Conocer otros lugares me ha encantado desde que conocí los mapas. Si tuviera el dinero suficiente en mi familia hubiese comenzado a viajar desde que tenía 9 años. He amado tanto los viajes que desde que recuerdo y a pesar no tener el presupuesto alto, ir a la casa de la abuela por parte de papá se convirtió en lo mejor de las vacaciones. Íbamos cada 4 años y este año no era la excepción ya que mi cumpleaños se acercaba y los 14 años eran las puertas de mi futuro quinceavo cumpleaños. Estaba muy emocionada. Llegamos mi hermana y yo antes que nuestros padres, ya que esperaban una semana más por el trabajo de papá y vendrían a disfrutar de las vacaciones en familia.
-Cuanto las extrañé mis niñas- nos decía la abuela mientras nos abrazaba y apretaba nuestros cachetes, debo admitir que siempre odié esa parte de la abuela apretujar los cachetes no era algo que a yo amará, pero por la abuela lo que ella quiera.
Nos esperaba el desayuno como siempre un plato enorme con comida muy deliciosa. Hablábamos con todos, pues nos preguntaban muchas cosas a la vez, mi hermana por su parte era callada y uno que otro monosílabo emitía. Dejamos las maletas en el cuarto que mi abuela compartía con nosotras cada vez que llegábamos de vacaciones y nos colocamos ropa cómoda. Poco a poco empezaron a llegar nuestros primos y tíos con el fin de saludarnos ya que algunos no nos conocían desde cuándo nacimos. Todo transcurrió tranquilo en la casa y una semana después llegaron nuestros padres.
Fui feliz cuando llegué del centro y los vi con toda la familia y gritaban ¡QUE VIVA LA CUMPLEAÑERA, Y QUE NO MUERA!, esto era un cumpleaños sorpresa. Comenzamos con la sesión de fotos normales y luego se alocaron, hasta tuve una foto con un casco de moto, la basura, etc. Amé mi cumpleaños número catorce. ¡GRACIAS FAMILIA!. Este fue el último cumpleaños que pasé con la abuela con la familia ya que los siguientes el dinero faltaba en casa y no podíamos costear el viaje para todos.
Ya era mi último año del colegio, estaba tan triste. Recuerdo a ver querido retirarme por el estrés, la ansiedad y el cansancio que se me acumuló en este año escolar. Papá como siempre me dio ánimos y dijo que no debía decaer, ya era mi último año y listo la universidad me esperaba. Por motivo de graduación papá decidió costearme un viaje a donde la abuela, aunque yo quería ir a otro lugar y después pasar a visitar a la abuela. Papá tomando mi palabra de que no conocía mas camino y más lugar que mi casa y la casa de la abuela, decidió pagar las vacaciones a donde uno de mis tíos favoritos, Maximiliano. Tuvimos que coger varios buses, para poder llegar al pueblo que estaba a unos cuantos kilómetros de la casa de mi tío Max. Fue una travesía ¡FANTÁSTICA!.
Al llegar al pueblo llamado Mariana, tuvimos que encontrar algún carro que nos llevara a casa de mi tío, por suerte un vecino de el sabía que nosotros llegábamos ese día. Como siempre papá arruinando la sorpresa. Note que en ese pueblo aparentemente la gente nueva era motivo de cuchichear y peor aún si no vistes igual a ellos p apareces con tremendas maletas llenas de ropa. Don Ruperto, se presentó el señor de una camioneta blanca, él sería el encargado de llevarnos a casa de mi tío dijo que era un camino de aproximadamente 2 horas pues las condiciones de la carretera no eran las aptas. Yo solo disfrute del paisaje. Cada que nos adentrábamos se hacía más espesa la vegetación, aparecía una que otra vaca, gente montada en su caballo saludando a Don Ruperto. Luego de la hora y media ya no aguantaba estar sentada, casi dos días viajando de bus en bus y ahora en una camioneta pues esta no era la culpable si no la carretera tenía muchos baches y estaba llena de piedras, en uno que otro tramo estaba lleno de lodo. Pero al fin habíamos llegado a la entrada de la casa de mi tío, teníamos que caminar aproximadamente tres kilómetros para poder llegar a ella, - que lío -, pensé e imaginé que estas vacaciones serían inolvidables y tendría que contarles a mis hijos cuando los tuviera.
- Querido hermano cuanto tiempo sin verte- decía el tío Max mientras abrazaba a papá.
- Lo mismo digo Maxi- comenzaron a reír como locos, seguía sin entender.
-Y estas deben ser mis sobrinas Jules y Lili- dijo mientras se acercaba a nosotros a abrazarnos.
-Mucho gusto- dijo mi hermana en un toque extraño pero alegre. Ahora ya tenía trece años y antes de venir a las vacaciones mamá la amenazó con ingresarla a un internado si no se comportaba con la familia ya que a ella nunca le ha gustado estar con la familia de papá, pues según ella no le gustaba su vibra ya que aparentaban guardar muchos secretos.
-Hola tío Maxi- dije feliz, -Donde esta Titi- era la hija de él que tenía la edad de mi hermana.
-Debe estar ordeñando alguna vaca o abajo en el corral con los caballos-.
-¿Puedo ir a buscarla?- pregunté a papá este sin negarse me dio su confirmación y arrastre a mi hermana hacia los corrales que quedaban a casi 500 metros de la casa.
Vi aparecer una cabellera negra entre las vacas y asumí era Titi, la iba hacer asustar. Caminé lo más silencioso posible mientras hacía que Jules se escondiera detrás de un árbol.
-Buu- grité saltando hacía donde creí estaba Titi. Y la sorprendida fui yo ya que era un muchacho que en serio lo había hecho asustar. –Oh, disculpa no era mi intención- dije rápidamente para después darle una sonrisa y presentarme.
–Soy Li...-
-Lili, tu prima Titi no ha parado de hablar de ti desde hace horas y créeme que desde las 4 am que estamos levantados no ha parado de decir "Lili esto", "Lili aquello", "Lili..."- me respondió el susodicho.
-Ya entendí, puedo saber ¿dónde está? - Le pregunté, aunque sea muy risueña y el mundo crea que todos me caen bien a primera vista, odio a la gente, me fastidia estar con personas desconocidas, me enoja tener que comportarme con los desconocidos por temor a ser juzgada por mi actitud.
-Está en el río, lavando unos tachos para recolectar leche-.
-Gracias- sonreí amable y fui en busca de mi prima favorita.
Aunque seamos de edades diferentes Titi es la única prima que me ha caído bien y la que siempre va a visitarnos cuando estábamos donde la abuela. Ella se quedaba a dormir con nosotras para hacer pijamadas y travesuras, a Jules, es la única que le cae bien porque a decir verdad de nuestras otras primas las odia, aunque a mí me da igual.
-¡YA ESTÁS AQUIIIIIIII¡- Corro a abrazar a Titi para su edad esta de la altura de Maite 1.57 metros, delgada, morocha y pelinegra.
-Obvio, no me vez aquí, ¡DAAA¡- Y así pasamos el día ayudando a Titi con las cosas de la finca, papá preguntando por toda la familia al igual que el tío Max!
Parece que estuviera viviendo en un sueño y que la estadía en la finca se ha hecho extensa pero apenas llevamos 3 días. El tío Max presentó a Andree, el chico que asuste la otra vez. Jules dijo que estaba guapo, no pude opinar lo mismo ya que mis ojos estaban en otro lado. Amaba cada parte que había visitado de la finca, amaba sus paisajes, sus bichos, sus plantas, sus animales, su casa, absolutamente a todo le tomaba una foto para luego subirla a mis redes, cuando por lo menos ingresara alguna línea.
Pasaron varios días hasta que llegó mi cumpleaños número 18. Ya después de este sería mayor de edad al levantarnos temprano me cantaron y me desearon buenos deseos todos los que estaban en la casa del tío Maxi. Fue un día triste porque ya teníamos que salir a tomar el bus para regresar a casa con mamá y papá a su rutina laboral. El tío Maxi propuso llevarnos en caballos, yo estaba encantada con la idea, pero Jules le fastidiaba subirse a un caballo, así que optamos con papá salir a la carretera y esperar algún carro y que nos dejara hasta el pueblo para de ahí hacer lo mismo que a la llegada.
Justo y gracias al destino Don Ruperto pasaba por ahí con su camioneta, llevaba en la cajuela un par de hombres que aparentemente eran trabajadores de alguna que otra finca.
-Así que ya se van, eh- dijo don Ruperto.
-Sí, ya hoy es nuestro último día en esta hermosa tierra- contestó papá.
-Y que tal, ¿si se ve en algún rato viviendo por estos rumbos?
-Por supuesto, estoy encantado con estas tierras, mi hermano prometía regalarme una hectárea para poder venir en vacaciones.
-Wow, eso debe ser genial-. Fue lo último que dijo Don Ruperto.
Sentía una opresión en el pecho, sentía nauseas, ganas de llorar.
-Papá, creo que me mareé- le dije un poco aturdida.
-Recuéstate cariño y duerme, que recién empezamos el camino de regreso a casa.
