Capítulo 1

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Valeria rodó sus grandes ojos cafés por quinta vez consecutiva.

—Por quinta vez te lo digo, no creo que sea gay.

Observé furtivamente como el chico se detenía en la entrada de la escuela por culpa de una chica que quería hablar con él con bastantes ansías. Mordí mi labio inferior inclinando ligeramente mi cabeza para analizar bien su postura y en como se comportaba alrededor de esa chica.

Él quería hacerme creer que no ocultaba nada, pero querido muchacho, a mí nadie me engañaba.

—Claro que lo es, ¡solo míralo! —lo apunté agitando mis manos en el aire con desesperación.—Tiene toda la pinta de serlo. Los chicos pueden usar pantalones anchos y ser gays.

Mi amiga solo sonrió hacia mi dirección.

—Bueno, entonces, ¿cómo sabes que lo es?

—Porque lo sé —Valeria me miró escéptica.—¿Qué? Mi corazón me lo dice.

—Ajá, y mi corazón me dice que dejes de hablar estupideces.

Resoplé rendida;—Sí, sí. Lo que digas pero yo en esto no me equivoco. Bueno, solo a veces.

Valeria solo rodó los ojos una vez más. Tenerme como mejor amiga debía ser agotador, lo sabía muy bien.  

—Qué buen día, ¿no, Ariel?

Mis latidos comenzaron a ir mil por segundos apenas oí su voz al lado de mí. Sonreí hacia Ágata que seguía con su mirada unida a la mía. Pero no pude responder a tiempo ya que siguió su camino.

—Ulala, esa chica te tiene a sus pies.

Con mi puño golpeé el brazo de Valeria haciendo que perdiera el equilibrio y chocara contra los malogrados casilleros.

—Disculpa, no sabía que tenía tanta fuerza —me justifiqué. Nos quedamos mirando unos segundos y explotamos en risas. 

Ambas sabíamos que yo era una débil.  

—Ya, vamos a clases —me guiñó y me dediqué a seguirla al aula.

Entramos con intenciones de sentarnos de las primeras antes de que nos robaran nuestros asientos. Tomé asiento esperando que llegara lo antes posible el profesor de matemáticas y que terminara pronto esta clase. Que Ágata no fuera mi compañera de curso hacía todo esto más tortuoso. ¿Por qué tenía que ser un año mayor que yo, eh? Dios, ¿acaso me odias? ¿Es por qué soy lesbiana? 

—Ariel, ¿a ti no te pone una creyente en Dios? —viré hacia Jorge que se encontraba con una juguetona sonrisa de pie apoyado en el banco detrás de mí.

—¿Qué carajos hablas, cara de renacuajo mojado? —entrecerré mis ojos con suspicacia.— Acaso, ¿estás drogado? ¿Qué te he dicho sobre drogarte antes de venir a la escuela?

—Ja ja, graciosa.—elevó un lado de su boca acercándose a la chica que se encontraba al lado de él.—Te lo decía porque tenemos compañera nueva y al parecer cristiana porque me he burlado de su Dios y ha entrado en pánico.

Jorge acarició la mejilla de la asustada chica castaña y por impulso cogí su mano sacándola de ahí.

—Siglo veintiuno y aun hay gente que se cree con derecho de burlarse de tus creencias —él puso en blanco los ojos.—Madura.

Me sacó el dedo medio para después dirigirse a su puesto. La chica soltó todo el aire que al parecer estuvo reteniendo para luego fijar sus ojos en los míos. ¡Y qué ojazos!

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