Mía

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Me levanté de la cama para comer algo, me senté en el comedor y unos minutos más tarde escuché como la puerta se abría. Me levanté y fui hacia la puerta, para ver a Jeff entrar.

- ¡Jeff! - exclamé y me acerqué hacia él con una sonrisa. - Tardaste un poco más de lo que esperaba...

- Quería asegurarme de que no hubiera nadie cerca. - aún lucía algo molesto y se notaba en su voz, vi que escondía algo en su bolsillo y sentí un olor familiar.

- ¿Te aseguraste de que no hubiera nadie cerca o te deshiciste de todo el que estuviera cerca? - pregunté, ya que me parecía que lo había en su bolsillo era un cuchillo de cocina con un poco de sangre, debido al olor.

- Eso no interesa. - respondió y me hizo a un lado para pasar y luego cerró la puerta de nuevo.

- Al menos a mí me interesa. - me puse frente a él para que no me ignorara. - Te estuviste divirtiendo mientras yo estaba aquí, encerrada.

- ¿¡Acaso crees que esto es divertido!? - gritó y me arrinconó contra una pared. - ¿Te das cuenta del riesgo que he tomado teniéndote conmigo?

- Lo se. - me asustó, así que me mantuve en silencio durante unos segundos y luego lo miré. - Pero no es mi culpa, tú me trajiste hasta este lugar.

- Sí y tal vez nunca debí haberlo hecho. - dijo y se alejó de mí para ir a buscar algo en la cocina.

Esa frase me dolió un poco, pero traté de tranquilizarme y no demostrarlo, vi que Jeff estaba distraído, así que tomé mis cosas y comencé a guardarlas en mi bolso, quería irme en ese instante, si él se había asegurado de que no hubiese nadie cerca, me parecía que no había problema en que yo simplemente saliera y me fuese.

En ese momento estaba comenzando a convencerme de que Liu había tenido razón desde el principio. Me acerqué a la puerta y cuando estaba a punto de abrirla sentí como Jeff me tomaba del hombro y me empujaba contra la pared.

- ¿Qué crees que haces? - nunca lo había visto tan furioso, pero me daba igual, solo miré hacia otro lado mientras pensaba como dejar ese lugar.

- ¿Soy tu problema no? - continué mirando hacia otro lado mientras hablaba. - Todo eso que dijiste ayer solo fue un impulso del momento, no creo ser más que un tonto objeto en este lugar.

- ¿Eres estúpida? - no me importaba lo que dijera, supongo que ya entendía lo que me había dicho Liu, no podía esperar nada de alguien que llevaba tanto tiempo con un "inestable estado mental". - Escúchame, no voy a seguirte en este juego.

- ¿Qué juego? - respondí y reí un poco. - No soy una niña, como para desperdiciar el tiempo en tonterías.

- Tú no eres un objeto, creí que lo había dejado en claro. - me dijo y pude ver en su rostro que se estaba desesperando. - Esto se está convirtiendo en un capricho tuyo.

- No es un capricho. - traté de empujarlo, para abrir la puerta. - ¡No te molestaré más! ¡Solo deja que me vaya!

- No te dejaré hacerlo. - se acercó a mí y sujeto mi rostro. - Tú aceptaste ser mía, tú querías ser mía.

Comenzó a besarme, yo lo comencé a empujar, no podía caer en sus trucos otra vez, yo aún me sentía enamorada de él, pero no podía permanecer ahí. Comencé a forcejear, pero, por obvias razones él era más fuerte que yo, apretó mis muñecas contra la pared inmovilizándome. Se detuvo durante un momento, por la fata de aire.

- ¿Por qué me quieres aquí? - le pregunté, dejé de forcejear, porque lo único que hacía era hacerme daño. - No lo entiendo.

- Yo... no lo sé. - respondió él, pude ver en su rostro que en verdad se sentía confundido. - No quiero que te vayas.

- Sólo estás preocupándote por ti mismo. - dije mientras miraba hacia el suelo. - Sientes que si me voy de aquí, podría delatarte de algún modo.

- No es eso. - soltó mis muñecas y puso sus manos sobre mis hombros. - Es verdad que no quiero que conozcan mi escondite, pero esto tiene que ver contigo.

- ¿Conmigo? - reí un poco al escuchar eso. - ¿Enserio me veo tan crédula? Lo único en lo que piensas, es en ti.

- No, eso no es verdad. - negó con su cabeza y acercó su mano a mi rostro, lo levantó para que lo mirara. - Eres mía, no quiero que alguien toque algo que me pertenece.

Después de eso se alejó y volvió a la cocina, yo permanecí apoyada en la pared, estaba algo confundida y no estaba segura de lo que había pasado, él no reaccionó como esperaba, dejé mi bolso en el suelo y me senté ahí, Jeff continuaba en la cocina, mientras yo seguía pensando en lo que haría en ese momento. ¿Debía irme o quedarme?

- ¿Por qué te quedas ahí? - dijo él acercándose con un plato de sandwiches. - Pensé que tendrías un poco de hambre.

- ¿Cómo puedes actuar así después de lo que pasó? - pregunté y lo miré a los ojos, mientras él estaba observándome con algo de confusión.

- Creo que ese problema ya está solucionado. - dejó el plato sobre la mesa del comedor y continuó hablando. - Sigues aquí después de todo...

- Eso no es una solución. - estaba algo molesta y grité un poco. - ¡Sigo siendo un objeto para ti!

- No lo eres, yo... - se mantuvo en silencio y luego me miró. - ¿Con lo que he hecho las dos noche anteriores, no lo he dejado en claro?

- ¿Entonces solo me quieres para eso? - bajé la mirada y pensé en todo eso, me sentía feliz cuando ocurrió, pero ahora ya no sabía que pensar.

- El que seas mía significa más que eso. - se paró frente a mí y se agachó, para tomar mi rostro y darme un beso. - Y que quede claro, no eres un objeto.



Rojo Como la Sangre  (Jeff the Killer y tú) ~lemmon~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora