Almas puras, mariposas blancas

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En medio de la noche se escuchan suaves pasos aplastando el camino de tierra que pasa por el medio de un humilde pueblo situado en la lejanía, a los pies de la montaña de aquel frío reino. A ésa hora no hay luces encendidas; la gente que allí habita debe levantarse temprano y no pueden permitirse el lujo de trasnochar, están en plena primavera y las cosechas se encuentran en su punto más glorioso, los aldeanos son dichosos de saber que este año han sido bendecidos.

Mariposas blancas vuelan alrededor de la encapuchada dama que descalza continúa su camino hasta que sus lastimados pies se detienen frente a una pequeña casa blanca. Silenciosa y segura como solo lo es ella se acerca a las ventanas a espiar. Con sosiego mueve su dedo causando que el blanco y ligero cortinaje se deslice a los lados dejando a la vista a la durmiente pareja que cree gozar de privacidad, Mira a las mariposas y alza una de sus oscuras cejas sin embargo los insectos están calmados y descansan a su alrededor. Eso es señal más que suficiente para darse cuenta de que esta en la casa equivocada. Se aleja de esa morada y tras un para de pasos repite la acción en otra casa, encontrando únicamente a un joven hombre que duerme gustoso junto a sus dos gordos perros, con pelajes relucientes y collares que destacan incluso en la oscuridad de aquella noche, revisa cada casa sintiendo el aburrimiento ahogarla pero poco podia hacer, si ella decidia irse ahora aquellas caprichosas y exigentes mariposas no dejarian ni sus huesos como evidencia de su vana existencia.

El pueblo no era enorme así que tras aquel aburrido pero corto trayecto encontró la última casa en un estado deplorable, no pudo contener la diminuta risa cargada de sarcasmo que escapó de sus finos labios ¿como no pudo predecirlo? ella no era nueva en eso pero algunas veces cometía los errores más bajos, miro a las mariposas ya consciente de como deberían estar; Las mariposas revoloteaban por todas partes buscando con desespero un lugar por dónde entrar a el podrido lugar. Con un movimiento de su mano en el aire la puerta se abrio y se lamentó de estar descalza, el suelo se veía húmedo y frío aún así entró, despues de todo ¿de que le servia tenerle asco a eso? no es como si algo de allí le pudiera hacer daño, no a ella. Una vez terminó de subir las escaleras miró el pasillo sin expresion alguna. Dio un suspiro y las mariposas se arremolinaron contra las paredes cubriéndolas con sus blancas alas dándole un aspecto angelical a lo que antes era un apestoso lugar.

Su huesuda y blanca manó empujó la puerta, siendo esta la primera vez que hacía contacto con algo de aquella casa. Se sobresaltó al escuchar ladridos y gruñidos provenir de algun lugar de la habitación dónde acababa de entrar, podia sentir el miedo en el animal que los causaba, siguió el sonido y una vez estuvo a pocos pasos de la diminuta y desnutrida bestia, se arrodillo y estiro su pulcra mano hacia el mugroso animal que retrocedio asustado en suaves chillidos. No tendria otra opcion. Con su otra mano levanto un poco la capucha que cubria su rostro, solo lo suficiente como para que su sonrisa fuera visible, acto seguido el herido perro se calmo y con un timido movimiento en su mal cortada cola se acerco a la mano que se extendia hacía el. Tras un par de suaves caricias tras la calva oreja el animal cayo al suelo totalmente inerte.Cerro los ojos unos segundos con lamento y fue ahí cuando lo escucho, el llanto de una niña aterrada, allí estaba por quien venia en realidad, una niña, se acerco a ella con cuidado y acaricio su enmarañado cabello, se notaba que esa niña nunca habia sido cuidada, nunca habia sido amada. Aprovechó que la pequeña estaba congelada por el terror y acaricio su mejilla para seguido dejar escapar un suave susurro —a partir de ahora todos sera mejor, todo estara en el pasado— Y tras aquel susurro cargado de dulzura el desnutrido cuerpo de la pequeña cayo al suelo.
Tan digna y orgullosa cómo siempre lo ha sido se puso de pie y desabotono la capa dejandola caer en un suave murmullo al suelo, sonrió con ternura a las dos figuras que rodeadas por una suave luz dorada la esperaban en la puerta. Camino entre los inertes cuerpos en el suelo y una vez salio de aquel frio cuarto se deleitó con la felicidad infantil en el rostro espiritual de la niña al contemplar la pureza y hermosura que desprendia el pasillo cubierto por sus caprichosas mariposas, lentamente emprendio su viaje a el lago junto a el perro, la niña y como no, sus blancas mariposas.

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