El tono de notificación me alertó que tenía un nuevo mensaje. Con el pensamiento de que se trataba de Ágata, lo abrí.
Bingo, era ella.
Madre de mis futuros hijos adoptados: Iba camino a casa y un McDonald's capturó mis bellos ojos y pensé: ¿Ariel aceptaría una cita en el lugar de las cajitas felices?
Sonreí como boba con mi corazón latiendo mil veces por segundo y sin perder tiempo mis dedos comenzaron a teclear.
Mm, déjame revisar mi agenda vacía de citas. Bueno, acepto!
Su respuesta no se hizo esperar.
Madre de mis futuros hijos adoptados: Agradezco que me des un espacio de tu apretada agenda, my lady.
¿Qué debía decir respecto a eso? ¿Y si sólo enviaba un emoji guiñado el ojo? No, vamos, una respuesta ingeniosa.
De nada
Oficialmente, me he declarado como la peor ligando.
Madre de mis futuros hijos adoptados: No quiero leerme como desesperada, pero ya quiero volver a verte.
Alguien que me ayude a respirar porque he olvidado como se hacía.
Bueeeno, después que me veas comer como cerdo diez hamburguesas, dudo que quieras volverme a ver sjaskadk
Me arrepentí al segundo de mandar el mensaje pero no pude borrarlo ya que de inmediato apareció como leída.
Madre de mis futuros hijos adoptados: Jaja
Releí por sexta vez su respuesta pensando en qué podría escribir para que nuestra conversación siguiera fluyendo. PERO SE ME COMPLICABA TODO SI ELLA SOLO ESCRIBÍA UN JAJA.
Dale, Ágata, ayúdame un poco porfis.
Un nuevo mensaje me distrajo de mis mil maneras de revivir una conversación con el amor de tu vida.
Esperanzada de que Ágata se diera cuenta que su jaja era muy difícil de contestar, mi mundo de felicidad se derrumbó cuando vi que se trataba de un mensaje de Mari.
Mari la cristiana: Libre hoy?
Confundida, tecleé.
Sí, por?
Mari la cristiana: Te gustaría venir a mi casa? Valeria también vendrá.
Levantándome de mi sofá, recogí mis llaves del mueble principal de la casa y me encaminé a la puerta.
Pero por supuesto, reina. Manda la ubi.
—Pa, ¿recuerdas a la chica que vino la otra vez? Pues, va a la iglesia —dije quedando bajo el umbral de la puerta.—Siempre decías que necesitaba mejores amistades y qué mejor que una chica religiosa, ¿no?
Uno de mis papás, Raul, asomó su cabeza desde la cocina. Cruzó los brazos sobre su pecho, reprochándome con la mirada.
—Ariel, pasas más tiempo en la calle que en casa. ¿Se puede saber dónde carajos vas ahora?
Resoplé, impaciente;—A eso iba, voy a la casa de Mari, una compañera nueva, y para tu información es muy buena chica.
—Bien, cuídate —caminó hasta mí para besar mi mejilla con el amor paterno que solo mis dos padres y mi única madre podían hacerme sentir.
Besando su mejilla, le dediqué una dulce sonrisa y volví a dirigir mis pasos fuera de la casa.
—Si te invita a su iglesia no vayas, no quiero que te quemes.
Puse mis ojos en blanco, cerrando detrás de mí.
❀❀❀
—No puedo creer que su cita sea en un McDonald's —Valeria no paraba de reír por más que golpeara su brazo.
Mari intentaba estar seria, más, no pudo aguantar soltar una pequeña carcajada lo que hizo que la fulminara con la mirada. Alzó sus manos en son de paz.
—No tiene nada de malo —me encogí de hombros.—Nunca me han gustado las citas en restaurantes o sitios extremadamente elegantes. Tenemos recién diecisiete, no cuarenta.
—Sí, tienes razón —Mari estuvo de acuerdo conmigo.
Valeria logró calmar su ataque de risa, sentándose en el asiento individual del living mientras Mari y yo nos encontrábamos en el gran sofá café.
—Ya, ya. No te enojes.—embozó una sonrisa en modo de disculpa.—¿Y qué han planificado para su gran cita? ¿Hacerlo en los baños públicos?
Valeria nuevamente empezó a reír. Normalmente hubiera reído junto a ella pero yo conocía a la perfección esa actitud. Desde pequeña siempre reía más de lo normal cuando algo malo pasaba en su vida.
Levanté mi trasero de mi lugar, yendo hacia ella. Me agaché frente a ella acomodando mi manos en sus rodillas, queriendo darle ánimos por telepatía.
—¿Ha pasado algo?
Su sonrisa decayó en segundos y como si ya no pudiera resistir más, se largó a llorar, lanzándose a mis brazos.
Miré a Mari quien se hallaba desconcertada viendo la escena.
Valeria soltó su agarre en mí, sorbiendo los mocos que querían escapar por su nariz.
—Miguel ha terminado conmigo. —nos contó con su vista fija en sus piernas.—Me confesó que no ha superado a su ex, con la cual duró un año. ¡Un maldito año!
Sentí la presencia de Mari a mi lado.
—¿Pueden creer que llevábamos tres años de relación y no puede superar a una ex con la que solo duró un año? —dijo, incrédula.
Mari se sentó en el respaldo del asiento, y con delicadeza, acarició el corto cabello castaño de Valeria.
—Aunque no lo creas, el amor no se vuelve más fuerte con el paso de los años. Sino que si realmente esa pareja siente ese amor tan fuerte que dicen sentir.
Ambas volteamos hacia Mari al escuchar sus palabras. Valeria negó, convencida en no creer en lo que Mari decía. Unas rebeldes lagrimas se escabulleron por sus morenas mejillas.
—Pero, si no sentía lo mismo, ¿por qué mintió con sus te amo?
Me quebré por dentro cuando pude ver en su mirada lo frágil que se encontraba ahora mismo, y odie con mi vida que Miguel consiguiera que una chica tan fuerte como Valeria fuera derrumbada en un segundo.
—La mente de las personas son tan impredecibles. Uno nunca sabrá por qué pude mentir así —mis ojos se quedaron en Mari, la cual, no se percató de mi mirada.—Pero lo que si te puedo asegurar es que nunca será tu culpa si él es el que no ha superado a su ex. Sé que duele que esa persona que tanto amas no tenga sentimientos recíprocos y tardará un tiempo en sanar todo ese dolor que sientes ahora. Pero créeme, es mejor sufrir ahora que seguir pidiéndole a alguien que te ame como tú tanto quieres.
Valeria levantó la mirada con intención de ver a Mari, y envolvió con sus brazos a una sorprendida Mari, quien a los segundos, la recibió con gusto.
Mi amiga seguía agradeciéndole por sus palabras a la vez que yo no salía de mi asombro. Mari en dos días había demostrado que era una gran consejera. Realmente Mari era una chica especial.
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SUPER PODER GAY
Teen FictionAriel tenía un super poder, así lo solía llamar ella. Más bien, una intuición gay con el cual podía detectar a cualquier persona que perteneciera a su mismo bando. Pero, ¿podría detectar que su nueva vecina Mari, conocida como una cristiana que reza...