Prosa De Un otoño Solitario

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Las noches son abulicas sin el fervor de tus abrazos.
Mi lecho está en vano sin el oscilamiento de nuestros cuerpos entrelazados.

Como puedo hacer para sumirme en sueño si en tu torso no puedo reposar en paz? Que haré sin el calor de tus brazos en las frías noches de abril?

Después de dar vueltas nerviosas por toda la cama, despierto y no puedo ver tu hermoso cuerpo reposando a mi lado, inocentemente dormido con tus brazos en mi cintura como si quisieras tomarme y que jamás me fuera de tu lado.
Admirarte con esa tranquilidad en tu rostro, me es difícil no rozar tus rulos con dulces caricias y un suave beso en tu frente.
Verte despertar con los rayos del sol, realmente no se que me ilumina más, la luz de la mañana o tus ojos avivandose y posandose sobre mi. Como si fuera digna de tu primera visión y del beso que depositas en mis labios. (Hasta que no me besas, no son buenos días.)

Es un cálido recuerdo, al lado de la helada realidad. Donde en este otoño las gotas de lluvia, no serán más que lágrimas de mi rostro atribulado. Con mirada esperanzadora de verte llegar a mi lado, miro por la ventana donde solo veo barro.
Recuesto mi cabeza sobre la almohada para encontrarte en mis sueños, donde soy feliz hasta que despierto.
La palabra extrañarte es poca cosa al lado de esperarte como lo hago todos mis días.
Se que te volveré a ver, y ese día te juro por mi vida, que no volveré alejarme jamás de tu lado.
                                  
                                        Rigazzi Melanie

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