

Pudo ver como el soldado se levantaba, herido, mientras buscaba del suelo sus prendas en silencio y con la mirada pegada el piso. Él solo quería tomar su ropa y largarse lo más pronto de ahí. Tomar sus cosas y salir corriendo lo más lejos que pudiera.

—Espera Steve—él se había levantado, a diferencia del rubio, con rapidez. Atrapando su mano con toda la fuerza que tenía, aferrándose a él—. No es lo que crees—negó con terror. El rubio trato de zafarse del agarre del más bajo y aunque pudo hacerlo, no lo hizo—. Yo, si, de verdad lo siento pero no por lo que tú piensas... lo siento por comportarme como un idiota—sus palabras eran sinceras pero aun así parecían chantajistas.

El capitán lo miro en silencio pero con la misma expresión de dolor de unos segundos atrás. Su mirada era amarga, mientras que la de Tony era de súplica y arrepentimiento.

—Tony...

—No—se acercó más a él—. Yo.... yo jamás estuve con alguien más Steve, no podría estar con alguien más que no fueras tú mi amor.

Y aunque las palabras del castaño se escuchaban tan ciertas, aun persistía un poco de duda en el rubio.

—No importa Tony, no importa eso ya.

—Por supuesto que si—espeto el más bajo—. Sé que te duele esta situación Steve. Te conozco lo suficiente como para saber que esto te está matando por dentro. Pero cariño—Tony puso su mano en el fornido pecho del capitán—, yo jamás he estado con otro hombre desde que nos casamos. No podría engañarte, ni siquiera podría intentarlo. Tan solo pensar en esa idea me da repulsión.

—¿Y entonces Christian?—cuestiono con voz molesta. Desatando toda la rabia que había tenido contenida en su interior desde que los vio por primera vez juntos— ¿Acaso me vas a decir que esos coqueteos entre ustedes no eran nada?—camino cual depredador acechando a su presa con lentitud mientras Tony solo retrocedía, un tanto asustado por la actitud tan salvaje del capitán— ¿Qué hay de aquella vez en tu oficina? Nos dejaste a Peter y a mí para irte con él—acuso con voz furiosa—. ¿Y esta noche en la fiesta? Casi lo besabas frente a todos, ¡Maldita sea Tony!—Stark se asustó chocando su espalda con la pared al mismo tiempo que Steve golpeaba con su puño esta misma— ¿Me vas a decir que todo eso es mentira cariño?—aquel apodo dulce lo había dicho con apenas un susurro pero con todo el sarcasmo del mundo.

—Escúchame Steve—los orbes mieles del castaño intentaron buscar la mirada azulina del rubio pero este evitaba cualquier contacto visual con el menor—. ¡Steve!—lo tomo del rostro a la fuerza y finalmente pudo conectar sus miradas—. Yo soy un idiota, ¿entiendes? Esto, todo este teatrito de coquetear con Christian fue solo actuado, yo quería tener tu atención—confesó—. Pensé que no me deseabas más. Después de tener a Peter todo se volvió más monótono que antes. Te volviste más cerrado de lo que ya lo eras y yo... no lo sé, mi ansiedad gano haciéndome creer que no me deseabas más.