Corazón esperanzado. Corazón oscuro.

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Advertencias: OOC, Lemon o sugestión de ello. BDSM A varón.

Quería correrse

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Quería correrse. Con todas sus ganas. Como nunca lo había necesitado en toda su vida.

Ella no iba a permitírselo. No todavía.

Era su ama y señora hasta el punto de controlar sus orgasmos.

No tenía un recuerdo claro de la última vez que había estado tan duro, con las pelotas cerca de explotarle y el pene entumecido de dolor.

El arnés le apretaba el cuerpo, desde sus hombros, cruzándose en su pecho, atrapando su miembro y metiéndose por su trasero, enrollado sobre el consolador que tenía dentro de sí mismo y que temblaba. Ella estaba de pie frente a él, mientras su boca se alimentaba de ella, con una pierna levantada y ofreciéndose.

Sus gemidos se mezclaban con los suyos y cuando empujó su cabeza con más fuerza para marcar el lugar correcto en el que enfocarse, Naruto sintió que estaba por desmayarse de placer. Cuando ella logró correrse en su boca, bajó la mirada hasta él, acariciándole los cabellos con ternura, bajando con sus dedos por el pecho hasta su pene.

—¿Tienes ganas? —preguntó.

—Sí, ama —confirmó con apenas un susurro.

Su pie se movió hasta su pene, aplastándolo con sus dedos, acariciándole y torturándole más. No puedo evitar gemir, suplicar, y tirar de sus muñecas pese a estar maniatadas. Ella se percató y caminó a su alrededor, arrodillándose hasta estar a su altura.

Su mano izquierda fue hacia el consolador, moviéndolo, penetrándolo a placer.

—Buen chico —felicitó.

Su mano derecha se movió hasta el cierre sobre sus testículos. Naruto siguió su gesto. Al momento en que lo abriera, no podría más.

Y así fue.

Sólo bastó aflojar un poco el cierre para ello. Su cuerpo se sacudió y ella se entretuvo en darle últimos momentos de placer, sacando todo cuanto pudo de él.

Cayó hacia delante, de rodillas, intentando respirar. El consolador resbaló de su cuerpo y ella lo abrazó por la espalda, dando las últimas caricias a su sexo, sacando el final de su simiente.

Nunca habría pensando que algo tan doloroso pudiera terminar siendo algo tan placentero al final.

Ella le besó la espalda, ayudándole a girarse. Sus ojos revisaron su estado.

—Puedes decir rojo cuando lo necesites —le recordó amablemente.

Naruto negó, tragando y observándola.

—No lo necesitaba.

Ella le sonrió y se movió hasta ayudarle a sentarse sobre la cama. Continuaba maniatado y cuando lo empujó hacia atrás, con la cabeza colgando, supo que no había terminado. Extrañamente, con todo lo que había pasado, su cuerpo reaccionó.

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