6 capítulo

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La noche había transcurrido de una forma estupenda, llegamos a casa a las seis de la mañana y nos acostamos a dormir, Samanta se quedó en su cuarto con una sonrisa de boba que nadie le quitaba y ya me imaginaba porqué.
Natalia y yo estábamos en mi cuarto y nos habíamos despertado hace menos de media hora, si se preguntan que hora era, pues les digo que ya eran más de las cuatro de la tarde.
Siiii, señores, habíamos dormido más de ocho horas seguidas y déjenme decirles que ya me sentía como nueva otra vez.
Hoy era sábado y se supone que teníamos otra fiesta a la que asistir.

—Natalia, tienes que levantarte e ir a tu casa y buscar las cosas para esta noche.— le digo para que se levante.

—No quiero, quiero seguir durmiendo, bebí de más anoche y quiero dormir más— me dice haciendo un puchero.

—Oooh, vamos! Muévete que ya confirmamos que íbamos a estar para la fiesta de hoy.

—Camiiiiii!!! Dale, digamos que no y nos quedamos viendo películas y comiendo, sii?—pregunta.

Le pongo mala cara y le digo que no.

—Esta bien!—dice al final— voy a bañarme y me iré, te paso buscando dentro de 5 horas, espero y estés lista, porque como no estés lista me iré sin ti.— dice con un tono amargo.

—¡Verga! Pero que mujer más floja— me rió de ella.

—Callate, no me hables, estoy enojada contigo por echarme de tu casa tan sutilmente.

—¿Y yo que culpa tengo?— preguntó.

—Nada, me voy.

Me rió de ella y se va. Ni siquiera se baño la muy cochina.

••••••

Ya estaba casi lista, solo me faltaba repasar mi maquillaje y ya.
Mi mamá me había dado permiso con la condición de que llegara temprano pero la cuestión es que no me dijo hora.
Miro mi teléfono y veo que ya es 9:10pm ya era para que Nat estuviera aquí.
En eso suena la bocina de un carro, sé que es ella por cómo toca la bocina.
Salgo deprisa y le digo.

—Ya, ya, mujer del demonio, parale a eso nojoda!

—Bueno, apúrate que ya es tarde. Nos deben estar esperando.

—No es mi culpa que seas miss impuntualidad-le digo, recordando casi todas la veces que a llegado tarde.

—Bueno, ya. Mejor pongo música así se pasa más rápido el tiempo.

—Esta bien.— le digo.

—Hey, no me contaste como te fue con el bombón de Isaías— me pregunta

Le coloco una cara de enamorada o algo así.

—¿Tan mal te fue?—me pregunta

Yo confusa pregunto.

—¿Por qué dices eso?

—Tu cara, fue rara— me dice.

Soy mala en las expresiones faciales, siempre demuestro otras cosas diferentes a lo que siento.

—Nooo, en realidad me fue muy bien.
Fue taaan lindo, me dio un beso pero yo quería más y le di otro beso más apasionado o algo así.

—¡Vaya! Entonces el chico por fin se decidió

—Siii, se me declaro y todo.

—¿En serio?— pregunta Nat abriendo sus ojos como platos.— ¿Y que le dijiste? ¿Aceptaste?

—Si, le dije que lo iba a pensar y me dio plazo hasta el jueves y no, no acepte, no aún.

—¿Por qué hasta el jueves?— pregunta.

—Hace unos días me invitó a uno de sus juegos, te iba a decir para que fuéramos pero se me pasó decírtelo con la fiesta de Andreína— menciono.

—Aaah, bueno, está bien.
Creo que ya estamos llegando, mira ahí están los demás esperando.

Aparcamos y nos abajamos del auto— en eso pregunta Isabel.

—¿Por qué tanta demora? Mejor se hubiesen quedado.

—Ay, más calma, cariño, solo fue el tránsito que estaba algo pesado— le responde Natalia.

En eso dice Ricardo.

—Mujeres, cómo siempre!

—Bueno, entremos de una vez—dice María.

—Si, mejor— secunda Lucía.

Todos entramos por la puerta VIP, pasamos por unas escaleras hasta la parte de arriba en dónde hay un cuarto con una ventana grande dando vista hasta la pista y la barra, hay varias secciones dentro del cuarto, veo un par de chicos cerca, pero no distingo a ninguno.
En el otro extremo hay una escalera que da hasta abajo.

En eso habla Isabel.

—¿Qué tal les parece?— pregunta— ¿ No es estupendo, he conseguido que lo que bebamos corra por la casa, así que pueden pedir lo que quieran y lo mejor es que hay variedad!— dice alzando las manos en modo de celebración

Todos nos reímos y le damos las gracias por invitarnos, está vez se fajo, porque como es nuevo este establecimiento, pusieron por lo alto en publicidad a está discoteca, fue tanto que hasta ahora es más exclusivo que otras discos.

—Ricardo, puedes buscar muestras bebidas? — pregunto.

—No, no hay necesidad, ya llamo a un mesero.— menciona Isabel entusiasmada.

—Bueno en ese caso yo quiero una Smirnoff— menciona Lucía

—Y yo quiero una cerveza polar— dice María.

—Nosotras queremos cacique con Coca-Cola— menciona Natalia por ambas.

—Yo solo quiero una piña colada— menciona Ricardo.

Todas volteamos y lo miramos con cara de- que verga— Ricardo solo se encoge de hombros y menciona.

—Soy el único chico en este grupo y las tengo que cuidar así que solo beberé eso y luego tomaré agua.

Visto eso, entiendo su punto de vista, después de todo para eso vino y agradecemos que esté tomando su papel en serio.
Cómo dije antes, es ley tener amigos así.

Isabel busca al mesero y pide todo, yo estoy mirando toda la habitación y me concentro en los chicos que se ríen al otro lado de la habitación, me parece que hay alguien ahí que conozco o que he visto.
Veo como un chico capta mi mirada y sonríe de una forma sensual, luego me guiña el ojo y me hace un saludo.
Y es ahí cuando recuerdo de dónde lo vi... Es él, el chico del supermercado, el alemán.

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